Muchos matrimonios se rompen antes de llegar a los 40 años, pero la pasión de Stuart Astill parece resistir la erosión del tiempo. Su amor no tiene nombre de mujer, sino de bosque: desde hace cuatro décadas no ha faltado a ningún partido del Nottingham Forest hasta que el este lunes tuvo que quedarse en casa obligado por su médico. Esta es la historia de un amor a prueba de derrotas, goles en contra y nostalgias de una felicidad ya pasada.
El 22 de septiembre de 1973 Pinochet llevaba diez días torturando a la democracia de Salvador Allende en Chile, en España Franco seguía inaugurando pantanos y Corea del Norte mantenía una estrambótica dictadura hereditaria sobre sus ciudadanos. Salvo lo de Corea del Norte, mucho ha cambiado el mundo en los últimas cuatro décadas. Un detalle mínimo, sin embargo, se había mantenido inalterado durante todo este tiempo: la presencia de un mecánico ferroviario, Stuart Astill, en su asiento del City Ground de Nottingham. Hasta este pasado lunes, en el que por culpa de una pequeña intervención, Astill se vio obligado a poner fin a su particular racha: 1786 partidos consecutivos siguiendo a su amado Forest en directo.
A sus 67 años, Astill las ha visto de todos los colores. Comenzó su fidelísima relación con su equipo a los diez años y en los siguientes 57 sólo fallaría en tres partidos: el último aquel 22 de septiembre de 1973. Ese día, un íntimo amigo suyo tuvo el feo gesto de rogarle que fuera su padrino de boda… justo a la hora en que su equipo se enfrentaba al Preston North End. Stuart no pudo decir que no, pero aquella tarde puso el contador a cero dispuesto a batir un récord. Lo ha parado esta semana con 1786 encuentros. Dos genereaciones de seguidores y futbolistas han desfilado ante él, que puede relatar casi de forma autobiográfica el último medio siglo de fútbol británico.
En total, ha presenciado 2533 partidos del Nottingham Forest, sin contar partidos de FA Cup ni de la Copa de la Liga. Para ello ha recorrido unas 160.000 millas, unos 250.000 kilómetros: si en lugar de seguir a su equipo hubiera comenzado a caminar hacia la Luna le faltaría menos de un tercio del trayecto. En Nottingham, Manchester, Madrid o Stoke; con lluvia fina o calor asfixiante; con gripes o recién operado, Astill siempre ha estado allí. Una vez, en pleno auge del hooliganismo, el Lutton Town anunció que no aceptaría aficionados visitantes frente al Forest. Stuart viajó unos días antes del partido a Lutton y explicó a los trabajadores del club que no deseaba cerrar tan pronto su racha de presencias ininterrumpidas. “Les pregunté cómo podría hacerlo y me dijeron que la única manera era hacerme socio de ese equipo”. Durante las tres temporadas siguientes, Stuart tuvo el carnet de socio del Lutton en la cartera.
“La única vez que he llorado en un estadio fue cuando ganamos la primera Copa de Europa en Múnich ante el Malmoë “
En 1973, cuando Astill comenzó su obsesiva costumbre, el Nottingham vagaba por segunda división. Dos años después, apareció por allí un entrenador que como la leyenda local, Robin Hood, se dedicó a dar a los pobres lo que le robaba a los ricos. Con Brian Clough en el banquillo, el humilde Forest le hurtó un título de liga al todopoderoso Liverpool de la época antes de atesorar un botín aún más sorprendente: dos Copas de Europa inesperadas y, literalmente, irrepetibles. Astill, cómo no, también estaba allí. “Cuando ganamos la primera Copa de Europa en Múnich contra el Malmoë lloré por única vez en un estadio. Pero aún más bonito fue ganar la Supercopa de Europa en el Camp Nou contra el Barça campeón de la Recopa. Para nosotros era simplemente increíble poder jugar esa competición, que apenas conocíamos por la tele”, evocó hace un tiempo a los compañeros de 11Freunde.
Pero el cuento del Robin Hood futbolístico se acabó y el Forest volvió a segunda. Still, por su parte, sólo tiene un deseo: volver a ver un partido de su equipo en la Premier League. “No creo que ascendamos esta temporada, somos un equipo demasiado pequeño”, afirma, aunque ahora el Nottingham ocupa la quinta plaza y probablemente disputará la promoción de ascenso. En cualquier caso, ya recuperado, él volverá mañana al estadio para presenciar el partido contra el Blackpool. Otra vez en la grada del City Ground. Otra vez con el contador a cero para comenzar una nueva racha. Otra vez el Forest volverá a su vieja costumbre de jugar, ganar, perder, golear, encajar, humillar o ser humillado ante los ojos atentos e inquietos de un mecánico jubilado llamado Stuart Astill.