Al este de la ciudad italiana de Verona suenan acordes de punk. Provienen del estadio Gavagnin-Nocini, sede de un pequeño club de fútbol llamado Virtus Verona. Una voz los acompaña: “¡Seguid a las estrellas rojas sobre el azul! Del bar, de la plaza del barrio popular, nos verás llegar con ganas de cantar y de alentar estos colores que hacen latir con fuerza nuestros corazones. Como un viento del este soplará, más allá del barrio, más allá de la ciudad”. Es la voz de Enrico, cantante del grupo de música Los Fastidios y célebre aficionado del club. Compuso la canción Reds in the Blue en honor al Virtus, haciendo referencia a sus colores.
El estadio tiene un aforo de 1.500 personas, el mínimo exigido para poder competir en la tercera división del fútbol italiano, la Serie C. Fundado en 1921, el Virtus Verona es un club del barrio periférico de Borgo Venezia que ha ido escalando categorías hasta llegar al fútbol profesional en 2018. Se caracteriza por dos fenómenos. Primero, por Luigi ‘Gigi’ Fresco, que ocupa el cargo de presidente y a la vez entrenador desde el año 1982, y es el máximo responsable del éxito de la entidad en las últimas décadas. Le llaman el ‘Ferguson italiano’, aunque ya ha superado en longevidad al técnico escocés. Segundo, por su carácter antifascista, sobre todo el de su afición.
Cuando era pequeño, Enrico iba con su abuelo a ver los partidos del Virtus, que aún jugaba en la novena división. Pasaron los años y el chico siguió su vida alejado del estadio. En 2006, con el equipo ya en la Serie D, volvió. “Cuando llegué, en la entrada se podía leer ‘Hasta la victoria siempre’, la cita del Che Guevara. Me enamoré”, cuenta. Actualmente, el cantante vive a 200 metros del Gavagnin-Nocini y celebró ahí la boda con su mujer Elisa, también cantante de punk y seguidora del Virtus.
El Virtus se caracteriza por dos fenómenos. Primero, por Luigi ‘Gigi’ Fresco, presidente y entrenador del club desde 1982, el ‘Ferguson italiano’, aunque ya ha superado en longevidad al escocés. Segundo, por su carácter antifascista
El mismo año en el que el Che hizo de Cupido entre el Virtus Verona y Enrico, este se unió a otros aficionados ‘rossoblú’ para fundar el primer grupo de tiffosi del club, los Virtus Fans. En 2015, este se disolvió por discordancias internas. En su lugar nació Rude Firm, que perdura hasta hoy, y del cual también forman parte el artista y su banda. En cada partido, el colectivo exhibe pancartas y banderas antifascistas, antirracistas y feministas en las gradas del templo del Virtus. “Alguna vez nos han dicho que fuimos nosotros los que trajimos la política al estadio, pero no es verdad. Cuando llegamos, el Che ya nos estaba esperando”, explica Enrico. “Es un club pequeño con una gran convicción. En nuestro estadio no hay lugar para discriminaciones, homofobia o sexismo. Intentamos promover otra manera de vivir el fútbol”.
La mayoría de los espectadores habituales del Gavagnin-Nocini son veroneses, aunque también se les unen algunos aficionados de localidades vecinas de la región del Veneto. Según Dennis, miembro de Rude Firm y activista político, se trata de personas que se sienten identificadas con el espíritu ‘tiffoso’, pero que no estaban vinculadas a ningún equipo. En el Virtus han encontrado un club de fútbol más afín a sus creencias. El ambiente de los días de partido es festivo, y Dennis lo vive como una celebración familiar.
Pero en el Virtus, y sobre todo en Rude Firm, el fútbol va más allá del campo y más allá de las gradas. El colectivo, que se autodefine como “internacional”, actúa como entidad política, participando en manifestaciones y organizando iniciativas solidarias, siempre bajo la insignia ‘rossoblú’ de su club. Cada año llegan refugiados a Verona, y los aficionados los acogen en las gradas del Gavagnin-Nocini. Se han llevado a cabo recolectas de dinero para que cada uno tuviera una bufanda del club, pero también para ayudarles a contratar abogados y conseguir los documentos necesarios para poder vivir en Italia legalmente. Enrico cree firmemente en la faceta más social del deporte: “Somos pocos, pero hacemos lo que podemos para ayudar a nuestros hermanos y hermanas. El fútbol tiene que unir”.

Algunos de estos refugiados se incorporan a la base del club, y los que destacan pueden llegar al primer equipo. Este es el caso de Sheikh Sibi, portero titular del Virtus. Dejó su país natal, Gambia, y tras un largo viaje, en 2015 llegó a Italia con 17 años. Poco después debutó bajo las órdenes de Gigi Fresco. En 2019 fue convocado por la selección gambiana y finalmente participó en la Copa de África de 2022, alcanzando los cuartos de final. Sibi es uno de los más queridos por la afición. Cuando recibe insultos racistas de las gradas rivales, los fans no tardan en mostrar su apoyo al portero con pancartas de “Sibi uno di noi”.
Cada año llegan refugiados a Verona, y las gradas del Gavagnin-Nocini los acogen. Se han llevado a cabo recolectas de dinero para comprar bufandas. “Hacemos lo que podemos para ayudar a nuestros hermanos y hermanas. El fútbol tiene que unir”
Si apartamos la vista del barrio de Borgo Venezia y su peculiar ecosistema futbolístico y nos dirigimos hacia el centro de la ciudad, la realidad es otra. El Hellas Verona, primer equipo de la localidad, es conocido por tener una afición cercana a la derecha política. En la década de los 90 ondeaban esvásticas en las gradas de su feudo. Históricamente, Verona ha sido gobernada por la derecha, sobre todo desde finales del siglo pasado. El movimiento antifascista veronés es minoritario. “Nunca ha reinado un ambiente muy alegre y optimista, a veces nos hemos sentido como un fortín asediado”, valora Dennis. La sensación de marginalidad se reproduce en los partidos a domicilio del Virtus. A menudo, las ideas políticas de sus seguidores han sido motivo de conflicto en los estadios rivales. Los miembros de Rude Firm son registrados minuciosamente antes de acceder al recinto, y en varias ocasiones se les han requisado artículos del club aunque no mostraran ningún tipo de simbología política.
Los músicos de Los Fastidios pasan gran parte del tiempo alejados de Verona y de Italia. El grupo es exitoso en el panorama de música punk europeo, y realizan giras por todo el continente. Solo en este año, ya han pasado por la República Checa, Alemania, Francia e Inglaterra. El amor por su club de fútbol los acompaña en cada una de las salas, garitos y bares que pisan. Entonan sus canciones en honor al Virtus, como Reds in the Blue o El Presidente, que cuenta la historia de Gigi Fresco. En todos los escenarios, Enrico lleva su bufanda ‘rossoblú’. El artista cuenta orgulloso que “es bonito ver la reacción de la gente, muchas personas alrededor del mundo hablan del Virtus gracias a Los Fastidios. Queremos transmitir que es mucho más que un equipo de fútbol”.
El club de barrio ahora se codea con equipos de la élite. El fútbol moderno está llegando al Virtus. Hace poco, la afición tenía una relación estrecha con los jugadores, pero la comunicación directa ya no es posible. Algo ha cambiado
Dennis y Enrico están de acuerdo en que el fútbol no siempre es bienvenido en sus círculos políticos. Consideran que gran parte de la izquierda peca de superioridad intelectual, y piensa en los estadios como un lugar para ignorantes y violentos. “Es un error. Independientemente de tu nivel de educación, en las gradas convives con personas de todas las clases sociales”, valora Dennis. Rude Firm quiere que más activistas antifascistas se involucren en el deporte. “Los mensajes que mandamos desde este estadio tienen más alcance que esos mismos mensajes proclamados en cualquier plaza”, apunta el cantante.
El club de barrio y familia ahora se codea con equipos de la élite. El fútbol moderno también está llegando al Virtus. Hasta hace poco, la afición tenía una relación estrecha con los jugadores, el presidente y los miembros de la entidad. Intercambiaban deseos y preocupaciones. Ahora, la comunicación directa ya no es posible. Algo ha cambiado con la llegada al profesionalismo. Los ‘tiffosi’ no quieren especificar cuáles son las causas exactas del conflicto para no avivar el fuego, pero algunas discrepancias sobre el funcionamiento de la entidad han causado que la relación se haya enfriado, y los miembros de Rude Firm ya no acompañan al equipo en los partidos fuera de casa. Sin embargo, no se ha perdido el gran respeto hacia Gigi Fresco. Enrico considera -advirtiendo que no se refiere al presidente ni a los jugadores- que los miembros internos del club deberían ser personas con más devoción por los colores.

Dennis recuerda el ascenso del equipo a la Serie C y al fútbol profesional con un sabor agridulce. Era seguidor del Virtus desde hacía tiempo, pero pasó por una etapa en la cual se alejó del mundo del tifo. “En Italia, si haces política en cualquier formación organizada, te acabas encontrando en un clima de guerra civil permanente que no permite evolución alguna”, explica. Cuando el Virtus se proclamó campeón, Dennis justo había vuelto a la militancia política y futbolística. No tenía la sensación de estar viviendo el ascenso como el sueño de una vida. Sin embargo, pese a las amenazas del fútbol moderno, la afición del club veronés espera ver a su equipo en la Serie B en el futuro. Y, por qué no, en la Serie A.
La situación política de la ciudad italiana cambió en 2022, con la elección de Damiano Tommasi como primer alcalde de centro-izquierda después del largo dominio derechista. Tommasi fue futbolista en el Hellas Verona, la Roma y el Levante, entre otros. “En Los Fastidios, en Rude Firm y en el Virtus queremos mostrar que existe otra Verona. Una Verona solidaria y antirracista, y donde el fútbol es más que fútbol”, reflexiona Enrico. La afición espera recuperar la relación que tenía con su club, y sueña con ver al Virtus en lo más alto, sin que por ello tenga que dejar atrás las convicciones que lo definen.