En la danza caótica y a veces predecible del fútbol italiano, donde los gigantes tradicionales dominan los titulares, surge un equipo que ha decidido desafiar las expectativas y bailar al ritmo de su propio juego. El Bologna FC, un nombre que resuena con historia y resiliencia, ha transformado su destino en la Serie A, ofreciendo una actuación que ha encendido la llama de la sorpresa y la admiración.
El renacimiento ‘rossoblú’
Guiados por la maestría táctica de Thiago Motta, el estratega detrás de este renacimiento, los ‘rossoblú’ han decidido forjar un nuevo capítulo en su historia, dejando atrás los días de batallas por la supervivencia en la tabla. Tras años de actuaciones discretas, el equipo se ha convertido en un auténtico problema para cualquier rival, venciendo a gigantes como la Roma, la Atalanta y la Lazio en la liga. Y logrando empates contra titanes como la Juventus, el Inter o el Napoli. Actualmente, se encuentra en la séptima posición, a sólo dos puntos de la Fiorentina, que ocupa el cuarto lugar.
Esta transformación cobra mayor relevancia al revisar el pasado reciente del equipo, donde las temporadas se contaban en términos de evitar el descenso. Desde 2012, no lograban ingresar en el anhelado top 10, hasta que la temporada pasada, bajo la dirección de Motta, rompieron ese maleficio y ahora, con la misma voracidad que caracteriza a los grandes, buscan más, queriendo olvidar las sombras de temporadas anteriores.
Pero el Bologna no es simplemente un equipo que desafía las expectativas en la actualidad; su historia se entrelaza con la grandeza del pasado. Con siete títulos de campeón de Italia en su vitrina, su último trofeo se remonta a la temporada 1963-64. En ese histórico campeonato, ganaron en un emocionante partido de desempate contra el Inter, una gesta que quedó marcada por la triste noticia de la muerte de Renato D’Allara, en aquel entonces presidente del equipo de la Emilia Romaña. Hoy en día, el estadio lleva su nombre, un recordatorio eterno de la pasión y la victoria que tejieron la rica trayectoria de este club.
Tras años de actuaciones discretas, el Bologna de Motta se ha convertido en un auténtico problema para cualquier rival. Se encuentra en la séptima posición, a solo dos puntos de la Fiorentina, que ocupa la cuarta
Y así, de un presidente que puso nombre al estadio a otro que sueña con transformarlo y posicionar al club a la vanguardia en infraestructuras deportivas en el fútbol italiano. Giuseppe ‘Joey’ Saputo, el actual timonel del Bologna, es un empresario canadiense de ascendencia italiana con un bagaje deportivo previo, siendo ya propietario del equipo de fútbol CF Montréal, que fundó en 1992.
Su designación como presidente, en una junta general extraordinaria el 17 de noviembre de 2014, marcó el inicio de una nueva era para el club. En ese entonces, el club acababa de descender a Serie B, pero bajo su liderazgo se embarcó en una travesía ambiciosa hacia la Serie A y más allá. Con un patrimonio estimado en 4.400 millones, Saputo no solo aportó recursos financieros, sino también una visión que ha impulsado al Bologna a nuevas alturas, demostrando su compromiso a través de una inversión cercana a los 300 millones de euros en menos de una década.
Una cobra como solución a las pérdidas
Pero estos millones, en manos de Giovanni ‘La Cobra’ Sartori, el astuto director deportivo del Bologna desde mayo de 2022, encuentran un nuevo y coherente destino. Exjugador de fútbol y exdirector de clubes como Chievo y Atalanta, Sartori ha traido consigo una política de fichajes clara y decidida. Su enfoque se centra en jugadores jóvenes con gran potencial o en aquellos que, habiendo rendido a gran nivel, atraviesan un mal momento. Apodado ‘La Cobra’ por su habilidad en las negociaciones,“no renuncio a nada, llevo a todos al agotamiento y asesto el golpe final”, como él mismo explica en La Gazzetta dello Sport.
A sus 66 años, Sartori esquiva las cámaras y reniega de WhatsApp, confiando en las relaciones personales. Su historial habla por sí mismo; en su paso por el equipo de Bérgamo, generó más de 300 millones de beneficios en ocho años. Esta temporada ha traído a un viejo conocido, Freuler, juagdor que ya fichó en Atalanta, aportando experiencia a un equipo mayormente joven.
Sartori, enfrentándose a pérdidas anuales superiores a los 100 millones de euros, demostró ser un hábil estratega en el mercado de fichajes. Ha sabido sacar provecho de jugadores como Barrow, Theate, Nico Domínguez, Schouten o Hickey, al tiempo que ha incorporado talentos jóvenes como Beukema, Calafiori, Kristiansen y Joshua Zirkzee, quienes ya muestran un aumento en su valor de mercado.
Apodado ‘La Cobra’ por su habilidad en las negociaciones, Sartori, director deportivo del club, se describe a sí mismo: “No renuncio a nada, llevo a todos al agotamiento y asesto el golpe final”
Entre las torres de Bolonia y una universidad histórica
A orillas del río Po, Bolonia se erige como un escenario donde la historia fluye como las aguas. Y, como un río que cambia su curso, la defensa del Bologna ha transformado su flujo de goles en contra, pasando de ser la segunda peor racha defensiva en la historia del fútbol, con 41 partidos consecutivos encajando goles, a convertirse en la tercera mejor defensa de Italia, solamente superada por Inter y Juve. Un cambio de corriente guiado por la dirección magistral del técnico ítalo-brasileño Thiago Motta.
En este escenario, la plantilla del Bologna despliega un cuadro de curiosidades que cautiva la admiración. Según el CIES Football Observatory, el equipo ostenta la decimoquinta plantilla más alta entre las cinco grandes ligas europeas, con una altura media de 1,85 metros. Un dato que evoca la esencia de las dos torres de Bolonia, emblemas centenarios de la ciudad y testigos del paso del tiempo: La Torre Garisenda, con una altura de 48 metros, y La Torre Asinelli, con sus 97,6 metros.
Aún más sorprendente es que, a pesar de esta imponente estatura, el Bologna practique un fútbol ofensivo y dinámico, evidenciado por el tercer mayor porcentaje de posesión en la división esta temporada (56,8%) y por haber completado más pases en su propia mitad que cualquier otro equipo de la máxima categoría italiana (4.938). Este enfoque distintivo confiere al equipo una identidad futbolística única y cautivadora, donde la grandeza física se fusiona con la excelencia táctica.
En el corazón histórico de Bolonia, donde la universidad, la más antigua de Europa desde el año 1088, ilumina la ciudad, el equipo ‘rossoblú’ teje su propia narrativa futbolística. Con una edad promedio de 24,7 años, el equipo se posiciona como el segundo más joven de la Serie A. Al igual que el constante fluir de estudiantes en las calles, los jugadores deslumbran con un estilo fresco y decidido en el campo, logrando en 19 jornadas su mejor puntuación en liga desde 1994 con 32 puntos.
Por encima de su variada plantilla, en el Bologna de Motta dos jugadores emergen como figuras destacadas: Joshua Zirkzee y el capitán, Lewis Ferguson. Un holandés y un escocés
Este frescor no solo se refleja en la edad de la plantilla, sino también en las diversas nacionalidades que componen el equipo. Desde el arquero polaco Skorupski hasta el mediocentro escocés Ferguson, pasando por el colombiano Lucumí, el austriaco Posch, los holandeses Beukema, Van Hooijdonk y Zirkzee, el sueco Karlsson, el belga Saelemaekers, los suizos Ndoye, Aebischer y Freuler, el croata Moro o el danés Kristiansen; cada jugador aporta su propio matiz cultural y estilo al mosaico futbolístico. Una plantilla que refleja la diversidad de los estudiantes erasmus que colorean las calles de esta ciudad universitaria, donde un cuarto de los habitantes acuden a clase.
Por encima de esta variada plantilla, dos jugadores emergen como figuras destacadas: Joshua Zirkzee y el capitán, Lewis Ferguson. Zirkzee, el delantero centro holandés, encarna la excelencia en el campo, similar al estudiante que no estudia y siempre saca buenas notas. Pese a medir 1,93m, Zirkzee destaca por su habilidad técnica, a tal punto que varios gigantes europeos como Bayern o Arsenal han mostrado interés en él. Esta temporada, ha dejado su huella con siete goles y dos asistencias en la Serie A, destacándose como un líder en el ataque de los de Motta.
Mientras tanto, Ferguson, el mediocentro escocés de 24 años, personifica al hablador de la clase. Pese a su corta edad, ostenta el brazalete de capitán, siempre protestando al árbitro y dando ánimos dentro del campo. Esta temporada acumula cuatro goles y dos asistencias, lo que le ha permitido colocarse como el máximo goleador escocés en la historia de la Serie A. Su influencia va más allá de las estadísticas, liderando a un equipo que después de muchas temporadas sueña con terminar en la parte alta de la clasificación.
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Fotografía de Getty Images.