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Hablar de fútbol en zonas de conflicto

El fútbol, para los periodistas que trabajan en países en guerra, suele ser una llave útil para abrir la puerta de un nuevo mundo o incluso para salvar la vida

Hablar de fútbol en zonas de conflicto

El fútbol es la teatralización de la guerra

Ramón Lobo

Siempre me ha generado una profunda fascinación la manera en que el fútbol logra abrir puertas y derribar muros insospechados, particularmente cuando se trata de hacer periodismo en zona de conflicto o en perpetua turbulencia.

Mikel Ayestarán, periodista vasco especializado en Oriente Medio y autor del imprescindible Oriente Medio, Oriente Roto, alguna vez obligó a los comensales de un bullicioso bar de El Cairo, en tiempos de Hosni Mubarak, a ver un partido de la Real Sociedad. Promover el evangelio ‘txuri-urdin’ al estilo de Jeremy Irons en The Mission no solo permitió crear nuevos devotos del equipo en otras latitudes, sino estrechar lazos con los cairotas para contar más y mejores historias sobre el terreno.

A su vez, el barcelonés Xavier Aldekoa, uno de los reporteros que mejor se mueve por la África subsahariana y responsable de obras periodísticas monumentales como Océano África e Hijos del Nilo, confesaba, sin pudor alguno, que él no tenía problema en cambiar indistintamente de chaqueta según las circunstancias. Es decir: si asumirse como un fanático del Real Madrid le iba a permitir cruzar una frontera africana intransitable, lo hacía sin importarle si le clavaba una daga por la espalda al equipo de su ciudad.

Esta versión no fue del todo confirmada por su colega y confidente Agus Morales, condecorado con el Premio Ortega y Gasset en 2019 y el Premio Saliou Traoré de Periodismo en español sobre África en 2022, quizá el periodista que mejor controla el subcontinente indio. “¿En serio Aldekoa dijo eso?”, me reviró al respecto durante las postrimerías de la charla que sostuvimos en la sala de máquinas de Revista 5W, en el barrio del Raval. Lo que sí sostuvo Morales fue que, a diferencia de Pakistán, donde el fútbol no importa lo suficiente, en Siria logró entablar una larga conversación con un comandante rebelde que se asumió como radical del Bayern de Múnich. “Desde luego que el fútbol es una llave para entrar a muchos lugares y eso hay que aprovecharlo. Sobre todo en África y en Oriente Medio. Lo que no puedes hacer es esto que dijo Aldekoa. Si eres del Madrid, eres del Madrid. Si eres del Barça, eres del Barça. Si eres de un equipo pequeño, pues eres de un equipo pequeño”, enfatizó.

 

“El fútbol acerca culturas, borra fronteras y difumina clases sociales; permite penetrar en el alma de las personas sobre las que el reportero va a escribir. Saber de fútbol no es de derechas o de izquierdas, embrutecedor o inteligente, es solo un conocimiento útil, una herramienta de trabajo”

 

Habiendo llegado hasta este punto, toca reivindicar la leyenda del incombustible Ramón Lobo, el Luka Modric de las corresponsalías, madridista inflexible cuya hoja de servicio presume la cobertura de la guerra de los Balcanes, Chechenia, los genocidios africanos en la década de los 90, las invasiones a Irak y Afganistán y la segunda guerra del Líbano. El veterano periodista publicó en 2012 El autoestopista de Grozni y otras historias de fútbol y guerra con Libros del KO, dejando varias reflexiones para la posteridad, entre ellas la siguiente: “El fútbol acerca culturas, borra fronteras y difumina clases sociales; permite penetrar en el alma de las personas sobre las que el reportero va a escribir. Saber de fútbol no es de derechas o de izquierdas, embrutecedor o inteligente, es solo un conocimiento útil, una herramienta de trabajo”.

Bajo esta consigna exploré hace unos años buena parte de Irán, en medio de las tensiones diplomáticas derivadas del acuerdo nuclear firmado por la república islámica y las potencias occidentales en Viena. En Meymand, la zona más rural de la Kerman de los chadores negros, trabé amistad con un desconocido en un aldea troglodita mientras hablábamos de Ronaldo Nazario, al que ambos nos referimos con complicidad carcelaria como el ‘Ronaldo bueno’.

 


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Fotografía de Getty Images.