“Mi nombre es Juan Manuel, pero cuando tenía un mes de vida me empezaron a decir que era un niño terrible y de ahí viene lo de Iván. Por Iván el Terrible”, contó Iván Rosado en 2003 en una entrevista con lectores en la página web del Diario As. Nació en Huelva el 24 de abril de 1974, hace justo medio siglo, pero nació ‘txuri-urdin‘: “De pequeño era de la Real Sociedad”. “Me gustaba el equipo. Coincidió con la época que ganaron varias ligas y tengo cariño al equipo. Somos varios de mi barrio en Huelva”, explicó el delantero andaluz en el mismo periódico.
De niño le gustaba jugar a los detectives, según dijo en otra entrevista. “Mi primer regalo de Reyes fueron unas pistolas. Me gustaban mucho los juguetes bélicos”, añadió. La primera pelota llegó al año siguiente. Su padre, Cándido, había dirigido al Recreativo cuatro partidos en el curso 1979-1980, en Segunda, y 13 partidos en el 1991-1992, en Segunda B. La temporada siguiente, la 1992-1993, ya sería la del debut de Iván Rosado con el primer equipo del decano del fútbol español: el 6 de septiembre en una derrota contra el Xerez por 1-2 en el viejo Colombino. Tenía 18 años. El primer gol caería en la última jornada, para salvar un punto en el minuto 90 de un duelo contra el Poli Ejido (2-2).
Marcó 75 goles en 144 partidos y cinco temporadas con el Recre, todas en Segunda: uno en la 1992-1993, once en la 1993-1994, 19 en la 1994-1995, 16 en la 1995-1996 y 28 en la 1996-1997. Las cuatro primeras fueron con Manuel José Villanueva en el banquillo y la quinta, a un paso del ascenso a la categoría de plata, con Joaquín Caparrós.
En abril de 1996, con 22 años, fue entrevistado en la revista de la Universidad de Huelva, por su condición de “estrella” del Recre y estudiante de la licenciatura en Empresariales: “Son dos cosas compatibles. Pero hay que sacrificarse y no es fácil compaginarlo”. Reveló que en la ducha cantaba el himno del Recreativo y que el mejor recuerdo de toda su vida era “mi primera comunión”. Confesó que su “debilidad” eran los dulces y que coleccionaba estampas de santos y que no iba nunca al baño “sin algo para leer”. ¿Piropeas a las mujeres? “Sí, sobre todo a mi madre”. ¿Y cómo reaccionas cuando una mujer te piropea? “Es de bien nacido ser agradecido”. ¿Alguna mujer te ha quitado el sueño? “Sí, pero no el sueño de toda una noche”. También le preguntaban en qué época histórica le hubiera gustado vivir: “Cómo no conozco el futuro y el presente siempre es mejor que el pasado me quedo con el momento actual”. Y qué no soportaba del Recre: “No es que no lo soporte, pero creo que nos dan muy pocas entradas para la familia”.
Rosado marcó el gol de la victoria que significó la salvación, un 0-1 en Anoeta en la última jornada. Ningún futbolista de Osasuna había llegado a esas cifras en un curso en Primera desde 1958, con 15 tantos de Sabino Andonegui
Y si sentía una estrella: “¿Qué he hecho yo para ser una estrella?”. Pero ya lo era. Y en 1997 fichó por el Rayo Vallecano para debutar en Segunda, poniendo fin a una gran etapa en el Recreativo: sigue siendo uno de los máximos goleadores de la historia del club. En el curso 1997-1998 celebró nueve goles, solo superado por José Manuel Prieto (11), cuatro más que Onésimo Sánchez y el neerlandés Dave van den Bergh y cinco más que Míchel Sánchez y el argentino Ezequiel Castillo. Su participación cayó en la temporada 1998-1999, con Juande Ramos de técnico: solo sumó cuatro titularidades y 700 minutos, mil menos, pero contribuyó al regreso del Rayo a la máxima categoría con dos dianas.
No pudo debutar en Primera con el Rayo y en invierno recaló en Osasuna en calidad de cedido. Aquel movimiento propulsó su carrera, bajo la tutela de Miguel Ángel Lotina: en 19 titularidades y 21 participaciones marcó once goles y fue clave para que el equipo navarro ascendiera a Primera. Acabó segundo a cinco puntos de Las Palmas y con uno más que el Villarreal, tercero, y el Salamanca, cuarto y ya fuera de los puestos de ascenso, y con cuatro más que el Lleida y el Mérida. Media temporada fue suficiente para que Rosado acabara en el top-15 de la clasificación del pichichi, que sería para Salillas (20, Levante). El onubense fue el máximo goleador de Osasuna, con tres dianas más que Ziganda.
“La familia Ruiz Mateos se portó conmigo excelentemente bien. No es que yo no quisiera seguir en el Rayo, sino que lo más conveniente para todos, al continuar el mismo entrenador en Vallecas, era no volver. Ante esa situación Osasuna esperó un tiempo para negociar y para poder conseguir una rebaja en la opción de compra [1,2 millones de euros] que le venía muy bien para sus arcas. Me transmitieron que querían ficharme y estaban dispuestos a pagar la cláusula. Negociaron bien y obtuvieron una rebaja interesante”, afirmó en una entrevista en el portal elsadar.com. El fichaje se acabó concretando por menos de 100 millones de pesetas, es decir, por menos de 600.000 euros.
Su bautizo en Primera llegó, al fin, en la temporada 2000-2001, con el ’20’. Y fue sobresaliente. Marcó 14 de los 43 goles de Osasuna, casi un tercio, y contribuyó de forma decisiva a la permanencia: el conjunto de Lotina terminó 15º con 42 puntos, solo uno más que el último Oviedo de Primera División (18º). Rosado marcó el gol de la victoria que significó la salvación, un 0-1 en Anoeta en la 38ª jornada. Ningún futbolista de Osasuna había llegado a esas cifras en un curso en Primera desde 1958, con 15 tantos de Sabino Andonegui. Las 14 dianas de Rosado eran la mejor marca del siglo XXI para un jugador ‘rojillo’, en Primera o en Segunda, hasta este 2024. Hasta Ante Budimir.
El jugador contaba con el cariño de la prensa y sobre todo de la afición de Osasuna: en la presentación del equipo ovacionó a Rosado y dedicó “una estruendosa sonada de pitos” al cuerpo técnico de Aguirre
Rosado había celebrado 25 goles en una año y medio, convertido en ídolo de El Sadar. “Recibí un premio del Marca como mejor futbolista del mes de marzo y otro de Estudio Estadio como mejor jugador de abril. Quién me lo iba a decir a mí”, reconoció. Su padre iba a verlo a El Sadar desde Huelva, conduciendo.
Mantuvo la titularidad en las dos temporadas siguientes, 2001-2002 y 2002-2003, muchas veces como segundo punta, ya con el ‘9’, pero sus números se ajustaron a la realidad de un equipo tan poco goleador como era Osasuna en esos años: hizo cinco y seis goles, por los nueve y ocho de John Aloisi, pichichi ‘rojillo’. Su cromo del año 2002-2003 le definía como “un cazagoles oportunista y un excelente rematador” y señalaba “la picardía en el área” como su punto fuerte. Tenía tres estrellas de cinco.
En junio de 2003 respondió la entrevista con lectores del Diario As. Uno le preguntaba si era cierto que Osasuna quería venderle y añadía que “sería un suicidio por parte de Izco: Rosado es Osasuna y Osasuna es Rosado“. “Recibí la información a través de la prensa y se me pasaron muchas cosas por la cabeza. Pero prensándolo bien un futbolista donde tiene que hablar es en el terreno de juego y eso creo que eso lo he hecho en los tres años y medio que llevo en Osasuna”. Aprovechó para desear suerte al Recreativo de cara a la final de la Copa. El conjunto onubense había vencido a Osasuna en las semifinales, precisamente: “Fue un palo tremendo y quizá nos caímos un poco. Se nos complicó la permanencia, pero al final, aún sufriendo como todos los años, se ha conseguido”. El equipo de Javier Aguirre acabó 11º con 47 puntos, con once de margen sobre el Recre y la zona roja. “Para todos los recreativistas como yo es una pena el descenso, pero ojalá la Copa del Rey se marche a Huelva”, dijo, pero el Mallorca se impuso de forma clara en la final (0-3). Rosado también afirmó que, mirando hacia el futuro, le gustaría colgar las botas en Osasuna o en el Recre, pero “todavía me quedan años de fútbol”.
El curso 2003-2004 solo sumó cuatro titularidades, 15 participaciones y 500 minutos en LaLiga, a la sombra de Aloisi, (6), Ibrahima Bakayoko y Pierre Webó (4) e incluso Richard Morales (2). Solo aportó un gol. El sábado 27 de septiembre de 2003 ante el Deportivo de La Coruña en El Sadar (3-2). Sería el último de los 37 que marcó como ‘rojillo’.
El 29 de agosto de 2004 El País habló de un “pertinaz pulso” entre Rosado y Aguirre: “Iván Rosado solo encuentra consuelo en la afición de Osasuna. El futbolista onubense ha pasado de estrella a ídolo caído tras una temporada, la pasada, en la que no dispuso apenas de oportunidades para demostrar la clase que atesora. Ha sido un calvario de 11 meses para este delantero rematador que en su primera temporada con el club navarro logró 14 tantos, una marca difícil de batir en un equipo que tiene relaciones difíciles con el gol”. El atacante afirmó, en una rueda de prensa a principios de agosto: “Me ha dicho que soy el último delantero de la plantilla. También que la situación en la que he estado en la gira por Inglaterra para él no ha sido inhumana. Ante estas palabras le he preguntado qué calificativo le pondría él. Le he preguntado igualmente que si ha sido un trajo vejatorio y me ha reconocido que sí. Aguirre me ha comentado que ha sido una situación despectiva y humillante, pero no inhumana según su criterio”. “Solo quiero intentar olvidar lo sucedido. Lo que deseo es trabajar y que se hable de Osasuna y no para desestabilizar nada”, remarcó.
Con “una espinita clavada en el corazón” por no haber tenido la posibilidad de despedirse de la afición ‘rojilla’ desde el césped, en 2005 volvió a la categoría de plata. Jugó un año en el Xerez y dos en el Málaga
El jugador contaba con el cariño de la prensa y sobre todo de la afición: en la presentación del equipo ovacionó a Rosado y dedicó “una estruendosa sonada de pitos” a un cuerpo técnico que “decidió presentarse en pleno, sin nombres para evitar posibles escándalos”, según El País. El club trabajaba para buscarle una cesión, “una salida en el mercado de fichajes de última hora, con el objeto de repescarlo si se produce un cambio de técnico. Y es que a Rosado se le quiere en Pamplona por su garra, su infatigable lucha y su espíritu ganador”. El texto destacaba: “El técnico mexicano ya le ha colgado el cartel de sexto delantero de la plantilla, lo que en un equipo que suele actuar con un solo punta significa la condena al ostracismo. Para un jugador de 30 años esto solo tiene una lectura: el epitafio de su trayectoria. Además, la llegada de Milosevic ha dado una nueva vuelta de tuerca a su simbólica situación. Tras tres temporadas con el número ‘9’ a sus espaldas, Rosado se ha visto obligado a prescindir, contra su voluntad, de su dorsal favorito y a vestirse con el ‘4’, más propio de un central que de un goleador. Otra vejación que sumar a su larga lista de agravios”.
“El pulso entre delantero y entrenador continúa y, con las vías de diálogo cerradas, solo la salida de uno u otro pueden variar el panorama”, concluía la noticia de El País. Al final Rosado siguió en la plantilla, pero Aguirre solo le brindó una titularidad y siete participaciones en LaLiga. Más 91 minutos en la Copa repartidos en cinco partidos. Osasuna llegó a la final, pero el jugador, fuera de la convocatoria, vivió el gol de Dani y la derrota ante el Betis en la prórroga (2-1) en la grada del Vicente Calderón. “Solo quiero recordar lo bueno, lo positivo. No le guardo rencor a nadie. Porque sería vivir condenado de por vida. Al revés: estoy agradecido por todo lo vivido. Y lo menos positivo me hizo ser más fuerte y me ayudó para el resto de mi vida. Le deseo lo mejor a Aguirre”, dijo en elsadar.com. En cada entrevista que da habla del amor por Osasuna y El Sadar.
Con “una espinita clavada en el corazón” por no haber tenido la posibilidad de despedirse de la afición ‘rojilla’ desde el césped, en 2005 puso fin a su etapa en Navarra para volver a la categoría de plata. Jugó un año en el Xerez y dos temporadas en el Málaga: en la segunda y última (2007-2008) celebró un ascenso a Primera, el último del club de La Rosaleda y el tercero de su carrera. “En Osasuna jugué seis temporadas, cuatro muy buenas. Pero, ojo, en el Málaga me retiré. Mis hijos llevan en la mochila los pines de Osasuna, el Recre, el Málaga y el Rayo. Llevan la trayectoria del padre”, afirmó en una entrevista en El Desmarque Juan Manuel Rosado, Iván el Terrible.
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Fotografía de Getty Images.