La prisión es un lugar desagradable para la gran mayoría de convictos. Las pequeñas excepciones son los narcos que las controlan o los delincuentes de alto rango que han sabido ganarse el respeto de los demás reclusos. Sin embargo, es sabido que la cárcel no es el lugar en el que alguien quiera estar. Motivos hay de sobra. El hacinamiento, la falta de aseo, la violencia, la comida, la lista es larga. Los que nunca hemos estado entre barrotes, sabemos por las series de televisión que una prisión puede ser el mismo infierno. Los que sí estuvieron tras las barras saben que es peor. Pero lo más terrible de todo es la falta de libertad. Esa sensación de que dependes de otros para poder respirar. Esa sensación de que mañana, tal vez, podrías ya no respirar.
Pero querido lector, la prisión no es únicamente un lugar, también puede ser un estado en la vida. Estoy seguro que alguna vez han escuchado la popular frase ‘tal persona es presa de la desgracia’. Por ejemplo, a Juanito lo abandonaron el día de su boda, a Juanito se le murió su perro, a Juanito su mamá lo botó de la casa, Juanito es preso de la desgracia. Ok, demos el siguiente paso. Vayamos ahora con un ejemplo de fútbol. En este deporte hermoso, a veces hay equipos, jugadores, técnicos, hinchadas que no pasan momentos hermosos. Cuando la catástrofe deja de ser la excepción y pasa a ser la regla, te das cuenta que esos equipos dejan de ser libres y viven en prisión, son presos de la desgracia. Son casos de la vida real, existen. En América hay uno y el nombre del torneo convierte esta situación en una paradoja. Perú no es libre en la Copa Libertadores. Los equipos peruanos son presos de la desgracia en el máximo torneo de fútbol de Sudamérica.
River Plate venció por 8-1 a Alianza Lima en el Monumental de Nuñez y selló una magnífica fase de grupos que lo deja como el segundo mejor primero. El equipo peruano, por el contrario, ha cerrado una de sus peores participaciones en la historia del torneo. No obstante, ese no es el problema, la cuestión es que este tipo de participaciones se han convertido en la regla. Vayamos a los datos. Es la segunda vez, en cuatro años, que Alianza visita el Monumental. Lo hizo el 11 de abril del 2019 y perdió 3-0 frente a los ‘Millonarios’. Es decir, en sus dos últimas visitas a Nuñez ha encajado once goles. Pero, si seguimos revisando los datos, salta a la luz otra paradoja. Los del barrio de La Victoria no conocen lo que significa esa palabra hace 29 partidos. Su último triunfo fue por 1-0 el 13 de marzo de 2012 ante Nacional de Uruguay, en Lima.
Pero Alianza no es el único equipo peruano preso. Han pasado 25 partidos desde la última vez que un conjunto peruano ganó un encuentro, en condición de visitante, en la Copa Libertadores. Y si vamos a los detalles, el panorama se pone peor. En total recibieron, en los últimos 16 partidos, 39 goles. En más detalles, de esos catastróficos 25 partidos sin ganar fuera de casa, los peruanos tienen un saldo de 23 derrotas y dos empates. Solo han anotado once goles y recibieron un total de 76.
Solo seis clubes peruanos clasificaron a octavos de la Libertadores entre el 2001 y el 2022. Cienciano en 2002; Sporting Cristal en 2004; San Martín en 2009; Universitario y Alianza Lima en 2010; y Real Garcilazo en 2013
Querido lector, deje de llorar por un momento, séquese las lágrimas y continúe leyendo. Al final del texto, nos consolamos juntos, pero aún falta. Le cuento que la última vez que un equipo peruano pasó de ronda en la Copa Libertadores fue en 2013. Lo logró el entonces Real Garcilazo, que ahora se llama Cusco FC. Después de ese año, como si fuese un castigo por haberse atrevido a pasar dicha fase, vino una racha catastrófica. Entre el 2014 y 2018, los equipos peruanos recibieron 117 goles y solo marcaron 44 tantos.
Si revisamos los datos de los últimos 21 años, la cosa se pone más deprimente aún. Sí, sí puede ser más deprimente. Solo seis clubes clasificaron a octavos de final entre el 2001 y el 2022. Cienciano en 2002; Sporting Cristal en 2004; San Martín en 2009; Universitario y Alianza Lima en 2010; y Real Garcilazo en 2013.
Así como lo ve, querido lector, las prisiones no siempre son estructuras físicas. A veces la realidad cotidiana, en el aire libre, puede ser una auténtica prisión. El fútbol como parte de la vida, no es la excepción, también presenta este tipo de escenarios. Para nadie es un secreto que el fútbol peruano necesita una reestructuración urgente para evitar que este tipo de humillaciones se repitan. Si usted es atento, se preguntará: entonces, ¿cómo Ricardo Gareca está a nada de llevar a Perú de nuevo a un Mundial teniendo a jugadores que provienen de clubes tan desastrosos? Permítame responderle con un facilismo porque aunque la prensa diga que lo puede explicar, en realidad no puede. La selección es una burbuja y Gareca hace milagros. Porque solo un milagro puede explicar tan trágica realidad que supera los cuentos. Como diría el gran escritor peruano Julio Ramón Ribeyro, “una buena historia de ficción parece real, pero cuando la realidad es tan cruel, parece ficción”.
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