Guillermo Amor (Benidorm, 1967) se crió en La Masia del Barcelona. Llegó con apenas 12 años, cuando las normas del club prohibían que hubiera residentes de menos de 14 años. Escaló por todas las categorías del club hasta llegar al primer equipo de la mano de Johan Cruyff, siendo uno de los hombres habituales del mítico ‘Dream Team’ que dejó una huella eterna entre la afición azulgrana. Ahora, tras dos etapas al frente del fútbol base azulgrana y una aventura en el fútbol australiano con el Adelaide United, el exfutbolista azulgrana vuelve otra vez a la que siempre ha sido su casa para dirigir el área profesional del fútbol formativo.
En 1998 dejaste el Barça siendo el jugador con más títulos en la historia del club. ¿Qué significa el club para ti?
El Barça forma parte de lo que ha sido mi vida, sobre todo a nivel deportivo. Llegué al club muy joven, con 12 años recién cumplidos. Estaba recién inaugurada La Masia, que fue un paso muy importante de cara a que los chicos tuvieran posibilidades de vivir ahí, de estar en una residencia. Es cierto que yo no podía entrar en La Masia por edad, pero mi familia puso esa condición, que en el caso de que tuviera que venir al Barça y dejar mi casa pudiera vivir allí. Al final, tras una reunión de la directiva, me aceptaron y pude entrar aun siendo más joven.
¿Cómo lleva alguien tan pequeño el hecho de vivir tan lejos de su familia?
Los inicios, los primeros dos años, fueron duros. Estamos hablando de hace 37 años. Imagínate cómo eran las distancias en aquella época, los 500 kilómetros de aquí a Benidorm, entonces era como ir a Alemania. No era fácil. Lo que te mantiene ahí es la ilusión por jugar al fútbol y la ilusión de jugar en un club como el Barça, en un sitio donde todos los chavales quieren estar. Igual que ahora llama mucho, entonces también lo hacía. Eso es lo que te puede, las ganas, la ilusión y la intención de, en un futuro, abrirte un hueco a nivel profesional en el fútbol. Aunque tampoco es algo que pienses cuando eres tan pequeño. Te centras en el día a día, en estar bien, en ser feliz con la gente que tienes alrededor.
En 1982, en la inauguración del Miniestadi, sustituiste a Diego Armando Maradona con solo 14 años.
Fue impactante. Estaba como en una nube, no parecía real. Recuerdo que estaba en las instalaciones del Miniestadi y se hizo una mezcla entre jugadores del primer equipo y el filial para inaugurar el campo. Oriol Tort, en este caso, me dijo: ‘Súbete para el Miniestadi que hacemos un acto e igual hay que hacer algo’. Yo no tenía ni idea de nada. Llegué ahí, se hizo un partido y el campo estaba a tope, quizá uno de los días con más gente en las gradas. Y, al final, salí unos minutos reemplazando a Maradona. Para mí, él era el no va más, le había seguido desde el Mundial juvenil en Japón. Significó mucho. Intenté tocar el balón lo antes posible a pesar de las dificultades. Fue un momento único.
¿Y Cruyff qué significó?
El entrenador del primer equipo significa mucho para todo jugador. Para los fichajes de fuera ya es importante, pero para los de la cantera aún lo es más, porque estás esperando que llegue un entrenador que apueste por la gente de la casa. El año que llegó Johan fue cuando entré ya en el grupo. Estuve con él durante toda su etapa en el Barça [desde 1988 hasta 1996] y significó mucho en todos los sentidos. Por su forma de entender el fútbol, por querer disfrutarlo, él te quitaba la presión de encima y hacía que nuestro rendimiento fuera mucho mejor.
¿Te consideras un referente de la cantera del Barcelona? Fuiste un pionero para los chicos salidos de La Masia que han conseguido asentarse en el primer equipo.
No lo sé, personalmente no me considero nada [ríe]. Otra cosa es que alguien pueda recordarme o tenerme en cuenta en algún momento. Es verdad que cuando los canteranos empiezan a aparecer en el primer equipo, los más pequeños se fijan en ellos. A mí me pasó cuando llegué. Estaban algunos como Pedraza, Vinyals o Covelo y me fijaba en ellos y los admiraba.
¿Quién puede ser el heredero en la Masía de los Milla, Amor, Guardiola o Xavi?
El Barça siempre ha tenido buenos futbolistas en las categorías inferiores. En la cantera hay futbolistas que, por edad, tardarán en llegar, pero hay otros que en un futuro inmediato empezarán a aparecer. Eso de decir nombres no me gusta. Hay que tener calma, paciencia, tranquilidad y confianza. No hay que precipitarse. Vivimos en un mundo en el que vamos acelerados, todo lo queremos rápido. El jugador, las familias, incluso los representantes a veces lo quieren todo muy pronto. Todo tiene un proceso. Seguro que en los próximos años subirá alguno. Es cierto que llegar al primer equipo del Barça no es fácil y quedarse también puede ser complicado. El futbolista joven debe seguir ahí, trabajando, aunque vayan mal dadas.
¿Qué hizo Johan Cruyff para que muchos de los futbolistas del ‘Dream Team’ acabaran años después en los banquillos?
Él quizá no pensaba que esto pudiera pasar. En los últimos años muchos de nosotros nos hemos animado. Yo creo que cuando disfrutas de una profesión, cuando disfrutas de lo que haces, sueles seguir en ello y haciendo las cosas que antes hacías. Primero, porque daban resultado y, después, porque las dominas, porque te diviertes y los resultados acaban saliendo. Practicábamos un fútbol de ataque, de tener el balón, de dominar y de controlar el partido. No a todo el mundo le gusta, pero no todo el mundo se arriesga a hacerlo. Quizá para arriesgarte, tienes que haber vivido y haber mamado eso. Los que vivimos aquella época y tuvimos la ocasión de estar con Johan, nos quedó algo de su idea y creemos en ella. Tienes que creer en lo que haces. Nosotros nunca pensábamos en que nos iban a marcar goles, nuestro objetivo era ir a marcarlos.
“El hecho de marchar del Barça, lo he repetido mil veces, fue mucho más doloroso que dejar el fútbol”
El gol al Madrid en la penúltima jornada de la 93/94, ¿es uno de los mejores recuerdos que puedes tener?
Aquel día me tocó a mí, como en el partido anterior marcó otro compañero. Por circunstancias me tocó a mí y me lo tomo así. Fue importante porque fue en un campo que en aquellos momentos era muy difícil ganar, y pudo significar mucho porque nos mantenía en la lucha por la liga. Recuerdo muy buenos momentos tanto a nivel profesional como cuando era pequeño en las categorías inferiores.
¿Haberte perdido la final de Wembley es la espinita clavada de tu etapa en el Barça?
Yo creo que no. Aquello significó mucho para el Barça, poder ganar la primera Copa de Europa era algo que el club necesitaba. En las semifinales pasó lo que pasó y ya está. El 20 de mayo de 1992 fue un día magnífico para todos, incluso para mí estando fuera. Lo disfruté como aficionado. El partido anterior contra el Benfica, cuando me sacan la tarjeta, a lo mejor fue el primer paso para ganar la final, hay que pensarlo así [ríe]. Si tuviera que cambiar algo de todo aquello, ni de la final ni del Benfica cambiaría nada, igual cambiaría el partido anterior contra el Sparta de Praga, me hubiera gustado jugar aquel partido. Me quedé fuera y es lo único que cambiaría de aquella Copa de Europa. Si hubiéramos ganado en Praga —perdimos 1-0— nos habríamos clasificado para la final.
Koeman, Laudrup, Stoichkov, Romário… ¿Cómo es la convivencia con tantos cracks en el vestuario?
Son gente muy normal. Formamos un grupo muy bueno los canteranos, los fichajes nacionales y también los extranjeros. Enseguida se hicieron al Barça, a la ciudad y creamos un grupo muy unido y familiar que fue ganando con el tiempo. Al principio cuesta, pero todos fuimos entendiendo lo que quería Johan. Lo pasábamos muy bien en el día a día, en los entrenamientos, e hizo que todos estuviéramos con una felicidad enorme. Si encima luego llegan los resultados y consigues títulos, mejor. El inicio fue duro, los dos primeros años costaron y conseguimos una Recopa y una Copa del Rey, pero a partir de la primera liga llegaron más títulos. Cuando coincidimos otra vez [en la celebración de los 25 años de Wembley], que estuvieron Hristo y Ronald, ves que son gente que sienten el Barça, que lo quieren y que los años que pasaron aquí como futbolistas los llevan dentro.
De los 90 hasta la actualidad el fútbol ha evolucionado en todos sus aspectos, ¿qué tiene la filosofía cruyffista para seguir dando éxitos a sus herederos a pesar de que ya ha pasado tanto tiempo desde que el técnico holandés introdujera sus ideas en el Barça?
No es todo igual. El fútbol ha ido creciendo en todos los sentidos. Tienes especialistas en cada área. La idea es la misma, las posiciones y el concepto, sobre todo. Las cosas básicas, como por ejemplo la importancia del juego posicional, las mantenemos todos. Pero a partir de ahí, durante el juego hay mil dibujos y cada uno le ha dado un toque personal.
“Estamos en un deporte de grupo y el futbolista tiene que pensar siempre en el equipo. Te guste o no, buena cara y curro”
Fiorentina, Villarreal y Livingstone… ¿Cómo le resulta salir del Barcelona a alguien que ha vestido la camiseta azulgrana durante una década? ¿Con qué se encuentra uno lejos del Camp Nou?
El hecho de marchar del Barça, lo he repetido mil veces, fue mucho más doloroso que dejar el fútbol. Marché a los 30 años al extranjero y aquel momento fue difícil porque yo solo conocía al Barça futbolísticamente. Fui a una gran liga, a un gran equipo, pero el hecho de salir de aquí era empezar una nueva vida. Se llevó de la mejor manera posible. Después de dos años volví a la liga española, al Villarreal, y creo que fueron dos años profesionalmente distintos, duros y positivos. En la primera temporada estuvimos cerca de meternos en Europa y en la segunda luchamos para no bajar y salvamos la categoría. Luego fue cuando me quedé a ver qué hacía. No me salía nada y me fui a Escocia, al Livingstone, de enero a mayo. Fui porque me gustaba jugar al fútbol y quería seguir jugando. Después de cuatro o cinco meses, ya con 35 años, lo dejé porque coincidió en el 2003 con las elecciones del club y me propusieron la posibilidad de entrar en el Barça.
Fuiste un habitual de la selección desde 1990 hasta 1998, ¿crees que tu estilo hubiera encajado mejor en la Roja actual?
No, yo siempre he intentado adaptarme al equipo en aquello que me encomendasen. En el Barça, con Johan o el entrenador que fuera, y en la selección, si me decía de hacer una cosa u otra, yo intentaba hacerla lo mejor posible y nunca he tenido ninguna queja. He podido pensar que me gustaba jugar más en ataque que en defensa o en la izquierda mejor que en la derecha. Puedo pensarlo, como muchos futbolistas, pero nunca se me ocurriría quejarme. Si hoy toca defender, toca defender; si hoy me dan más libertad en ataque, intentaré aprovecharlo en lo que pueda. Nunca he dicho nada y he intentado adaptarme a la forma de jugar, al sistema de juego y al entrenador que tenga porque es nuestro trabajo como profesionales. Puede salir mejor o peor, pero si vas con la idea de que esa no es tu posición no vas a jugar bien. Tienes que salir pensando que si juegas en esta posición hay que ir a tope, que si te ha dicho que marques a este jugador tienes que dejarte la piel en ello. Hacerlo y cumplir, porque no es para mí, es para el equipo. A lo mejor un día no la toco, pero esto ayuda a que aquel compañero se hinche a tocar balones y meta tres goles. Ese es el camino, el equipo siempre por encima de todo. Estamos en un deporte de grupo y el futbolista tiene que pensar así. Te guste o no, buena cara y curro.
Volviste al Barça en dos ocasiones como responsable de las categorías inferiores. En la primera etapa no se te renovó el contrato y en la segunda se decidió dar un vuelco al organigrama del fútbol formativo azulgrana. ¿Te sentiste maltratado en ese momento por el club?
No, la gente toma decisiones. Es verdad que es un club en el que cuando hay elecciones, hay mucha gente que se presenta y cada uno tiene más relación con unas u otras personas. Estuve de 2003 a 2007. Salí y volví en el 2010 hasta el 2014. Son decisiones, en esta última sí que tuve la posibilidad de seguir en el club, pero en otro lugar. Decidí marchar y cambiar de aires. Al final el Barça es lo más importante y me quedo con eso. Es verdad que en un club como el Barça las decisiones las toman, o las tomamos, algunas personas. Pueden ser acertadas, o no; bonitas, o no; o buenas, o no, depende de para quién le toque. Quiero pensar que para mí lo importante es el club por encima de todo. Para mí, una persona que ama el club desde pequeño, no tengo que decir nada en contra de nadie.
“Cuando eres entrenador hay un grupo de 25 o 30 personas que dependen de ti. Tienes que intentar controlar todo lo que sucede y todo lo que pasa”
¿Cómo ha evolucionado el fútbol en cuanto al aspecto táctico desde que colgaste las botas? ¿Qué rumbo crees que tomará a largo plazo?
Actualmente, la intensidad, la velocidad y el ritmo de juego con el que juegan muchos equipos es muy alto. Se trabaja mucho la transición en ataque y los jugadores salen como aviones. Están esperando ese momento. Esperan, roban y te salen con tres o cuatros tíos y acaban la jugaba muy rápido. En Inglaterra eso es tremendo, el ritmo que llevan ahí es muy rápido, en los últimos años están jugando muy bien al fútbol. Quizá hace años eran más de segunda jugada y ahora tocan, juegan y tienen jugadores de muchísima calidad. A mucha velocidad, tener esa seguridad con el balón es difícil. Hay que estar muy acertado y debes tener mucha calidad. Esto sí que ha subido en los últimos años y físicamente se trabaja más. Ahora todo el mundo va con el GPS, te miran todos los datos. Es un examen continuo. En los próximos años ya veremos, se trabaja mucho con imágenes y vídeos. Esto va evolucionando cada vez más.
¿Qué te llamó la atención de Australia para estar tres años en el Adelaide United?
Nunca había estado. A veces en casa decíamos de escaparnos a Australia. Entonces, conocí a Josep Gumbau, que era el entrenador del Adelaide y había sido entrenador en el fútbol base del Barça y luego dirigió la escuela de los chicos. Hablando con él un día, le pregunté si podía ir un mes. Salía del Barça y quería empezar a tocar el fútbol profesional. Le pedí de trabajar en el campo con ellos. A ver cómo iba aquello, escuchar, oír. Me fui sin nada, a aprender cómo era el fútbol australiano y el futbolista australiano; sin contrato, sin nada seguro. Pasó un mes y medio y me ofrecieron quedarme como Technical Director. El primer año estuve así y en el segundo se marchó Josep, entonces me propusieron ser entrenador y es lo que he hecho en estos dos últimos años. No fue algo que estuviera preparado, salí del Barça y quería poner tierra de por medio, porque sino siempre hay algo que te hace pensar en ello.
¿En qué cambia el fútbol visto desde los dos lados de la línea de cal?
Hay muchas diferencias. La responsabilidad es tuya y si van malas dadas eres tú el culpable. Cualquier problema pasa por ti. Hay un grupo de 25 o 30 personas que dependen de ti. Tienes que intentar controlar todo lo que sucede y todo lo que pasa. Tienes que intentar, en la medida que puedas, controlar todo. Que todo funcione, que haya buen ambiente, que sea un buen grupo, que se trabaje bien, etc. Necesitas tiempo para hacer eso. Los futbolistas llegan ahí a las nueve, entrenan a las diez y después de ducharse se van hasta el día siguiente. Pero cuando eres entrenador, en un equipo de nivel, tienes que estar metido. No puedes pensar por ti en ningún momento, piensas por los demás. Tienes que llegar al vestuario y empatizar, verle la cara a uno y ver que está serio, que el otro está cabreado y aquel está de morros e ir controlandolo, hablar con uno y con otro. Es bonito, disfrutas mucho, pero tienes que estar todo el día preparando el equipo.
¿Qué crees que has mejorado tras tu paso por el fútbol australiano?
He aprendido mucho porque nunca había hecho de míster [ríe]. Los dos últimos años han sido una gran experiencia. El primer año, como Technical Director, tomé buena nota de muchas cosas y aprendi bastante. En el segundo año, ya como míster, el inicio fue durísimo. En los primeros partidos no ganábamos, no ganábamos y no ganábamos. No había forma. A partir de la séptima u octava jornada empezamos a ganar partidos y tiramos para arriba. He aprendido mucho en el manejo del grupo en el vestuario. Es cierto que los que hemos sido futbolistas eso lo controlamos bastante bien, porque hemos vivido situaciones en el vestuario que pueden ser parecidas. En este último año, que los resultados no han sido como en el primero, también he aprendido mucho. Y espero seguir aprendiendo, porque en esta profesión no dejas nunca de aprender, puedes ser un entrenador muy veterano de 70 años y seguirás aprendiendo cosas porque nadie lo sabe todo, y en el fútbol menos. Aunque tengas una edad y una experiencia, seguro que hablas con otra persona de fútbol y te dice algo que tú nunca has oído o que no sabías. Eso es muy bonito.
¿Cómo afrontas esta nueva etapa en el Barça al frente del área profesional de fútbol formativo?
Afronto esta etapa con muchas ganas e ilusión. Es muy importante para mí volver a ser parte del Barça. Haré todo y más para que las cosas vayan bien. En la anterior etapa estaba en el fútbol formativo, área que englobaba desde los prebenjamines hasta el juvenil B. En esta nueva etapa nos encargamos del área profesional, de los dos juveniles y del filial. Creo que el Barça sigue teniendo muy buenos futbolistas en las categorías inferiores y que con esfuerzo y dedicación muchos llegarán al primer equipo, nos proporciona una gran alegría cada vez que uno de ellos lo consigue. Intentaremos buscar las fórmulas para evitar la posible marcha de algún jugador. Somos conscientes de que algunos equipos invierten mucho y no es fácil competir con ellos.