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El derbi de Minho, ‘españoles’ y ‘marroquíes’

El derbi de Minho, entre SC Braga y Vitoria SC, no es solo el enfrentamiento entre dos clubes de fútbol: es el enfrentamiento de la historia de dos ciudades

A Braga y Guimarães las separan 24,8 km, menos de media hora en coche. Comparten un clima parecido: veranos cortos y calurosos e inviernos más largos, fríos y húmedos. Son ciudades similares, al norte de Portugal, ensombrecidas por su vecina, Porto, y la capital, Lisboa. Ambas luchan por ser la tercera ciudad más importante del país, una rivalidad que se expande a lo largo de la historia. La cercanía y sus diferencias las convierten en poblaciones antagónicamente familiares entre sí.

Su rivalidad forma parte de la identidad de cada una. También de sus clubes de fútbol. El SC Braga y el Vitoria SC se fundaron a la par, solo con un año de diferencia -1921 y 1922 respectivamente-, y desde entonces han competido por ser considerados el cuarto mejor equipo de Portugal. Ambos son los clubes lusos con más masa social tras Benfica, Sporting y Porto. El Sporting de Braga es también el único club portugués con un título europeo si no contamos a los tres grandes. Aunque ambos sueñan en ganar algún día la liga, una cota aún pendiente. Los dos clubes se enfrentan en el conocido derbi de Minho, queriendo siempre quedar un peldaño por encima del otro, como si se tratase de una pelea entre hermanos. Se mofan unos a otros llamándose ‘españoles’, por el patriotismo de los vimaranenses, y ‘marroquíes’, por el orgullo religioso de los bracarensenses. Y en sus duelos no solo hay en juego un partido de fútbol: el derbi de Minho es el enfrentamiento entre la historia de las dos ciudades.

El nacimiento de una rivalidad histórica

Braga se enorgullece de ser el centro religioso de Portugal. Es la ciudad de los arzobispos. La afición del equipo local toma también el mismo sobrenombre y el escudo del club lleva representada a Santa María de Braga. El Arzobispado de la ciudad, fundado a finales del siglo X, otorgó importancia y fama a la localidad norteña. También problemas, cuando los clérigos de su localidad vecina, Guimarães, se opusieron a estar bajo su jurisdicción, especialmente los que formaban parte de la Colegiada de Oliveira, una institución religiosa bastante poderosa por entonces.

De los muchos enfrentamientos entre ambas ciudades, que ocurrieron ya desde un principio, el historiador António Amaro das Neves recuerda en diversas entrevistas especialmente uno. En aquel momento, una de las mayores dedicaciones del convento de Santa Clara (Guimarães) era vender dulces y tortas en grandes cantidades, y su gasto en azúcar era elevado, a ojos del arzobispo exagerado, por lo que este decidió reducir la cuota de azúcar a la que el convento tenía derecho. ¿La respuesta de las monjas? Recibir a los emisarios del arzobispo con cuchillos en la mano e ir tras ellos.

No había duda, había nacido una rivalidad.

 

Se mofan unos a otros llamándose ‘españoles’, por el patriotismo de los vimaranenses, y ‘marroquíes’, por el orgullo religioso de los bracarensenses

 

Cerca, pero lejos

A finales del siglo XIX, la enemistad volvió a acrecentarse. Portugal cambió su distribución administrativa de comunidades y provincias a distritos y unió a ambas ciudades en una misma división, Sé de Braga. Las tensiones nacieron cuando Braga fue nombrada la capital del distrito, en detrimento de Guimarães, que veía en esta decisión una especie de subordinación bajo el manto de su vecina. Por entonces, los vimaranenses consideraban que tenían un poder igual o incluso mayor que el de Braga.

La decisión produjo que la rivalidad, que había sido originariamente religiosa, ahora fuese primordialmente política. Las tensiones entre ambas ciudades fueron escalando hasta llegar a su cota más alta el 25 de noviembre de 1885, día que se decidía la creación del curso de Ciencias para el Liceo de Braga. Los representantes al Gobierno Civil de Braga de Guimarães estaban decididos a votar en contra y fueron recibidos a pedradas en la ciudad. Cuando las noticias llegaron a la ciudad vecina, esta salió en masa a las calles con diversas manifestaciones en las que, entre otras cosas, se reclamaba la unión de la ciudad al distrito de Porto, algo que nunca llegó a suceder.

Años después, la creación de la Universidade Do Minho buscó la conciliación entre ambas urbes. Pero el proyecto solo trajo más problemas, especialmente su localización. Y aunque se propuso construirla en Taipas, a medio camino entre Braga y Guimarães, acabaron haciéndose dos campus universitarios, uno en cada ciudad. Y es que la rivalidad entre ambas las ha acabado beneficiando, ya que a la postre cuando una ha conseguido algo beneficioso, como expone Amaro das Neves, la otra ha pedido la contrapartida. Como dos hermanos en Navidad a la hora de escribir la carta de los reyes magos, cuando en casa regalaban una Nintendo, días después se abría una PSP.

‘Españoles’ y ‘marroquíes’

Guimarães siempre saca pecho por ser la cuna de su país. En la ciudad vimaranense nació el fundador del Nuevo Reino de Portugal, D. Afonso Henriques, nombre que lleva el estadio de fútbol de la ciudad y silueta que aparece también en el escudo del Vitoria SC. Es el principal orgullo de los vimanarenses que, sin embargo, desde los 90 son llamados ‘españoles’ por la afición del Sporting de Braga. Todo ocurrió por la queja de unos aficionados vimanarenses a finales del siglo pasado. Tras verse perjudicados por errores arbitrales, los aficionados acudieron al partido siguiente con una pancarta que decía: “Para ser tratados así, más valía que fuésemos españoles”. Y una pancarta fue suficiente para destapar la pólvora. A partir de este momento, toda la afición vimanarense pasaría a ser apellidada como ‘españoles’, hiriendo también el propio orgullo patriótico de la ciudad.

30 años después, aún hay aficionados que durante los días de derbi se desplazan a Guimarães para pedir pinchos de tortilla. Una sangría. Incluso puede que pidan que les doblen las películas. Una mofa que la afición vimanarense ha acabado devolviendo, llamando ‘marroquíes’ a los bracarenses por el orgullo religioso de su ciudad. Dos apodos, ‘españoles’ y ‘marroquíes’, que representan fielmente los orígenes de ambas ciudades, clubes y aficiones y que resumen la importancia que tienen sus enfrentamientos.

 

Las tensiones ahora se resuelven dentro del terreno de juego, pese a que en el pasado reciente se hayan producido incidentes violentos en las gradas durante los derbis de Minho entre los filiales 

 

A minutos del final

Las tensiones ahora se resuelven dentro del terreno de juego, pese a que en el pasado reciente se hayan producido incidentes violentos en las gradas durante los derbis de Minho entre los filiales de ambos equipos. En el historial de los derbis de los mayores, sin embargo, se encuentran partidos vibrantes que no se decidieron hasta el suspiro final. Esta misma temporada, por ejemplo. El SC Braga, tercero en liga, y el Vitória SC, quinto, se han enfrentado en dos ocasiones, primero en la competición doméstica y después en copa, y ambos partidos no se resolvieron hasta los minutos finales. En el primero de los encuentros, Tormena marcó el 1-0 para el conjunto bracarense en el 98’. Y en el segundo, en octavos de copa, el Sporting de Braga volvió a ganar el duelo remontando en casa un 0-2 con tres goles entre el 80’ y el 85’. Un festín de locura en el enfrentamiento de dos ciudades condenadas a convivir en familia siendo a su vez totalmente antagónicas.

 


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Fotografía de Getty Images.