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Julián Álvarez: si puede, te va a matar

Que a Julián Álvarez se le exija brillar a la sombra de Haaland, y que aún así lo haga, no hace más que confirmar la magnitud de uno de los mejores futbolistas del mundo en su posición.

A Julián Álvarez le llegó la gran oportunidad de su vida. En enero de 2022 su club de destino tenía más o menos decidido que Gabriel Jesús y Raheem Sterling no continuarían. Él, que había deslumbrado en River con un promedio de goles y un catálogo de movimientos propios de un talento superior, tenía aún por delante cinco meses más en el gigante millonario sabiendo que el Manchester City no sólo le contrataría a él para el puesto de delantero centro. Lo que no sabía es que llegaría una ‘pandemia’ noruega que lo cambiaría todo. Que después de recibir una noticia que cambia vidas, debía descartar titularidades continuas y que todo eso sería así para siempre, no para unos meses. Una criatura que condicionaría todo el tiempo compartido y cuya compatibilidad y confianza plena serían realmente complicadas para cualquiera salvo para Julián, un futbolista vocacional, que se mueve como nadie en zonas de cuarentena y que sobreviviría a cualquier distopía.

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Cinco meses después de su llegada al Etihad, el club asestó el gran golpe mediático que tanto tiempo llevaba buscando: la llegada de Erling Haaland. Y entonces, cuando Julián tendría que adaptarse al país sumando pocos minutos por encuentro, comenzamos a constatar, con mayor profundidad, cómo era su personalidad. Porque la élite, como la naturaleza, es sinónimo de adaptación, y sólo los mejores saben aceptar el cambio. Supimos que algo especial debe de tener alguien que ya suma tres etapas profesionales breves pero intensas en tres equipos distintos formando parte de logros del todo trascendentes, representando en todos ellos un papel cuanto menos importante habitando la antesala y el silencio. No es fácil destacar de él situaciones extraordinarias si se miden desde la imaginación, la genialidad, el desenfreno o el virtuosismo. Sin embargo, su fútbol desprende una fuerza natural y congénita que lo hace brillar. Si pudiéramos medir su impacto entre el tiempo disputado y el valor agregado de cada acción, Julián estaría entre los mejores del mundo, una ecuación innecesaria para saber que evidentemente es así.

 

Si pudiéramos medir su impacto entre el tiempo disputado y el valor agregado de cada acción, Julián estaría entre los mejores del mundo, una ecuación innecesaria para saber que evidentemente es así

 

Supimos, también, que dos son las cualidades que lo elevan en cualquier contexto de juego y que lo convierten en pieza maestra sobre dameros exigentes y trabados. De entrada es un delantero al que la suerte le pilla trabajando. Aunque su capacidad rematadora es fantástica, se mueve anticipando todos los pases posibles y esperando ser el destinatario de quien tenga la pelota. Con él en el campo, es fácil revisar todas las secuencias que acaban en tiro y observar qué hizo Julián. Sus movimientos implican que la pelota acabe en espacios más liberados y prometedores porque es parte activa y permanente en todas las posesiones de peligro. El valor del ‘9’ no debe medirse sólo por lo que hace sobre la vertical del campo, estirando o acudiendo al remate dentro del área, sino también sobre la horizontal, a los lados de cada defensor. Sin tocar el balón durante 90 minutos un delantero tiene que ser capaz de influir en el juego. Sin ir más lejos, Erling Haaland atenaza el poder de decisión de todos los zagueros que buscan prevenir situaciones, obligándoles a reaccionar sobre cada uno de sus desmarques y amenazas, pasillo a pasillo, en la conexión más cercana o la amenaza al segundo palo.

La otra tendría que ver con su capacidad de cálculo, otorgándole una ventaja a futuro de fácil reconversión, de la mano de Pep, en un futbolista capaz de jugar en las cuatro posiciones del ataque e incluso en un centrocampista avanzado. Julian Álvarez posee un atributo innato en relación al juego cuando reconoce de manera magistral qué papel representa en cada recepción de un compañero y en cada segundo del partido. De forma automática arma un movimiento adecuado dependiendo de cuántos compañeros le precedan por detrás y a los lados, haciéndose punta, extremo o centrocampista de manera indistinta. Esto, para alguien que podría dedicarse a vivir del instinto, el control y el disparo, le coloca en otra dimensión entre los delanteros actuales. No en vano Guardiola ha reconocido su extraordinario talento para jugar a muchas cosas.

 

Es un tipo que no desconecta nunca, que desprecia el maquillaje, la mueca o la exageración, que absorbe capas de talento adquirido a base de concentración e intensidad. Lo que le hace un futbolista increíble es su pasión

 

Pero hay algo más. El fútbol, que es un juego que lleva muy mal su traspaso a la ficción porque posee un mejor lenguaje y no necesita proyectar en ella nada que no se atreva a mejorar en su propio escenario, contiene un estudio de personajes en vivo donde se mezclan multitud de caracteres que hacen despegar equipos sin que podamos contabilizarlo. Julián Alvarez pertenece a ese grupo de personas que habla desde el acto y el ejemplo, que traspasa todo con la mirada, que vale más por lo que calla y al que todos secundan cuando decide compartir unas palabras, escondidas en esa sonrisa de chico bueno. Es un tipo que no desconecta nunca, que desprecia el maquillaje, la mueca o la exageración, que absorbe capas de talento adquirido a base de concentración e intensidad, que son los dos ingredientes que dan con la memoria y el aprendizaje. Pero no nos confundamos. Nada de todo eso le acerca a la indolencia, la apatía o la inacción. Lo que le hace un futbolista increíble es su pasión por todo lo que hace. Viene de ganar el Mundial con Argentina siendo suplente de Haaland. Si puede, te va a matar.

 


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Fotografía de Getty Images.

Alejandro Arroyo
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Alejandro Arroyo

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