Pasaportes

Pablo Hernández nunca necesitó a nadie para brillar

En numerosas ocasiones los actores secundarios son como las personas más silenciosas en una mesa llena de cervezas: no nos damos cuenta de su importancia hasta que no están presentes. El protagonismo de las voces cantantes ciega sus cualidades a los ojos del resto, pero en el momento de la verdad, siempre les necesitamos. Una sensación similar ha generado el retiro de Pablo Hernández. A sus 38 años, el ‘Mago’ ha colgado las botas después de un último baile en su querido CD Castellón. Sin embargo, no siempre fue un hechicero a ojos del espectador. Pero gracias al tiempo, tan caprichoso como vanidoso, Hernández se despide revalorizado tanto en el aspecto técnico como en el emocional.

Para muchos, hablar de Pablo Hernández es sinónimo de mirarse al espejo para apreciar el paso de los años. Cambiar las Nike Total 90 o las Adidas Predator para calzarse unas sandalias u otro tipo de bambas deportivas más formales. De tener la cresta como peinado característico a optar por un modesto flequillo que entone con el pelo, si es que queda. Recordar a Hernández es tener clara su mirada penetrante con la camiseta del Cádiz y del Getafe, pero sobre todo, es volver a la época dorada del fútbol español. A los años donde el Valencia, dirigido por Unay Emery, todavía no sabía quién era Peter Lim o que tenía lejos el fantasma del descenso.

La bendición y el infortunio de Pablo Hernández ha sido haber coincidido con algunos de los mejores jugadores de la historia del fútbol español. Precisamente el ‘Mago’ no era alguien a quien le faltara talento, todo lo contrario. Sin embargo, coincidir en Valencia con David Villa, Juan Mata y David Silva le convertía más en Sancho Panza que en el propio Quijote. Pero como todo escudero, era vital para cualquier hidalgo. Especialmente teniendo en cuenta que tener por la banda derecha a Hernández era contar con la pieza deseada por más de un jugador del Pro Evolution Soccer de 2006. La presencia del castellonense pegado a la línea de cal era una manera de convertir el sprint

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con regate eterno del videojuego en realidad. Por las venas de su fútbol corría aprovechar los balones al hueco, poner centros y pases de la muerte o recurrir a ‘gardelas’. Un puente entre distintas épocas del deporte rey.

 

El ‘Mago’ no era alguien a quien le faltara talento, todo lo contrario. Sin embargo, coincidir en Valencia con Villa, Mata o Silva le convertió más en un Sancho Panza que en el propio Quijote

 

Estar rodeado de figuras de la talla de Villa o Silva no le impidió ser internacional por mucho que no fuera el nombre más destacado del equipo ni participara en los torneos que sellaron los mejores resultados de la historia de España. Caso curioso, ya que visto el panorama actual del fútbol nacional, quizás si hubiera nacido en otra época su fútbol habría encajado mejor. Lo que apuntaba a una larga historia de amor con el Valencia acabó en una venta por siete millones de euros al Swansea. Los valencianistas debían sanear sus cuentas y a Hernández lo colocaron en la rampa de salida. De todas maneras, su papel de Sancho Panza se mantuvo. En Gales, su Quijote fue Michu, quien reafirmó el concepto “Streets won’t forget”. Quién sabe si las calles hubieran recordado al asturiano sin el papel de Pablo Hernández como puñal por la banda.

Pablo Hernández no sólo definió qué es ser un buen actor secundario, también representó el riesgo que asumen este tipo de personajes: el olvido. Su paso por el Al-Arabi catarí y el Al-Nasr de los Emiratos Árabes Unidos son incógnitas cuya respuesta sólo las tiene el propio jugador. Giros de guion que, desde el exterior, parecían no concordar con el fútbol de Hernández. El paso por Oriente Medio fue un fallo de raccord ya que, aunque estuviera lejos de su mejor versión, su regreso a España de la mano del Rayo Vallecano en 2015 fue bueno. No obstante, el cambio de escudero a mago no hubiera sido posible sin su fichaje por el Leeds United y su renacimiento con Marcelo Bielsa. “A esa edad [33 años], pensaba que había muchas facetas del juego en las que no podía progresar, pero gracias a Marcelo he podido crecer como futbolista”, declaró en el #Panenka101.

 

El tándem Bielsa-Hernández fue en gran parte responsable del regreso del Leeds United a la Premier League, una relación escenificada a la perfección con un gol del castellonense para devolver a los ‘Whites’ a la élite

 

El tándem Bielsa-Hernández fue en gran parte responsable del regreso del Leeds a la Premier League, una relación escenificada a la perfección con un gol del castellonense para devolver a los ‘Whites’ a la élite. Precisamente contra el Swansea, otra obra del caprichoso destino. El técnico veía en él “un lector de las necesidades del equipo” y una “solución a todos los problemas en todos los sectores del campo”. El argentino vio los cameos que hizo en Catar o en Vallecas y, de la nada, lo convirtió en un actor principal. Gracias a ese cambio en el Leeds pudo tener el espacio que, después de muchos años, merecía disfrutar.

Pablo Hernández se despidió con amor del Leeds y con eso mismo como motor fichó por su querido CD Castellón. Después de incorporarse como accionista en la temporada 2017-18, se puso la camiseta de jugador en 2021. En los dos últimos años de su carrera no ha conseguido el objetivo de devolver al Castellón a la categoría de plata, pero en su nueva etapa trabajará como asesor persiguiendo la misma meta. En un deporte colectivo, Pablo Hernández nunca necesitó a nadie para brillar. Pero entendiendo el juego como una unidad, durante la gran mayoría del tiempo se dedicó a hacer destacar al resto de puntas de espada. Con 93 goles, 110 asistencias e incontables experiencias por el mundo, Hernández es un ‘actor secundario’ cuya vida habría deseado tener más de un actor principal.

 


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Fotografía de Getty Images.

Joan Cebrián

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