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Sophie, la fotógrafa transgénero a la que el Bournemouth le salvó la vida


Fotógrafa del Bournemouth desde 2012 hasta 2016, se declaró transgénero en 2015. Y en el Mundial de Rusia, en 2018, agitó la bandera LGTBI+ en la Plaza Roja de Moscú. Quien durante muchos años respondió al nombre de Steve nos contó su historia en primera persona en el #Panenka78.


He hecho muchas cosas que dan miedo en mi vida, pero ese viaje a Rusia parecía superarlas todas. Incluso resultaba más sencillo salir del armario en la Premier League. Al fin y al cabo, en aquella ocasión, lo peor que me podía ocurrir era que me ridiculizaran y me humillaran. Mi estancia en Rusia, en cambio, parecía albergar la posibilidad de sufrir violencia real o de que acabáramos en prisión.

Cuando llegamos a la Plaza Roja, estaba nerviosa. Iba con mi amigo Alexander Agapov, de la Federación Deportiva LGTBI+ de Rusia, y me fiaba de sus conocimientos del lugar, pero como se hacían registros al acceder a la plaza, me preocupaba que la policía diera con la bandera que llevaba guardada en mi bolsa. Mirando a nuestro alrededor para comprobar quién nos estaba mirando, nos dirigimos al centro de la plaza, hicimos los preparativos para las fotografías y luego mostramos la bandera. El tiempo apremiaba y daba la sensación de que Alexander estaba tardando una eternidad en sacar la foto. Y la tensión no paraba de crecer.

Hubo quien nos dirigió algunas miradas, tanto en la plaza como durante el Inglaterra-Croacia, donde también agité la bandera. Algunas eran de apoyo y otras, más amenazadoras. Fue un momento espantoso, pero, al fin y al cabo, provechoso. Solo me quedé en Rusia unos cuantos días, contaba con la doble protección de la FIFA y de la embajada británica, pero ese no era un alivio del que mis amigos rusos pudieran gozar. Es importante que nosotros, que en Occidente disfrutamos de libertad de expresión, apoyemos a nuestros amigos LGTBI+ que hay alrededor del mundo y que puede que hoy no estén viviendo con las mismas libertades y derechos en sus países.

 

“El coraje para liberarme de casi cinco décadas de sentirme como una prisionera dentro de mi propio cuerpo, aumentó a medida que crecía el éxito del Bournemouth. Cuanto mayor era la atención que atraía el equipo, más nerviosa me sentía”

 

Supe que era transgénero desde los siete años. Luché, me cuestioné y negué ese conocimiento durante 40 años. Luego, un día de 2015, me di cuenta de que tenía que hacer algo. La mejor manera de explicarlo es decir que, un día, simplemente, vi la luz. Tenía que actuar o me acabaría quitando la vida. No quería sufrir. Cuando mi nombre era Steve, trabajaba como fotógrafo oficial del AFC Bournemouth. Ahí estaba yo, sentado en la habitación de mi hotel, en Yorkshire, durante un periodo en medio dos partidos fuera de casa, debatiéndome entre los pensamientos que me han estado atormentando toda la vida: ‘¿Por qué me odio tanto?’. No pasó un día en el que no buscara consuelo comiendo. No hubo ni un solo día en el que no considerara la opción del suicidio.

SIN MIEDO

El valor necesario para tomar medidas, el coraje para liberarme de casi cinco décadas de sentirme como una prisionera dentro de mi propio cuerpo, aumentó a medida que crecía el éxito del Bournemouth. Pero no era como si los triunfos del club me insuflaran valentía para pasar a la acción. Al contrario, cuanto mayor era la atención que atraía el equipo, más nerviosa me sentía sobre mi decisión; cuanta más gente veía nuestros partidos, más personas eran las que podían reparar en la fotógrafa transgénero en la banda.

Nací en Bournemouth en 1967 y mi padre me llevaba al estadio desde mi infancia. Eran los 70, y nadie podía siquiera soñar que el equipo de la ciudad pudiera llegar a ascender hasta la mejor liga del país. Solo deseábamos que el club no cayera en bancarrota. Me contrataron en 2012, en un momento que coincidía con el retorno de Eddie Howe al club, procedente del Burnley. El equipo era el colista de la League One, y luchábamos por eludir un descenso que probablemente hubiese acabado con la vida profesional de la entidad. Desde el momento en el que Eddie Howe se convirtió de nuevo en entrenador, todo cambió, y el conjunto empezó a crecer.

En el verano de 2015, cuando el Bournemouth ganó la Championship y subió a la Premier League -viviendo así el mayor éxito de su historia-, yo estaba aterrorizada, pues sabía que tendría que decirle a los jugadores y al cuerpo técnico que era transgénero. Había llegado el momento. Me reuní con el presidente, Jeff Mostyn, toda la directiva del club, Eddie Howe y su asistente, Jason Tindall, y les dije lo que había: “Soy transgénero”. Eddie Howe me preguntó, directamente: “¿Qué puedo hacer para facilitarte la vida?”. Fue fantástico, porque uno no espera que los demás le comprendan cuando da el paso. Le dije que me gustaría reunirme con los jugadores tan pronto como fuera posible, para que no tuvieran que toparse conmigo vestida de mujer por primera vez en el túnel de vestuarios, antes del siguiente partido. De acuerdo, Eddie Howe reuniría a los jugadores para entrenar. Antes de encontrarme con ellos, me preguntó: “¿Tienes miedo?”. Respondí: “¿Sabes? Por primera vez en mi vida estoy en paz con quien soy”. No tenía miedo.

 

“Me senté a conversar con un par de jugadores y les conté mi historia, hablándoles de las autolesiones y de mis pensamientos suicidas, porque era importante que entendieran que esta situación no era aleatoria, sino que era una decisión que me había salvado la vida”

 

Jason Tindall juntó a la plantilla en un círculo y dijo: “Como podéis ver, nuestra fotógrafa ha cambiado un poco desde la pasada temporada, y se ha dejado crecer el pelo: me gustaría que dijerais ‘hola’ a Sophie”. Y, luego, el capitán, Tommy Elphick, empezó a aplaudir, y todos le siguieron hasta que el mismo Tommy dijo: “De acuerdo, a entrenar”. Y ahí me quedé. ¿Eso era todo? Había imaginado que sería tan difícil… Y resultó ser muy fácil y positivo. Fue increíble ver cómo los jugadores simplemente consideraron la situación como una nueva normalidad. Los entrenamientos y el día a día seguían su curso. Después de la sesión, me senté a conversar con un par de jugadores del equipo y les conté la historia de mi vida, hablándoles de las autolesiones y de mis pensamientos suicidas, porque era importante para mí que entendieran que toda esta situación no venía dada por un impulso aleatorio, sino que era una decisión que me había salvado la vida. El apoyo que recibí de los futbolistas fue increíble.

Aún recuerdo el primer partido en el que hice fotos como Sophie. Aparqué y me quedé dentro del coche, mirando al estadio, y pensé: ‘Vale, solo tienes que meterte ahí dentro en un minuto’. Luego, cuando al fin entré, fue como si nadie se percatara de mi presencia. No fue hasta que mi historia empezó a aparecer en los medios que la gente reaccionó. “Ah, habíamos visto que había una fotógrafa nueva y nos preguntábamos qué había pasado con Steve'”. Recuerdo que en una ocasión en la que jugábamos un partido contra el Manchester City, mientras estaba preparando la cámara, una mujer corrió hasta mí desde lo alto de la tribuna para tocarme en el hombro y decirme: “¡Se te ve increíble!”. Hubo aficionados que me abrazaron y me dijeron que se alegraban de que ahora fuera feliz. Recibí mucho apoyo y cariño en Bournemouth, y los seguidores del equipo siguieron contactando conmigo, incluso después de mi marcha del club: “¡Te echamos de menos!”. Es maravilloso que me acompañen en mi camino.

UNA NUEVA VIDA

Solo hace tres años de mi revelación [este texto se publicó en octubre de 2018], y durante este tiempo no he sido solo la primera transgénero de la Premier League. También he ejercido como presentadora de noticias, speaker, candidata al parlamento… Es como si todo en mi vida condujese a esa decisión. Al salir del armario, también volví a casa. A diferencia de lo que ocurría antes, ahora me siento como en casa dentro de mi cuerpo. Todavía padezco de sentimientos autodestructivos y de pensamientos suicidas, pero la diferencia es que esos sentimientos y esos pensamientos antes solían aparecer cada mañana, mientras que ahora están asociados a traumas. Si he sufrido una mala experiencia, puedo volver a caer en el agujero negro de nuevo. Ya he aceptado que las ideas suicidas son parte de mi vida, de mi persona. Y reconocerlo ha significado que dejen de castigarme. Hace un año, ideé una filosofía para protegerme: ‘Sé que un día me suicidaré, porque no sé cómo deshacerme de esos pensamientos, pero también sé que no lo voy a hacer hoy. Por el momento, voy a seguir haciendo todo lo posible para disfrutar de la vida todos y cada uno de mis días. Y en el momento en que me muera, dentro de muchos, muchos años, seré capaz de mirar hacia atrás y decirme: ‘no lo hice’. También tengo un tatuaje en una de mis muñecas con un lema que reza: ‘Not today‘, ‘hoy no’.

 

El segundo entrenador, Jason Tindall, le dijo a la plantilla: “Me gustaría que dijerais ‘hola’ a Sophie”. Entonces el capitán, Tommy Elphick, empezó a aplaudir. Y todos le siguieron

 

Soy suicida por culpa de media vida plagada de acontecimientos traumáticos. Nací en el cuerpo equivocado. La primera vez que intenté matarme fue a los 12 años. A los 16, ingresé en las Fuerzas Aéreas. Con 18, salvé la vida de otro hombre, después de que este hubiese perdido un brazo en una explosión, algo que me dejó como secuela un estrés postraumático. El dolor de no sentirme yo misma provocó que me apartara de la gente que me rodeaba, lo que significó un nuevo sufrimiento añadido: la soledad. Esa fue la historia que le conté a los jugadores en Bournemouth el día que me presenté ante ellos por primera vez como Sophie. La diferencia es que hoy sé que me puedo sentir mal. Puedo, simplemente, decir: ‘Hoy me siento suicida’, de la misma manera que el resto de la gente padece un dolor de cabeza. Eso me ha liberado del dolor, la culpa y el estigma. Ha sido algo interesante de experimentar. He dado cientos de conferencias en los últimos años, y otra experiencia también interesante es que, al abrirme respecto a mis vulnerabilidades, me volví invisible. Cuando me mostré como era, tenía miedo, estaba preocupada: me sentía una víctima. Si te sientes una víctima e intentas esconderte, te vuelves más visible. Pareces una víctima, lo cual significa que los demás ven tus debilidades y te vuelves una presa fácil para los abusones. Ahora que estoy orgullosa de quien soy, puedo sentir que ya no soy una víctima fácil gracias a esa confianza en mi misma. Hay una frase de Ovidio: ‘Perfer et obdura, dolor hic tibi proderit olim‘, ‘sé paciente y duro, algún día todo este dolor te servirá’. Intento vivir acorde con este lema, tratando de hacer un uso positivo y productivo de mi dolor. Ser capaz de ello ha sido mi mayor victoria. Esa es la lección que puedo enseñar al resto de personas.

Todavía soy hincha del Bournemouth. A veces también echo de menos fotografiar el fútbol, pero no extraño los días lluviosos y fríos de mediados de invierno. Añoro a los aficionados y los días de partido. Echo de menos a mis amigos, pues tenía muchos en aquel entorno. Los trabajadores, los jugadores y el cuerpo técnico del Bournemouth contribuyeron a salvarme la vida.

 


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