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El factor humano

Los italianos lo llaman ‘sudditanza psicologica‘, una especie de sometimiento involuntario del individuo -el árbitro- frente a un grupo -un estadio repleto, mayoritaria o exclusivamente, de aficionados del equipo anfitrión- hasta el punto de condicionar su comportamiento. En inglés, el ‘Home bias‘ hace referencia al mismo fenómeno. En España, durante los años 80 se puso de moda clasificar a los árbitros y dividirlos entre palomas -muy caseros- y halcones -lo contrario-. Conceptos transfronterizos que durante décadas han manejado aficionados, periodistas y jugadores pero que jamás han podido ser ponderados estadísticamente. Hasta ahora.

Por primera vez en la historia reciente de este deporte una misma competición profesional se desarrolla en un mismo año, con los mismos jugadores y árbitros, primero con público y luego sin él. El coronavirus llegó, paralizó todos los torneos, y está ahora marcando los límites de su nueva normalidad. Entre el antes y el después surgen preguntas que la estadística solo ayuda a plantear: la respuesta será más compleja y forzosamente multifactorial. El paso de las jornadas permitirá recabar más datos, matizar las tendencias y reforzar la autoridad de las teorías, si es que se consolidan. De momento, con cuatro fechas disputadas tras el retorno de la competición, en Alemania se han celebrado 74 partidos de fútbol profesional entre 1ª y 2ª división. Una muestra pequeña pero acaso suficiente para insinuar ciertos patrones en el arbitraje que solo ahora, a puerta cerrada, han abandonado el territorio de la suposición.

La primera comprobación es sencilla: analizar el reparto de faltas, amarillas y expulsiones entre equipos locales y visitantes en estas cuatro jornadas de mayo -ante tribunas vacías-, y compararlo con el comportamiento de las ultimas cuatro jornadas previas al parón -con gradas llenas-. Como las fechas de mayo suponen una muestra equitativa (todos los equipos han jugado dos veces en casa y dos fuera), buscaremos el mismo equilibrio antes de la aparición del covid19. Para ello prescindiremos de la 24ª jornada, ya que uno de sus encuentros (Werder-Eintracht) se postergó y de hecho acabó recuperándose después de la pandemia, ya a puerta cerrada. Así pues, usamos las jornadas 20, 22, 23 y 25.

En esas cuatro fechas los colegiados mostraron más faltas a los equipos visitantes que a los locales: 406 infracciones foráneas frente a las 389 de los anfitriones. Las tarjetas amarillas se comportaron igual: 82 para los visitantes por las 68 que se mostraron a los conjuntos que actuaban ante su público. Las expulsiones, dos para cada grupo, se registraron de forma equitativa.

Tres meses después, las tendencias generales se han invertido. Ahora son los anfitriones los que más faltas cometen (468 frente a 447), los que más amarillas ven (80 frente a 69) y los que más expulsiones han sufrido (4 frente 3). Con respecto a las faltas señaladas a los conjuntos locales, un detalle evidencia el cambio: tras el parón, la fecha con menor número (105, jornada 28ª) supera el mayor registro pre-covid (jornada 23ª, 103). En tres de esas jornadas disputadas con público los equipos locales no llegaron a las 100 faltas, cantidad rebasada con creces en cada una de las cuatro fechas disputadas a puerta cerrada.

Igualmente llamativo resulta el vuelco casi milimétrico del reparto de las amarillas: de 68-82 se ha pasado a 80-69. En términos globales en estas cuatro jornadas ha crecido un 15% el numero de faltas señaladas. Pero ojo: las locales han aumentado un 20,3% mientras las foráneas lo hacían un 10,09%. De modo que la ligera mayoría de infracciones visitantes registrada antes del coronavirus se ha transformado en una leve preponderancia de las faltas señaladas a los equipos locales.

“Esto es muy sorprendente”, reacciona el ex colegiado internacional Arturo Daudén Ibáñez. “Creo que los parámetros que estás controlando son los pertinentes desde el punto de vista disciplinario, aunque añadiría también los penaltis”. Dicho y hecho: en las cuatro jornadas con público tomadas como referencia, los colegiados decretaron 3 penas máximas a favor de los locales y 2 a favor de los visitantes. Tras el parón, y ya con las gradas vacías, los penaltis favorables a los locales se mantuvieron (3) pero los visitantes se dispararon hasta los 7.

La primera reacción ante esta variación en los patrones arbitrales pasa por vincularla con el cambio en la tendencia de los resultados. Efectivamente, desde la recuperación de la competición los estadios vacíos de la 1. Bundesliga están viviendo un repentino dominio de los equipos visitantes. Si en las últimas dos temporadas completas el 45 por ciento de los partidos acabó con victoria local, ese porcentaje se ha reducido ahora a la mitad, un 22%. “Y normalmente los equipos que van perdiendo tienden a cometer más faltas”, apunta Daudén. Es decir, que no se perdería por cometer más faltas (o no solamente) sino que también se cometen más faltas por ir perdiendo. Es plausible que así sea. Por eso, ayudaría comparar los datos de la primera división germana con los de la segunda, categoría en la que los resultados no solo se están ajustando a la tendencia que dominaba antes del parón sino que incluso se está reforzando: en estas cuatro primeras jornadas sin público los visitantes han sufrido para lograr la mitad de las victorias que lograron en las últimas cuatro fechas con aficionados en las gradas.

Y eso es lo más sorprendente de esta simple comparación estadística: que dos categorías con patrones de resultados totalmente opuestos (mayoría de victorias visitantes en 1ª frente a hegemonía local en 2ª) mantienen, en cambio, una misma tendencia arbitral. Porque la categoría de plata replica exactamente los mismos vuelcos que su hermana mayor: los equipos visitantes han pasado de cometer la mayor cantidad de faltas y de ver el mayor número de tarjetas amarillas, a realizar menos infracciones y recibir menos amonestaciones que los conjuntos locales.

Se ha dejado fuera del estudio de 2. Bundesliga los partidos pre-parón con participación del Dynamo Dresden, ya que las autoridades regionales obligaron a sus jugadores a un confinamiento más largo que ha postergado su regreso a la competición. Por tanto, sobre la base de los 36 partidos previos al parón y los 36 posteriores, las infracciones locales aumentaron un 12,6% mientras las visitantes decrecían un 2,15%. Más evidente aún resulta el vuelco de las amonestaciones: las amarillas a los anfitriones han aumentado un 24,6% al tiempo que las de los foráneos se reducían un 14%. Sin embargo, a diferencia de lo registrado en la 1. Bundesliga, los penaltis en Segunda han aumentado casi equitativamente: de los 4-4 se ha pasado a 10-8, con una leve ventaja para los conjuntos anfitriones.

Y todo ello, como adelantábamos más arriba, sin que haya tenido consecuencias sobre el signo de los partidos, que en 2ª se han mantenido tan o incluso más favorables a los equipos locales. Es decir: son datos que por un lado insinúan un cierto peso ambiental en los colegiados pero al mismo tiempo matizan e incluso cuestionan la influencia del árbitro en los resultados.

En términos globales, los datos de los 68 partidos analizados en el regreso del fútbol profesional alemán arrojan:

  • Aumento del 16,45% en las faltas locales
  • Aumento del 3,97% en las faltas visitantes
  • Aumento del 21,1% en las amarillas locales
  • Descenso del 14,95% en las amarillas visitantes

“Es la primera vez en la historia que podemos comparar datos así”, señala el ex árbitro aragonés Arturo Daudén, con 244 partidos dirigidos en Primera División a sus espaldas. “En mi caso nunca noté la presión por los espectadores; la verdadera presión te la dan las cámaras de televisión”. Por su parte César Muñiz Fernández, escarapela FIFA entre 2007 y 2014, coincide en “lo llamativo de los datos”. “Quizá en esas faltas fronterizas, que pueden ser o no ser, ahora los colegiados actúen menos cohibidos contra los locales”, argumenta el asturiano.

Habrá que seguir controlando estadísticas que nunca antes habían permitido calibrar la ‘sudditanza psicológica‘ o el ‘Home bias‘, esto es: la influencia ambiental en las decisiones de los colegiados. El coronavirus ha puesto de manifiesto el peso del factor humano en muchos sectores de la sociedad, y quizá los estadios vacíos ayuden también a calibrar su impacto en el arbitraje.