Tengo una amiga que idealiza tanto a algunas parejas que, cuando rompen, se le resquebraja algo por dentro. Se le escapa una parte de toda la magia en torno al amor que fue acumulando a lo largo de toda su vida. “Ya no creo en el amor”, sentencia con mucho de dramatismo y algo de desesperación. Al margen de lo poco fiables que son algunas de sus parejas referencia, lo cierto es que cada día es más difícil creer en las relaciones duraderas, más cuando lo que pretendemos es hablar de fútbol. Ese relato maravilloso del jugador afín a una grada, a un escudo o al club de la ciudad donde ha nacido parece perderse en la complejidad de los tiempos en los que vivimos. Nos vamos desromantizando con celeridad a fuerza de talonario.
Una de esas parejas que han últimamente parecía de las más fuertes. Empezar tu carrera y que te comparen con Andrea Pirlo no debe ser fácil. Y que además tú lo pongas difícil y te dejes una melenita para acabar con las dudas tampoco es que ayude. Imagina todo eso cumpliéndose y que tú, además, al que tengas como referente absoluto sea a Gennaro Gattuso. Y, sin embargo, la vida sigue queriendo que la comparación de Sandro Tonali con Andrea Pirlo no frene de manera tan sencilla y el joven mediocentro de Lodi vestirá la próxima campaña de bianconero, eso sí, del blanco y negro del norte de Inglaterra.
Cada día es más difícil creer en las relaciones duraderas, más cuando lo que pretendemos es hablar de fútbol. Ese relato maravilloso del jugador afín a una grada, a un escudo o al club de la ciudad donde ha nacido parece perderse en la complejidad de los tiempos
El caso es que cuando Pirlo salió de Milan, lo hizo hacia la Juventus. Un equipo que desde el norte estaba consiguiendo atar en corto a la Serie A. Dominante, odiada, llena de recursos y siempre con los objetivos más altos cada año. Esa Juventus de 2011 lo quería todo. En el caso de Sandro Tonali, su destino es el Newcastle United. Equipo histórico, con una tradición tremenda en el fútbol inglés que en los últimos años había ido a menos y que sólo el empuje multimillonario de Arabia Saudí y su buen uso de una estructura deportiva de Eddie Howe y compañía han logrado resucitar. Las ‘Urracas’ tienen la ambición de ir creando un equipo ganador que los sitúe por derecho propio en el nuevo orden del ‘Big Six’ inglés.
El italiano será una de esas piezas clave dentro del afán del Newcastle por seguir creciendo. Sin duda es una de las grandes armas que blande el conjunto inglés para la presente campaña, pretendiendo que su calidad como futbolista pueda guiar al equipo franjinegro. Y a pesar de esa aventura tan representativa del manido recurso del viaje del héroe, este idilio ha conseguido resquebrajar buena parte de los sentimientos que a veces se tienen en este deporte. Esos que dependen de la fe y del romanticismo, que, si bien en proceso de extinción, anhelamos al mínimo atisbo de florecimiento.
Sandro Tonali era al Milan lo que al sediento el agua fría. Una historia de amor que nos parecía clara, sin aristas, sin inquietudes, celos o terceros amantes. Pero tanto uno como otro escogieron el camino de la pasta. No se les puede juzgar
Sandro Tonali era al Milan lo que al sediento el agua fría. La deriva de los años anteriores a la consecución del título de la Serie A en la 21-22 parecía argumentar que cualquier esperanza en torno al resurgir de la vieja superpotencia ‘rossonera’ de la Lombardia pasaba por la melena del muchacho en cuestión. De su fútbol, de su calidad, de su habilidad para regir en mediocampo. De ese fútbol que bebía de la herencia de Gattuso y del márketing de Pirlo. De una historia de amor que nos parecía clara, sin aristas, sin inquietudes, celos o terceros amantes. Pero tanto uno como otro escogieron el camino de la pasta. No se les puede juzgar.
Porque, a pesar de todo, no es el Newcastle quien ha conseguido que se acabe el amor entre Tonali y el Milan. El amor seguirá, no hay duda, como lo hará la vida. Esa que a veces nos enseña que la historia a menudo no acaba bien, aunque lo deseemos muy fuerte. Y ya nos lo advirtieron, ojo. En Casablanca, en La La Land… Incluso en la maravillosa Vacaciones en Roma. Todos queremos que Gregory Peck y Audrey Hepburn acaben juntos tras esa aventura romana, pero el final de la película nos deja con el estómago hecho un nudo. Sandro Tonali y el Milan seguirán pensando el uno en el otro, pero la vida continuará. Es lo que suele pasar en este mundo en el que los amores eternos, irónicamente, cada vez duran menos. Lo duro sería que empezáramos a acostumbrarnos.
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Fotografía de Getty Images