PUBLICIDAD

El retiro del león

Después de 19 temporadas compitiendo a primer nivel, Nicolás Burdisso sabe que sus días de gloria quedaron atrás y lo único que queda es colgar las botas

Se acabó. Lo pensó durante meses después de quedarse sin equipo para esta temporada. Había llegado el momento. Ese instante triste y doloroso que supone un golpe de realidad para cualquier futbolista. No hay tiempo para más. Se acabó el descuento y no habrá más convocatorias, partidos, victorias ni derrotas. Agarró las botas y las colgó. Por lo menos, las guardó en el armario y en la memoria de miles de aficionados. Se retiró Nicolás Burdisso.

A sus 37 años comienza una nueva vida alejada de los terrenos de juego. Echará la mirada atrás para recordar sus mejores momentos como futbolista. Porque de muy “chiquito”, como dirían en su Altos de Chipión natal, Nico comenzó a patear un balón. Comenzó a forjar aquel extraño vínculo con el esférico, que solo entienden los que se dedican a él, en las categorías inferiores de Newell’s. Allí, bajo la atenta mirada de Jorge Griffa, creció y despuntó en las diferentes categorías en las que competía. De sangre caliente, Burdisso era un guerrero en la cancha. Pero un guerrero con calidad. Seguramente por ello, cuando Griffa hizo las maletas y se hizo con el puesto de director deportivo en el Boca Juniors, se llevó con él al joven Nico.

Con él en su plantilla, la fortuna de Boca cambió completamente. Burdisso comenzó su carrera en 1999. Fue su primera temporada en el primer equipo y comenzó, como no podía ser de otro modo, desde abajo, siendo suplente de Walter Samuel y Jorge Bermúdez. Con la llegada del nuevo milenio, su relevancia en la plantilla fue en aumento. Ese mismo año ganaría sus tres primeros títulos: La Copa Libertadores, el Torneo Apertura 2000 y la Copa Intercontinental. Dicen que el destino es caprichoso. Su primer gol sería, precisamente, frente a Newell’s. Ya es casualidad. Un año más tarde, Nico sumaría su único éxito con su país, al salir campeón del mundo con la albiceleste sub-20.

En 2002, tras dos años peleando por la titularidad, Burdisso tendría la ocasión de convertirse en uno de los dos centrales principales de Boca. En 2003 ya no había discusión sobre quién era el líder de la defensa. Aquel año, además, ganaría nuevamente la triple corona, levantando la Libertadores, el Torneo Apertura y la Copa Intercontinental.

Las llamadas desde el viejo continente hicieron sonar los teléfonos de las oficinas de Boca. Cruzar el charco siempre ha sido uno de los sueños de los futbolistas sudamericanos. Para Nico, la oportunidad llegó desde Italia, tierra de sus antepasados. Aterrizó en Milán y se sumergió en una nueva ciudad, una nueva cultura y un nuevo club: el Inter de Milán. No lo hizo solo. En el Giuseppe Meazza le esperaban compatriotas como ‘La Bruja’ Verón, Cambiasso, Julio Cruz, Kily González o Zanetti. Corría el año 2004. Lo que no esperaba el joven defensor argentino era que aquel sería el año más complicado de su vida. En casa de Cambiasso, entre pizzas y fútbol, Angelina, su pequeña, cayó de un sillón. Él y María Belén, su mujer, pensaron que sería un golpe sin importancia pero no fue así. Los meses pasaban y la inflamación seguía presente en Angelina. Los pronósticos empeoraron y a los pocos meses le detectaron leucemia aguda.

 

“El llanto ya acabó”, anunció Burdisso cuando supo que su hija estaba curada

 

Comenzaba el partido más importante de su vida y ni siquiera podía jugarlo. El fútbol dejó de ser importante. Tampoco lo eran los contratos, la carrera deportiva o el salto a Europa. Burdisso habló con Moratti, entonces presidente del Inter, y el resto de la directiva para anunciarles que lo dejaba todo. “Conocí un mundo nuevo: el de las familias que pelean por la salud de sus hijos y también el de los chicos que pelean por salir adelante”, declaró Burdisso a La Nación. Nico se volcó con su pequeña y estuvo siempre a su lado para alentarla cada día. El partido duró más de la cuenta. Demasiado para una guerrera de corta edad. Pero venció. Venció para alegría de sus padres. “El llanto ya acabó”, anunció Burdisso cuando supo que su hija estaba curada.

Aquella victoria permitió al ‘león’ a volver con más garra que nunca. Aquel apodo caído en desuso volvió a coger fuerza tras la complicada etapa que vivió. Regresó al Inter en 2005 y permaneció en Milán hasta 2009. En esos años, Nico ganó cuatro ligas, tres supercopas y dos copas de Italia. Destacable fue la Coppa de 2007, de la que salió como máximo goleador para sorpresa popular. Lamentablemente, Burdisso también vivió un triste episodio en la Champions League. Fue protagonista de la gran pelea que se produjo entre futbolistas del Valencia y del Inter, en el partido de vuelta de los octavos de final. En la ida ya se había enfrentado a Joaquín, entonces futbolista ché. La vuelta, con el ambiente caldeado, acabó a golpes. “Marchena y yo lo celebramos. Vimos que Burdisso vino corriendo hacia nosotros y no podíamos pararlo porque era un león. Menos mal que le dio por Carlos (Marchena)… Si le da por mí, me mata”, comentó, con su humor característico, el propio Joaquín en rueda de prensa. Nico, tras un puñetazo de David Navarro, acabó con el tabique nasal roto. Por ello, junto a otros jugadores, fue sancionado por la UEFA.

En 2009, Nico cambió Milán por Roma. Poco tardó en hacerse con la titularidad en la zaga giallorossa y permaneció cinco años en la capital italiana. No obstante, tras abandonar el Inter, Burdisso no levantaría más trofeos. Sin embargo, el defensa seguía siendo un fijo en todas las alineaciones, tanto a nivel nacional como a nivel internacional. En 2011, el argentino volvió a ser protagonista de muchos medios por la acalorada discusión que tuvo con Messi al final del encuentro ante Colombia, que terminó en empate a uno, en el marco de la Copa América. “Él quería la pelota, yo se la quería dar, pero no podía y llegamos al vestuario peleando. Se me vino encima y me paré delante. Nos tuvieron que separar”, recordó Burdisso en un programa de la televisión local argentina. A finales de ese mismo año, el defensor sufrió la lesión más grave de su carrera deportiva, también en un partido de selecciones. En un lance de juego con James Rodríguez, su rodilla se flexionó hacia el lado contrario. Se rompió el ligamento cruzado, el ligamento posterior, los dos meniscos, el ligamento colateral interno y sufrió, además, una fractura del platillo tibial. Comenzaban seis meses de rehabilitación antes de volver a los terrenos de juego.

Tras una última temporada en Roma, en 2013, en la que apenas jugó cinco partidos, decidió poner punto y final a su etapa en la capital italiana y se enroló en las filas del Genoa por un precio simbólico de mil euros. Allí volvió a ser importante. Y lo fue durante las cuatro temporadas que disfrutó con los Grifone. De hecho, su última campaña en el Genoa fue en la que más participaciones cosechó, saliendo al verde en 35 ocasiones. Fue su último año antes de desplazarse a Turín para jugar, una única temporada, en el Torino.

Hace unos pocos días, Burdisso anunció su adiós. Colgó las botas después de 644 partidos y 27 goles entre clubes y selección. En sus botas, dieciocho títulos. Nico echará una mirada al futuro. Es incierto, sí, como el de todos los futbolistas cuando se plantan. Pero lo afrontará con garra y carácter, como ha hecho todo este tiempo. Diecinueve años después de comenzar sus andaduras en las canchas, llega el retiro del ‘león’.