Cuando llegó a Roma, su presentación fue multitudinaria, con la parte ‘giallorossi’ de la Ciudad Eterna. Cerca de 10.000 personas se dieron cita en el Palazzo della Civiltà Italiana para recibir a su nueva estrella. Ya con su nueva camiseta y a la luz de los flashes en la noche romana, Paulo Dybala saludaba incrédulo a la muchedumbre que lo esperaba. Con el ’21’ y un micrófono, el argentino trataba de no parecer nervioso, mientras que las banderas de la Roma, los gritos y el humo de las bengalas rojas ponía ante él la confianza que Roma le tenía reservada.
Por carretera, las ciudades de Turín y Roma están a ocho horas. Hacer esa ruta por autopista es atravesar Italia desde el norte hasta el Lacio, donde se levanta esbelta la capital de la nación. Un viaje que se hubiera antojado inesperado cuando Dybala llegó a la Juventus procedente del Palermo. Ese viaje fue cambiar una realidad modesta por un club miembro de la élite futbolística italiana. El delantero, apodado la ‘Joya’ por su calidad y por la elegancia de sus movimientos y disparos, tenía el mundo a sus pies, sabiéndose uno de los actores más influyentes del calcio. Uno de los surgimientos más llamativos del campeonato italiano y, sin duda, una de las grandes esperanzas de esa Argentina que aún suspiraba por mostrar nivel en alguno de los campeonatos internacionales. Corría el año 2015 y a ese muchacho, natural de Laguna Larga y nacido al fútbol en Instituto de Córdoba, aún le faltaban unos meses para cumplir 22 años.
Desde entonces ha llovido mucho. La ‘Joya’ se fue apagando, golpeada por las lesiones, por el cambio de posición recurrente y por la voluntad de esperar de ella un juego que quizá no podía dar. La Juventus no supo encontrar un técnico que lo entendiera ni él pudo saber cómo encajar en lo solicitado. En 2022, el delantero argentino no sólo decidió romper con su futuro ‘bianconero’, sino que decidió hacer ese recorrido de ocho horas buscando que junto a José Mourinho y con la camiseta roja de la Roma, su fútbol tuviera una segunda oportunidad. Desde la capital, Paulo Dybala intentaría ser de nuevo ese muchacho de cara aniñada, sonrisa pícara y fútbol elegante.
Desde su llegada a la Roma, tras una veintena de partidos jugados y más de 1.000 minutos sobre el césped, la ‘Joya’ vuelve a brillar en Italia. Jugador importante para los planes de Mourinho, el ‘21’ está más liberado que nunca. Interviniendo como un mediapunta, apareciendo como interior y percutiendo como delantero centro, Paulo Dybala vuelve a ser pieza de categoría en uno de los grandes equipos del fútbol europeo.
Jugador importante para los planes de Mourinho, el ‘21’ está más liberado que nunca. Interviniendo como un mediapunta, apareciendo como interior y percutiendo como delantero centro
Los vaivenes no le están afectando y su fútbol consigue ser guía de una Roma que se permite soñar desde la humildad de saberse lejos de un Napoli histórico. El equipo de la loba romana sigue en el camino para aprovechar el despertar de Dybala para que su techo pueda seguir creciendo, en una Serie A que no puede ignorar la calidad del argentino ni el mérito de los capitalinos. La última muestra, ante el Empoli, regala un partido de Dybala repartiendo goles y juego desde su posición, dejando claro que quiere ir a más. Un crecimiento que, desde la vuelta de Catar, donde fue campeón del Mundo, ha sido mucho más evidente.
Ese niño de Instituto de Córdoba ha ido creciendo poco a poco hasta llegar a la ciudad de Roma. El camino ha sido complejo. Incluso se pueden ver en él esas dificultades propias de los caminos de los héroes. Pruebas en forma de lesión (que también ha vivido este año) o de falta de regularidad, que lo han podido ir alejando de su destino. Y quizá por eso, en Argentina se siguió contando con la ‘Joya’. Se siguió confiando en ese talento que nació en Laguna Larga hace ya casi 30 años, a pesar de que las pruebas de su calidad no eran tan evidentes como antaño.
Y a pesar de todas las dudas, Scaloni, artífice desde el banquillo de la máxima alegría ‘albiceleste’ en diciembre de 2022, confió en su elegancia y su puntería para lanzar un penal que podía ser clave. Dybala, frente a Hugo Lloris, pudo sentir la cálida brisa de la costa de Fiumicino antes de patear. Como regresando a ese momento, meses atrás, en el que la mitad de Roma estaba a sus pies, bajo el cielo de la Ciudad Eterna, tomó prestada la confianza de los seguidores romanistas para hacer historia, tomar aire y sacarle lustre, desde los once metros, a la ‘Joya’ que siempre ha sido. Toca devolverle ese favor a la capital italiana.
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Fotografía de Getty Images