Hervé Renard y el Lille. Dos partes que se unieron el pasado mes de mayo con un mismo objetivo: recuperar glorias pasadas. Juntos, en uno de los peores arranques ligueros del equipo de los últimos años, han caído hasta la 16ª posición de la tabla. Fin de la relación. Renard espera sin equipo y el Lille necesita encontrar una fórmula que evite el descenso. Aunque hoy parezca difícil de creer, ambos pueden recordar que hasta hace bien poco eran sostenidos por un éxito abrumador.
Lo que hizo de aquel Lille que ganó el doblete en 2011 algo inédito fue lo determinantes que supieron ser hombres que, pese a no haber levantado títulos previamente ni ser reconocidos mundialmente, pretendían hacer cosas importantes en el mundo del fútbol. Fue un equipo pequeño repleto de grandes nombres. Hazard, Gervinho, Moussa Sow o Cabaye dominaron bajo las órdenes de Rudi García la Ligue 1. Juntos, hicieron al Lille campeón en una temporada impecable y, como era de esperar, acabarían pagando las consecuencias de haber apuntado tan alto.
Hervé Renard empezó intentándolo en casa, sin demasiado éxito. Para un tipo que nunca despuntó como jugador, con una carta de presentación en la que solo aparece un partido jugado en primera división, resulta algo difícil recibir interesantes ofertas para entrenar. Por suerte, encontró un mentor. En el 2002, cuando Renard conocío a Claude le Roy, el segundo ya se había convertido entonces en el “coaching King of Africa”, conocido así por sus casi 15 años dedicados al fútbol del continente negro. Trabajaron algunos años como entrenador y asistente hasta que decidieron que como ni Asia ni Europa les dieron los resultados esperados, ponían rumbo a África, una tierra tan conocida por Le Roy como lejana para Renard. Ya sin la protección de Le Roy, sería en Zambia donde ‘el hombre de la camiseta blanca’ conocería el éxito.
La histórica temporada 2010-11, con Rudi García al frente del Lille, ‘les dogues’ no solo consiguieron premiarla a base de títulos, sino que constituyeron un equipo referencia en ataque, con una mentalidad ofensiva envidiable y tremendamente efectiva. Después de la culminación del año con una liga y una Copa que hacía más de cincuenta años que no se ganaban, llegaría el mayor reto para el conjunto del norte; mantener aquello que tanto había costado conseguir. Y eso se hubiera logrado si se hubiera sabido como suplir la fuga de talento que se vivió en las filas del Lille. Primero aprovecharon el tirón Adil Rami, Gervinho y Moussa Sow (que había sido el máximo goleador el año del doblete), después encontraron ofertas mejores Mathieu Debuchy y Eden Hazard, hasta que acabó abandonando el barco Rudi García. La llegada de René Girard, en realidad, acabó siendo la constatación del fin de un ciclo, en el que no solo había cambiado la dinámica de resultados de manera evidente, sino que la esencia de ese Lille campeón dio un giro de 360 grados. Los norteños empezarían a convertirse en un equipo extremadamente defensivo (buena prueba de ello es que la nueva estrella del equipo pasaría a ser Enyeama, el guardameta nigeriano).
La decadencia del Lille coincidió con el ascenso triunfal de Hervé Renard en el continente africano. Actuó como seleccionador de Ghana, Zambia y Angola, hasta que en 2012 logró lo que se conoció como “El milagro de Zambia”. Aquella Copa Africana de las Naciones de 2012, ganada ante la todopoderosa Costa de Marfil en la tanda de penaltis entró en los libros de historia de fútbol africano como una de las mayores sorpresas de la competición. Tal fue la gesta de Renard que el FC Sochaux anduvo rápido en su búsqueda para evitar el descenso de la Ligue 1. Como de nuevo las cosas en casa volvieron a salir del revés, y como si se tratara de una especie de ‘Sugarman’ del fútbol francés no dudó en rehacer maletas rumbo a Costa de Marfil. De regreso a África, volvió a ser el mejor; ‘los Elefantes’ levantaron la última CAN y se convirtió en el primer entrenador que lo conseguía con dos selecciones diferentes.
La desesperación acabó uniendo al Lille y Hervé Renard el verano pasado. Por un lado, la necesidad de volver a ser un equipo referencia y por otro, la impaciencia por querer triunfar en Europa. Sin embargo, desde agosto el ‘drama’ no hizo más que agudizarse, haciendo evidente que el problema actual del Lille resulta ser de base, no de liderazgo. Con una plantilla joven y una propuesta de juego pobre, la principal preocupación del conjunto galo es el gol. Con más de la mitad de la temporada por delante, el Lille seguirá probando balas en busca del entrenador que pueda emular lo que en su día hizo Rudi García. Mientras, Hervé Renard esperará una nueva oferta que reclame sus servicios. Una de ellas, ya sabemos de donde vendrá.