Un viaje a Buenos Aires. Un paseo por la Boca. Y, de repente, una imagen que vale más que mil palabras. Si amas el fútbol, tú también habrías sentido ese día el síndrome de Stendhal.
No se conservan recuerdos nítidos de él en el Camp Nou. Es una putada no poder presumir de que el jugador favorito de tu jugador favorito un día jugó para tu equipo.