Pasaportes

Bailando al ritmo de Cazorla

El fútbol inteligente se entiende mejor al compás de Santi Cazorla. Un tipo sencillo, capaz de pasar el café a un vaso con hielo sin derramar una gota. El ‘Mago’ asturiano es la delicadeza dentro de un terreno de juego, exhibida con una combinación entre calma y locura. En su cabeza suena la Novena Sinfonía de Beethoven y sus piernas poseen más rock and roll que The Rolling Stones. Querido por compañeros y admirado por rivales, Cazorla pertenece a ese grupo selecto de jugadores que recordaremos para siempre.

Hace no mucho tiempo, Santi Cazorla estuvo en la mesa de los mejores, pero siempre comía callado. No era un jugador mediático. Buscaba la simplicidad constante en un mundo lleno de dificultades. Fue la representación perfecta de todo lo que está bien: un jugador humilde, con cara de pillo y una sonrisa permanente. Le apodaban el ‘Mago’ porque su juego de pies escondía intenciones imposibles de adivinar. De Oviedo para el mundo, el centrocampista asturiano fue héroe y figura en equipos míticos como el Recreativo de Huelva, el Villarreal, el Málaga y el Arsenal.

 

Estuvo en la mesa de los mejores, pero siempre comía callado. No era mediático. Buscaba la simplicidad en un mundo lleno de dificultades. Fue la representación perfecta de todo lo que está bien: un jugador humilde, con cara de pillo y una sonrisa permanente

 

En el año 2013, Cazorla pasó del cielo al barro en su mejor momento. En un encuentro con el Arsenal, un golpe en el tobillo derecho derivó en una fisura del hueso, una lesión que nos dejó con la maldición del fútbol sin su presencia. Dos años después, el tobillo volvió a golpear la carrera del asturiano. La herida no cicatrizaba y tuvo que pasar hasta ocho veces por el quirófano. “El médico me dijo que si volvía a caminar por el jardín con mi hijo, me diera por satisfecho”. Tras varios años de lucha constante, Cazorla consiguió salir marcha atrás y sin retrovisores de una calle sin salida.

A sus 39 tacos, el asturiano ha cumplido el sueño de nuestras vidas. Todos quisimos ser el jugador insignia del equipo de nuestra ciudad, pero ahora le toca a él. Su vuelta a Oviedo cierra un círculo perfecto. Sin embargo, la carrera de Cazorla ha sido un escape room interminable: los rivales y las lesiones le han intentado frenar, pero siempre ha conseguido resolver el enigma para seguir adelante.

 


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Fotografía del Real Oviedo

Manuel Montero

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