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Escudo contra la nostalgia

Cualquier modificación en el fútbol se recibe con rechazo, como si pudiéramos vivir en un pasado idealizado y tramposo en el que creemos que todo fue mejor

NAPLES, ITALY - SEPTEMBER 16: Lorenzo Insigne of Napoli celebrates after scoring his team's third goal during the Serie A match between SSC Napoli v Parma FC at Stadio San Paolo on September 16, 2012 in Naples, Italy. (Photo by Maurizio Lagana/Getty Images)

Nostalgia en griego quiere decir el dolor de una vieja herida. Lo explica Don Draper en Mad Men cuando tiene que presentar el nuevo proyector de Kodak para ver las fotografías en diapositivas. En el discurso del publicista, siempre tan perfecto como su tupé, explica que en cualquier producto es importante el concepto de novedad, pero también el de nostalgia: “Es una punzada en el corazón mucho más poderosa que la memoria. Este aparato no es una nave espacial, es una máquina del tiempo. Va hacia atrás y hacia adelante. Nos permite viajar como un niño, dando vueltas y vueltas hasta volver de nuevo a casa. Un lugar donde nosotros sabemos que somos queridos”.

La nostalgia es un filtro de Instagram en el que nos vemos más guapos. Lo demuestra Don Draper, el ejemplo que usa Alejandro Mendo en su nuevo libro, Futbolescencia, para masticar el mantra “odio eterno al fútbol moderno”. Una lectura recomendable ahora que le estamos dando vueltas a los nuevos escudos. Como ante cualquier modificación, me temo que no nos jode el cambio de escudo. Nos jode el paso del tiempo. Mendo escribe: “La defensa a ultranza del ayer y el rechazo con piloto automático al mañana es una subversión básica, universal y cíclica. Cuando buscamos cobijo en el pasado, nos aliamos con una melancolía embustera que narra la mitad de una película que protagonizamos”.

La nostalgia es otra forma de decir que estás envejeciendo. Eres un boomer. Ya me sabe mal, pero sí. No te gusta nada nuevo. Te incomoda, te genera incertidumbre. La camiseta mal. La nueva norma mal. El escudo fatal. Reject modernity, embrace tradition. Te gustaría que no tocaran nada. Que todo siguiera igual. Camisetas de marcas desaparecidas. Bigotes. Botas negras.

 

No echas de menos nada del fútbol: ningún Mundial, ninguna camiseta, ningún jugador. Te echas de menos a ti.

 

La nostalgia es arqueología: interpreta restos. En baloncesto se sanciona el campo atrás. En el fútbol estamos todo el día retrasando la pelota, iniciando la jugada, empezando con el portero. Se entiende el cabreo del aficionado cuando no se le consulta y los cambios se hacen a traición. El problema es la negativa al cambio porque sí, la nostalgia como sinónimo del inmovilismo. Casi todos los cambios en el fútbol van acompañados del berrinche inicial, del pataleo posterior y al final, de la costumbre. No era tan grave.

La nostalgia es una trampa. El pasado era igual. O incluso peor. Primo Levi dijo que se sorprendía porque recordaba la Segunda Guerra Mundial, donde vivió un infierno, con cierta nostalgia. No echas de menos nada del fútbol: ningún Mundial, ninguna camiseta, ningún jugador. Te echas de menos a ti. Por eso tranquilo. Los escudos, como las camisetas, los hacen bonitos los títulos. Los hacen bonitos los recuerdos.

 


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Fotografía de Getty Images.