Han pasado 38 años desde que España acogiera el Mundial. No todas las historias nacen a partir del triunfo, a raíz de una derrota, la selección de El Salvador quedó marcada. Los salvadoreños acudían por segunda vez en su historia a una cita mundialista y su primer partido le marcó la carrera a Luis Guevara Mora, el portero de aquella plantilla. Lo que sucedió a su regreso a casa es uno de esos hechos tristes que por desgracia nos deja el fútbol. Al menos cada vez se ven menos. Será que hemos evolucionado.
Contexto mundialista
La selección de El Salvador se clasificó por segunda vez en historia para un Mundial en 1982, la anterior fue en el Mundial de 1970 celebrado en México. En su primera experiencia mundialista no pudieron sumar un punto ni anotar un gol. La Unión Soviética, México y Bélgica fueron demasiado para ellos. Doce años después volvieron a estar entre las mejores selecciones del mundo. Pudieron clasificarse tras el previo de Centroamérica y en la siguiente fase dejaron fuera a México. Fue tal la sorpresa de que México no estuviera en el Mundial de España, que la organización ya había pintado el autobús con los colores de mexicanos. Nadie esperaba que El Salvador y Honduras terminaran por delante, fue la primera vez que dos selecciones de Centroamérica acudían juntas a una cita mundialista. El sorteo les situó en el grupo C, junto a Bélgica (subcampeona de Europa), Argentina (vigente campeona del Mundo) y Hungría.
El Salvador no llegaba en las mejores condiciones posibles al torneo. Desde 1980 había una guerra civil asolando el país, era una situación que no podía dejar a los futbolistas tranquilos. Más de 100.000 personas fallecieron. Eso sí, la única tregua que hubo durante la guerra eran los partidos en los que la selección de El Salvador saltaba al césped. Hasta las balas se tomaban una pausa viendo a su equipo nacional. El viaje hasta España fue una locura, la plantilla llegó tan solo tres días antes de su debut y además los futbolistas llevaban hasta seis meses sin cobrar. Por si eso no fuera poco, El Salvador se tuvo que alojar a las afueras de Madrid en un lugar que no se correspondía con la magnitud del evento. Ni tenían balones con los que entrenar. En definitiva, la planificación del Mundial fue todo un caos.
El 10-1 histórico
Con todo este contexto, El Salvador se planta en el Martínez Valero de Elche para enfrentarse a Hungría en el primer partido. En aquella época no había las herramientas de análisis de los rivales que sí podemos encontrar hoy en día, la selección salvadoreña desconocía absolutamente los peligros de Hungría. En la primera mitad el resultado fue tan solo de 3-0 a favor de los húngaros. Tras el descanso llegó el desastre. El 10-1 final dejó dos consecuencias: se trata de la mayor goleada en la historia de los mundiales y ha sido el único gol que ha anotado El Salvador en un Mundial. La afición, y en general el país, no se tomaron precisamente bien aquel resultado. La guerra civil continuaba y aquellos futbolistas se convirtieron en la diana; los insultos y desprecios no cesaron en su vuelta a casa. Ante Bélgica tan solo cayeron 1-0 y frente a Argentina el resultado final fue de 2-0.
Como suele suceder en estas ocasiones, el portero fue uno de los jugadores más señalados. El arquero de aquella selección era Luis Guevara Mora y le sucedió lo mismo que a Moacir Barbosa tras el ‘Maracanazo’. Todo un país le dio la espalda, recibió burlas y faltas de respeto. Guevara no soñó con ser portero, de hecho llegó al fútbol de rebote. Él en sus inicios jugaba a béisbol y baloncesto hasta que un ojeador, necesitado de un portero, se fijó en él y desde entonces se puso bajo una portería. Debutó con la selección absoluta a sus 16 años y con 20 se convirtió en el portero más joven en la historia de los Mundiales que contaba con minutos. Tras el 10-1, Guevara no quería volver a casa, imaginaba lo que allí iba a suceder. Pero lo que no podía imaginar él era que incluso recibiría un atentado contra su persona.
“Cuando me estaban disparando, fue mi madre celestial la que me tenía protegido”
Le dispararon 22 veces con un rifle de asalto mientras viajaba en su coche. “Cuando me estaban disparando, fue mi madre celestial la que me tenía protegido”, señalaba entre lágrimas Luis Guevara Mora a los compañeros de CNN. Hasta ese punto llegó la frustración, se cargó contra un joven portero que venía de disputar el segundo Mundial en la historia de El Salvador. “Lo que viví no se lo deseo a nadie”, añadía el arquero. Guevara se planteó abandonar el fútbol, pero tan solo dejó atrás su país. Durante un par de años probó suerte en el Real Murcia y en Estados Unidos. Años después jugaría también en Guatemala y volvería a casa. Con el paso del tiempo su imagen ha cambiado, el odio se fue quedando atrás y hoy en día se trata de uno de los futbolistas más respetados del país pese a lo ocurrido en Elche.