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El triste final de los villanos

El Heidenheim se ha quedado finalmente sin ascenso a la Bundesliga, pero su legendaria historia sugiere que pronto aparecerá una nueva oportunidad

Deberíamos valorar más y mejor los finales tristes. Aquellos en los que piensas que, irremediablemente, el director rematará el film con un giro de guion que propulsará el aplauso general de la sala, pero que, para sorpresa del respetable, acaba en un silencio incómodo e, incluso, algún incomprensible abucheo. Porque los finales tristes son necesarios; empatizas con el perdedor, con su mirada devastada tras el combate perdido, y ansías su revancha, llegue cuando llegue. La de 1. FC Heidenheim llegará más temprano que tarde, porque la mirada del técnico Frank Schmidt tras caer en la promoción de ascenso a la Bundesliga contra el Werder Bremen no solo transmitía tristeza y rabia, sino convencimiento de que la secuela de esta película tendría un final más amable para sus intereses. El público general celebró la permanencia de un histórico alemán en la Bundesliga, pero cada perspectiva nos confirma que siempre hay una historia más que explorar y aprender. La del Werder Bremen, el que todos querían que venciera, la conocemos de arriba abajo, y conocer la del que era para muchos el villano es aún más emocionante.

Para comprender la historia del Heidenheim, es imprescindible remontarse muchos años atrás. De hecho, ningún otro club alemán podría hacerlo tanto, ya que el FC Heidenheim 1846 fue la sección de fútbol del club deportivo más antiguo de Alemania. Esta pequeña ciudad del estado federal de Baden-Württemberg, en el sur de Alemania, fue un enclave romano estratégico de mucho valor gracias al castillo Aquileia, ruinas del cual se acabaron convirtiendo en la ciudad más importante de la zona, por la intersección de cinco carreteras romanas. 18 siglos después, la población volvió a tomar relevancia a nivel socioeconómico. Al estar en un lugar de paso, entre Múnich y Stuttgart, y entre Nürnberg y Zürich, el desarrollo textil le convirtió en un núcleo industrial, cuna de muchas empresas.

Ese mismo siglo y en esa misma ciudad nació el club deportivo más antiguo del país. El Turngemeinde Heidenheim fue fundado el 14 de agosto de 1846, originariamente como un club de gimnasia que ha acabado abarcando 30 disciplinas y con más de 5.000 miembros en su plantilla. Pero no fue hasta el 1910 que los trabajadores de una de las empresas surgidas durante el desarrollo industrial, la Voith, idearon el que sería el departamento de fútbol del club, que se creó finalmente en 1911, y que se independizó en 1922 bajo el nombre de VfR Heidenheim.

 

Para comprender la historia del Heidenheim, es imprescindible remontarse muchos años atrás. De hecho, ningún otro club alemán podría hacerlo tanto

 

El club sufrió fusiones con otras entidades, pero la más importante fue la que le unió al TSB Heidenheim y el VfL Heidenheim, que originó el SB Heidenheim, club que volvería a reunir a más de 4.500 miembros tras la separación de 1922. Durante todo el siglo XX, la institución navegó en categorías amateurs del fútbol alemán, consiguiendo hasta cuatro apariciones en la DFB-Pokal (Copa Alemana) gracias a sus títulos en competiciones regionales, pero con la entrada al nuevo milenio su suerte cambiaría para siempre.

Porque ese equipo histórico pero al fin y al cabo pequeño se convertiría en un experto en la materia de los ascensos, logrando pasar de la sexta a la segunda división nacional en tan solo 10 años, un éxito del que pocos pueden presumir. En la temporada 2003-04, los de Baden-Württemberg, que aún jugaban en la Verbandsliga (sexta categoría), ascendieron a la Oberliga, y esa gesta supuso el inicio de un ciclo triunfal para la entidad. Tres años después, el panorama del club ya era totalmente diferente.

Probablemente, 2007 fuera el año más importante en la historia reciente del club. La sección de fútbol abandonó el HS Heidenheim, formándose el 1. FC Heidenheim 1846. Sin embargo, ese sería el cambio superficial, un nuevo look para el club, pero el relevo realmente imprescindible para explicar la evolución del equipo fue en el banquillo. Abandonó el puesto de entrenador Dieter Märkle y llegó al cargo Frank Schmidt. Mejor dicho, nunca lo dejó, porque Schmidt, nacido en Heidenheim, jugó sus últimas tres temporadas como futbolista en el mismo club (2004-2007), y pasó de liderar en el campo desde la posición de mediocentro a hacerlo desde el banquillo. 13 años después, ya es el entrenador de la actualidad más longevo en su club en el fútbol profesional alemán.

El nuevo rol de Schmidt fue fructífero para ambos bandos, ya que contaba con el liderazgo y credibilidad necesarios para convencer a sus jugadores de su discurso. Así, llegaron dos ascensos más, esta vez consecutivos. En el segundo, el de la temporada 2008-09, se le unió el que sería su mano derecha y personificación de la figura de Schmidt en el verde. Marc Schnatterer llegó libre al Heidenheim y no tardó en convertirse en un jugador importante, erigiéndose como imprescindible ya en la primera temporada, en la que los de Frank Schmidt lograrían tocar el cielo con el ascenso a la 3. Liga, la tercera división.

Para esos valientes de Heidenheim, el cambio de categoría no supuso ningún problema. En las cinco temporadas que pasaron en aquella división, nunca sufrieron por el descenso, con la novena posición como peor resultado. Marie Curie no se equivocaba cuando decía que a nada se le debe temer en esta vida, sólo hay tratar de comprender. Y esa plantilla hacía tiempo que comprendía que, por mucho que se encontraran cada año con equipos más poderosos, no dejaban de ser 11 tipos ante otros 11 tipos con un balón de por medio. En la 13-14, liderados por Marc Schnatterer, que fue el jugador con más goles y asistencias del equipo, llegó otro título de liga superando al Leipzig, y el Heidenheim pudo debutar en la 2. Bundesliga.

Hacía mucho tiempo que los de Schmidt habían perdido el miedo a ser el equipo pequeño de la nueva competición a la que ascendían. Lo asumían como un nuevo reto al que enfrentarse, un nuevo motivo por el que superarse a ellos mismos. Ese era el motor que seguía manteniendo al Heidenheim funcionando como un reloj suizo. Mismos métodos, mismos resultados. Y seis temporadas después nadie ha podido mover a los del sur de Alemania de esta categoría. En su debut, amarraron una más que notable octava plaza sin pasar apuros. El peor registro en la 2. Bundesliga fue la decimotercera posición de la 17-18, a la que le han acompañado los dos mejores registros de la historia del club.

De hecho, el Heideheim ha calcado sus dos últimas temporadas, logrando en ambas las mismas victorias, empates y derrotas. En la 18-19, estos números le valieron para la quinta posición, y en ésta ha llegado el premio en forma de promoción al haber sido tercero en un final de temporada de infarto en el que le arrebató la plaza a todo un gigante del fútbol alemán como el Hamburgo.

Otra figura de vital importancia para el constante crecimiento del Heidenheim es su director general, Holger Sanwald. Frank Schmidt y su ejército de jugadores han escalado mil y una montañas, pero Sanwald ha sabido adaptarse temporada a temporada para traerle a su entrenador las mejores herramientas. “Es simplemente surrealista. A veces tenemos que frotarnos los ojos para creérnoslo, pero sabemos cómo mantener nuestro desarrollo en perspectiva”, reconocía Sandwald tras determinarse que el equipo lucharía por el ascenso a la Bundesliga. Para el director general de 52 años sería algo muy especial y emotivo, ya que ha vivido todos los pasos del club desde dentro, trabajando por el Heidenheim desde 1994. La ambición nunca ha faltado tampoco. Y es que el mismo Holger Sanwald afirmó sin tapujos que “no nos podemos creer menos de los que somos. Tenemos presupuesto para estar en la zona alta, y creo que podemos hacerlo”.

El tocar la gloria y ascender a la Bundesliga quedaba por tanto a un solo paso: había que derrotar a un histórico como el Werder Bremen en la promoción de ascenso. Con un once repleto de alemanes y un solo jugador austríaco en el banquillo, el Heidenheim plantó cara en la ida, que se disputaba en el Weserstadion de Bremen, y arrancó un 0-0.

 

Con un once repleto de alemanes y un solo jugador austríaco en el banquillo, el Heidenheim plantó cara en la ida, que se disputaba en Bremen, y arrancó un 0-0

 

En la vuelta, que se disputaba en el Voith-Arena de Heidenheim, con capacidad para 15.000 espectadores y evidentemente vacío, el partido se torció en los primeros compases para los locales. Nada más empezar, en el minuto 3, el central Norman Theuerkauf introducía el balón en su propia portería, obligando a su equipo a tener que marcar dos goles para remontar. Notó la falta de apoyo en las gradas el Heidenheim, que se vio superado por el talento que no había aparecido durante la temporada pero que sí mantenía el Werder Bremen. Sin embargo, Schmidt supo levantar a su equipo, que igualó la contienda con un tanto en el minuto 85. Sin embargo, un nuevo fallo de Theuerkauf propició la segunda diana de los visitantes, que remataron la faena a pesar el gol de penalti final del Heideheim en el 98’, que ya no valió para nada.

Mientras el mundo del fútbol celebraba que el Werder Bremen no se derrumbaba cayendo al infierno de la segunda división, Frank Schmidt permanecía sentado en el banco del Voith-Arena. Los ojos abiertos como platos observando la nada, preguntándose si finalmente habían sucumbido al miedo, a la presión del último obstáculo antes de llegar a la élite. Nada más lejos de la realidad. Le costó unos segundos levantarse y salir a animar a sus jugadores, aunque se hubiese quedado a un gol de poner la puntilla a la obra de orfebrería que inició en 2007. El técnico declaró tras la decepción que “todo es cuestión de procesamiento. No debemos sentirnos como un perdedor”. Ya pensando en el siguiente reto, añadió que “levantaremos la cabeza, tengo una aspiración y la llevaré a cabo hasta el final”.

Los villanos suelen tener los finales más tristes, pero a Frank Schmidt y su 1. FC Heidenheim el destino les tiene reservada una secuela para su historia en la que, esta vez sí, disfrutarán del final que merecen.

 


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Fotografía de Getty Images.