Mediodía en Portman Road, Ipswich, Inglaterra. En el estadio del equipo local, 30.000 hinchas han invadido el terreno de juego. Su querido Ipswich Town acaba de sellar el regreso a la Premier League 22 años después. Entre abrazos y vitoreo, alzan al cielo a un joven con cara de niño. “Harry Clarke es uno de los nuestros”, le cantan sin parar, y el chico llora y ríe emocionado. Clarke nació en 2001 en la misma localidad del este de Inglaterra. Se empezó a formar como futbolista en la base del club, pero con 14 años se marchó al Arsenal. De allí, fue cedido al Oldham Athletic, al Ross County, al Hibernian FC y al Stoke City, antes de recaer de nuevo en el equipo sub-21 del conjunto ‘gunner’. En invierno de 2023, el Ipswich Town recordó a su pupilo perdido y llamó a su puerta. Clarke dejó Londres para volver a su ciudad natal, aunque en aquel momento los ‘Tractor Boys’ deambulaban por media tabla de la League One, la tercera división inglesa. Cuando llegó, declaró con confianza: “No creo que este club esté aquí mucho tiempo. No se merece estar en League One. Se merece estar en Championship o incluso un escalón más arriba”. Cuánta razón tenía.
El Ipswich Town ha logrado dos ascensos consecutivos y a partir de agosto visitará de nuevo Anfield, Old Trafford o Stamford Bridge. Un logro histórico, teniendo en cuenta de dónde viene. Descendió al tercer escalón del fútbol inglés en 2019, por primera vez en 63 años, y todo indicaba que ahí le esperaba una larga travesía por el desierto. Ni se acercaba a los puestos de ascenso, hasta que en invierno de 2021 llegó un entrenador novato llamado Kieran McKenna. El norirlandés había formado parte del equipo técnico del Tottenham Hotspur y del Manchester United de Mourinho, pero en Ipswich inició su carrera como primer entrenador con la tarea de alzar a un equipo desesperanzado.
Entre abrazos y vitoreo, los aficionados alzan al cielo a un joven con cara de niño. “Harry Clarke es uno de los nuestros”, le cantan sin parar, y el chico llora y ríe emocionado
McKenna había aprendido a lidiar con la presión en el banquillo del Manchester United, y llegaba a la League One cargado de confianza y paciencia. Aunque al principio se topó con el recelo del club y los jugadores, los acabó convenciendo de su planteamiento táctico, de salir jugando desde la propia portería, método que se consideraba poco adecuado para tercera división. En varias ocasiones, sus futbolistas han destacado que la comunicación del técnico siempre es muy clara. “Nuestro trabajo no es soñar, nuestro trabajo es actuar”, declaró en Sky Sports. Pero para pasar a la acción no bastaba con ideas y confianza, también hacían falta bases materiales. Estas la puso el grupo estadounidense Gamechanger 20 LTD, que compró el club meses antes de la llegada del entrenador e hizo desaparecer casi toda la deuda de 100 millones. Reformó las instalaciones de entrenamiento y el estadio de Portman Road, y ha asegurado una buena gestión económica de la entidad en un tiempo muy limitado.
Harry Clarke nació en Ipswich. Debutó con el club de su ciudad cuando estaban en tercera y hoy ascendió a Premier League. Su emoción cuando los hinchas empiezan a corear su nombre. Fulbooo.
— Juez Central (@Juezcentral) May 5, 2024
El Ipswich vuelve a la Premier 22 años después, y lo hace tras dos temporadas casi impecables. En ambas ha acabado como segundo clasificado, certificando así el ascenso directo. Limpio y sin sufrimiento innecesario. En este curso, se ha postulado como el equipo con menos derrotas de la Championship, perdiendo seis encuentros y solo uno de ellos en Portman Road, como ya ocurrió en su última temporada de League One. Además, ha sabido imponerse en una segunda división especialmente dura, con los tres equipos del podio alcanzando y superando los 90 puntos. Ha competido contra Leeds y Leicester, clubes con plantillas que cuadruplican el valor de la suya. Pero el Ipswich, como cantan sus fans, tiene a los suyos. A los que son como Harry Clarke. A los que saben, desde siempre, que este no es un equipo de tercera, ni siquiera de segunda.
La mayoría de los jugadores con más protagonismo en el once titular ya estaban en el club cuando este militaba en tercera división. No ha hecho falta una gran reforma de la plantilla para volver a la élite
Los ‘Tractor Boys’ no tienen una sola estrella, un solo goleador. Es el conjunto el que hace funcionar los engranajes. Además, la mayoría de los jugadores con más protagonismo en el once titular ya estaban en el club cuando este militaba en tercera división. No ha hecho falta una gran reforma de la plantilla para volver a la élite. Mientras Clarke ocupa el lateral derecho, por la izquierda lo acompaña Leif Davis, que a sus 24 años se ha convertido en determinante. Como lateral muy participativo en ataque, ha sido el máximo asistente de esta Championship, con 21 pases de gol. Llegó en verano de 2022 procedente del Leeds. Tanto ahí como en su anterior club, el Bournemouth, Davis no había tenido continuidad y necesitaba un lugar donde asentarse. Su crecimiento ha transcurrido paralelamente al del Ipswich. Demostró tener nivel de sobra para la League One, y ahora también ha brillado en Championship. Junto a los suyos, tendrá la oportunidad de ponerse a prueba en la Premier.
El ascenso se selló el 4 de mayo ante el Huddersfield, en casa. Al Ipswich le bastaba con un solo punto, un 0-0 hubiera sido suficiente. Sin embargo, los de McKenna dieron el último empujón y firmaron un 2-0 con la convicción que los ha caracterizado durante estos dos años. Porque en las gradas ya olía a victoria, a fiesta, a un mediodía imborrable y a una noche larga. Dudo que Harry Clarke se arrepienta de haber vuelto. Quizás escuchó una canción de Ed Sheeran, el cantautor que creció en la región, que es fiel seguidor del club y que patrocina sus camisetas. Quizás escuchó aquella que dice: “I can’t wait to go home”. Durante la temporada, la afición se ha ocupado de acompañar al equipo llenando Portman Road en prácticamente todos los partidos. Como niños que meses antes ya esperan que lleguen las vacaciones y se abran las puertas del colegio para salir corriendo. Nunca un niño ha sentido tanta ilusión por el nuevo curso como la que siente Harry Clarke hoy.
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Fotografía de Getty Images.