Por lo visto, para recordar es necesario olvidar. No soy yo un experto, pero por lo visto no somos capaces de seguir recordando si no vamos olvidando a la vez. Qué cosas tiene la vida, ¿eh? Tras la fase de grupos, a los futboleros se nos acumulan las sensaciones. Muchas historias, muchos partidos, muchos nombres. Y como existe la necesidad de pasar página, por el bien de nuestra psique, lo cierto es que conviene ir priorizando aquellos detalles que no conviene olvidar. Por ello, merece la pena detenerse en algunos de los nombres propios que han ido pasando por los primeros 48 duelos de esta Copa del Mundo. Diez perfiles, diez detalles, diez protagonistas. A veces, el Mundial consagra a algunos de sus héroes, aunque al poco tiempo sus nombres pierdan peso en la cotidianidad. Por eso trataremos de recordar, por ahora, a unos cuantos.
Antoine Griezmann, ya jugador con todas las de la ley del Atlético de Madrid, no ha debido de escuchar a otro gran atlético como Joaquín Sabina, en ese verso que dice eso de “en Comala comprendí que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver…”. Pez de ciudad o no, Griezmann se siente bien en los regresos. En el Atlético, tras el paso por Barcelona, vuelve a sentirse bien como futbolista. Pleno, útil, capaz. Y en Francia, con Deschamps y de regreso a un Mundial, el ‘Principito’ parece de nuevo el de 2018. Jugando como quiere (con soltura, asociándose, buscando huecos, lanzando a los delanteros, siendo el director de orquesta) y donde quiere (siempre por detrás de los puntas), este Antoine es el que merece la pena buscar en la adversidad. Con la única responsabilidad de sentirse libre en la zona donde se aceleran las jugadas ofensivas, Mbappé suspira por sus pases y Giroud se siente agradecido de devolverle paredes, mientras que Rabiot o Tchouaméni disfrutan llevándole la materia prima para que siga con su arte. Balones al ‘7’, que tiene que trabajar. Suena feo no quejarse de una baja como la de Karim Benzema, merecido Balón de Oro francés y delantero de nivel, pero la zona que ha dejado libre la está utilizando de lienzo el Griezmann más renacentista. El que hace más cosas y, además, el que las hace mejor que nunca.
Alexis Mac Allister conoce bien el mundo del fútbol. A pesar de que sólo tiene 23 años, su conocimiento de cómo funciona este deporte es profundo y le viene de familia. Su padre, Carlos ‘Colorado’ Mac Allister, jugó en Argentina más de una década, desde finales de los 80. Argentinos Juniors, Boca Juniors, Racing y Ferro Carril Oeste. Sus hermanos, Francis y Kevin, mayores que él, también juegan. La carrera de Alexis empezó también en Argentinos Juniors, pero tomó pronto dirección a Inglaterra. El Brighton puso los ojos en el centrocampista y en seguida vieron lo que podía dar como futbolista. Jugador trabajador, con esfuerzo defensivo, pero con calidad en ataque, ya asombró en Inglaterra, pero lo hace ahora también en Catar para aquellos que no lo hubieran visto en la Premier League. Una de sus habilidades destacadas, el disparo, no la puso en práctica del todo en el gol marcado en el trascendental partido ante Polonia, pues le pegó mal y mordida, aunque acabara en la red. Y, sin embargo, su nombre ya es uno de los marcados en rojo por su importancia y por su acierto dentro del plan de Scaloni. La afición lo quiere y parece que Messi y compañía congenian con sus virtudes. Junto a Enzo, su nombre es de los que más han sonado en Argentina desde el comienzo del Mundial y su gol ya es parte del imaginario colectivo que quiere ver en volandas a la ‘Albiceleste’ levantando la siempre ansiada Copa del Mundo.
Harry Maguire se vio envuelto en uno de los fichajes más caros del verano de 2019. Cerca de 87 millones de euros pagó el Manchester United por uno de los hombres fuertes del vestuario de un Leicester que en 2015 había conseguido, contra todo pronóstico, alzar la Premier League en Inglaterra. Desde entonces, el defensa de Sheffield, nacido en 1993, vive más sombras que luces en su día a día como central en Old Trafford. Errores groseros, lugares equivocados, torpeza impropia… El central que fichó el United nada tenía que ver con las virtudes mostradas por Harry Maguire en el Leicester tras brillar en el Hull City. Con gran presencia en ambas áreas, su juego aéreo siempre tuvo protagonismo en defensa y en ataque y su capacidad para jugar el balón desde atrás era otro de sus grandes fuertes. Pero todo voló en Mánchester. Y, sin embargo, la selección de los ‘Three Lions‘ siempre le sirve de desahogo al central inglés. A sus 29 años, llega ya a los 50 encuentros como capitán de la selección nacional de Inglaterra, en la que Southgate tiene muy claro que su equipo está formado por Maguire y por diez futbolistas más. En Catar 2022, Harry Maguire ha vuelto a respirar en medio de una temporada en la que vuelve a ser cuestionado dentro de su club y en la que la selección es su válvula de escape, titular en los tres partidos y asistiendo a Saka en el 2-0 ante Irán. Sus prestaciones, con la elástica inglesa, vuelven a parecer las del defensa que brilló en Leicester y en el que se fijaron los ‘Diablos Rojos’. Su acierto y temperamento vuelven a ser los de un futbolista de élite capaz de llevar hasta el último esfuerzo cada duelo o balón dividido. Quién sabe si podrá ser, a la vuelta del torneo, de nuevo ese jugador o, como parece, deberá buscar un nuevo lugar donde tratar de ser el mismo que portando la camiseta inglesa.
Yasser Al-Shahrani nació en Dammam. Se trata de una ciudad costera, que mira al Golfo Pérsico y que está a solo 100 kilómetros de Baréin. De hecho, está apenas a cuatro horas y media de Doha en carretera. Su carrera, ya dilatada, la ha vivido en solo dos clubes: Al-Qadsiah, donde se formó, y Al-Hilal, el equipo más importante de Arabia Saudí y uno de los más grandes de Asia. Campeón de Arabia Saudí en 18 ocasiones, es cuatro veces campeón de la AFC Champions League, el torneo de clubes más importante del continente. De esas cuatro, Al-Shahrani estuvo en dos. Lateral zurdo con tendencia al ataque, pero con la lección aprendida en cuanto a sus labores defensivas, con la selección saudí ha participado en más de 70 ocasiones y en dos Mundiales distintos, Rusia 2018 y Catar 2022. Hace cuatro años, lo jugó todo ante Rusia, Uruguay y Egipto. En Catar, fue uno de los más destacados en el duelo ante Argentina, en el que la selección dirigida por Renard logró hacerse con la victoria ante los de Scaloni. Tras secar con solvencia a Di María, su función dentro del combinado saudí acabó de manera abrupta tras chocar con su meta, Al-Owais, en un lance a pocos minutos del final. Al-Shahrani fue sustituido por Al-Burayk, quien lo relevó también ante México y Polonia, dos duelos en los que Arabia Saudí no logró brillar. El lateral de Dammam tenía una grave lesión por el impacto que le dejaba fuera del Mundial. Su influencia en el partido ante Argentina, sin embargo, merece que sea recordado como uno de los grandes nombres de una selección que fue capaz de incomodar a la campeona de América hasta el punto de llevarla al pavor de quedarse fuera a las primeras de cambio. Al-Shahrani, que sigue recuperándose, no jugó un minuto más en su segundo Mundial. Deberá esperar, si le deja el seleccionador o la edad, a resarcirse en 2026.
Kevin De Bruyne es un jugador poco convencional. Siempre atento a todo. Siempre siendo uno de los importantes en la ecuación del juego. La clave para resolver el entuerto. Por técnica, por habilidad, por físico o por inteligencia, De Bruyne suele destacar. En el Manchester City, es el jefe. Para Guardiola, un jugador inimitable. Un talento al que pedir siempre más dentro del campo. Y el centrocampista suele responder. Para Bélgica, el Mundial de Catar tiene un peso histórico amargo. La caída, desde tan arriba, siempre duele. El conjunto belga, entrenado por ‘Bob’ Martínez, apenas ha mostrado un mínimo porcentaje de lo que se lleva esperando años de él. Y De Bruyne, como estrella, no puede dejar de estar señalado. Hay cierto maleficio sobre el futbolista belga, que con los ‘Diablos Rojos’ apenas ha sido capaz de mostrar su mejor versión o hacerla combinar de manera firme con el talento de sus compañeros de selección. Cuando se presentaba el talento creador en Bélgica, fallaba la finalización. Cuando la finalización brillaba por momentos, fallaba la defensa. Apenas hemos reconocido en el césped lo que Bélgica auguraba, desde De Bruyne y el resto de sus estrellas, en nuestras cabezas. La decepción es máxima y el precio a pagar, empezando por el seleccionador, coherente.
Enner Valencia había pasado a la historia, entre otras cosas, por huir de la policía simulando una lesión. Su recuerdo, manchado por ese capítulo bochornoso, ha podido ser limpiado con la actuación del delantero centro en este Mundial de Catar 2022. Abrió con su puntería el contador de goles del torneo ante la anfitriona, con dos tantos que activaban con razón las buenas sensaciones de una selección como la de Alfaro. Joven, atrevida, ordenada, con talento. Quizá faltaba gol. Pero Valencia tenía planes para ocuparse de eso. Primero ante los anfitriones y después ante Países Bajos, Enner Valencia fue el nombre elegido para que la gente empezara a tomarse en serio a Ecuador. A sus 33 años, el de San Lorenzo pensaba tomarse la libertad de vivir una segunda juventud en el desierto. En Fenerbahçe desde agosto de 2020, sus números en el equipo turco no son nada desdeñables: 71 partidos, 32 goles. La victoria ante los de Félix Sánchez y el empate ante la selección de Van Gaal parecían augurar un buen destino. Pero el fútbol, como la vida, es caprichoso. Senegal llegaba crecida, sin Sadio Mané pero con el plan de amargar la fiesta a los sudamericanos. Y el gol de Enner, ese día, no llegó. Tocado físicamente casi desde el debut, el partido en el que Valencia no supo ser el goleador del equipo, Ecuador cayó, no sólo ante Senegal, sino del Mundial en el que habían puesto las ganas y la ilusión de hacerse fuertes, de ser importantes. A Enner Valencia no le quedarán muchas más balas que gastar con su selección en un Mundial, pero deja una buena enseñanza a una generación con mucho que decir en el futuro. Aunque el gol, como parece, se lo pueda quedar Enner.
Jamal Musiala no ha entrado en las casas de la gente a través de Catar 2022. Directamente es que ha montado una fiesta en el salón de cada una de esas casas. Hay una gran diferencia entre oír hablar de un talento prometedor y verlo en su máxima expresión. La calidad que ha mostrado este imberbe muchacho, muy por encima de las sensaciones generales que ha mostrado Alemania en su participación mundialista, es abrumadora. Su capacidad para generar superioridad, crecerse ante la adversidad y utilizar la técnica en beneficio del regate y del peligro en área rival están a un nivel no presupuesto para un jugador de 19 años. Nacido en Stuttgart, pero con parte de su carrera formativa tejida en Inglaterra, Musiala es uno de los jóvenes del momento y lo manifiesta en cada oportunidad que tiene en su selección o en su club. Centrocampista ofensivo, con posibilidad de jugar en banda, de interior o como enganche, dentro de Alemania ha conseguido replicar ya la increíble importancia adquirida en el Bayern de Múnich de Julian Nagelsmann, donde empieza a ser capitán general de un equipo que bebe de manera desmedida de la inspiración insultante de este joven. En marzo de 2021, Joachim Löw lo hizo debutar ante Islandia, en un partido que acabó 3-0 para los alemanes. Entró sustituyendo a otra de las esperanzas alemanas, Havertz, en el minuto 79. El partido estaba resuelto y era momento de disfrutar del placer de hacer debutar a uno de los prodigios más claros de los últimos años.
Alphonso Davies ha tenido un cometido desde hace unos años. No solo ser uno de los grandes nombres del Bayern de Hansi Flick, que también. No sólo ser uno de los mejores (quizá, el mejor) lateral zurdo del momento, que también. No. La labor de Davies era avisarnos con su fútbol que Canadá podía asustar en este Mundial. Y no, no asustó demasiado, es verdad, pero sí que mostró que hay un trabajo inmenso en una selección que, a pesar de todo, ha logrado ser una digna rival que no ha visto recompensado su trabajo al final del camino. Y junto a Davies, Buchanan, Eustáquio o David. Nombres que se han ido encargando de allanar el camino y de hacernos ver lo que podía llegar desde Norteamérica. El talento y el trabajo que se viene haciendo bien con los programas deportivos enfocados en el fútbol en el país y los nombres importantes que ya brillan en Europa. Canadá consiguió, aunque suene a poco, su primer gol en un Mundial. Con sólo una participación, en 1986, no lograron marcar un solo tanto ante Francia, la URSS y Hungría, con las que perdió. Cero puntos, como en 2022, pero con la diferencia de Davies, que logró ante Croacia un gol que jamás olvidarán. No, Alphonso Davies no solo debía ser uno de los mejores laterales zurdos del mundo a los 22 años o ser pieza vital del Bayern campeón de Europa con solo 20. No. Alphonso Davies estaba destinado a hacer historia.
Gue-sung Cho nació en Ansan, Corea del Sur, cuatro años antes de que diera lugar el momento más importante de la historia del fútbol de su país. La selección de Corea del Sur consiguió en 2012 una muy digna medalla de bronce en los JJOO, así como dos Copas de Asia en 1956 y 1960, en una década importantísima para el fútbol surcoreano. Y a pesar de todo, celebrar un Mundial como anfitrión en 2002 y llegar a las semifinales del mismo fue algo sin comparación. 20 años más tarde, la federación surcoreana cita a muchos jugadores que no vivieron de manera consciente el gran hito nacional y el Mundial esperaba con los brazos abiertos al combinado dirigido por Paulo Bento, un equipo atrevido, que sin embargo ha echado demasiado en falta la inspiración y la calidad del héroe Heung-min Son durante esta fase de grupos. A pesar de todo, Cho Gue-sung hizo lo que se espera que haga un delantero: marcar goles. Cerca del 1,90 de estatura, el delantero centro de 24 años ha sido una de las sensaciones del Mundial. Jugador del Jeonbuk Hyundai desde enero de 2020, es el ‘9’ de la selección surcoreana desde que debutara en septiembre de 2021 ante el Líbano y su acierto goleador le ha llevado en Catar a anotar dos de los seis goles que ha marcado con la elástica de su combinado nacional. Ante Ghana, fue el más destacado del equipo y su nombre empezó a sonar con fuerza, incluso como futurible en diversos conjuntos europeos. Sin duda, el jugador de Ansan se ha convertido en una de las estrellas más brillantes de Corea del Sur y aunque los sueños de un futbolista siempre habitan en el Mundial, las puertas que se puedan abrir a veces son tan desconocidas como interesantes. Para Gue-sung Cho, Catar puede llegar a ser un punto de inflexión en su participación con la selección y para su carrera como delantero.
Robert Lewandowski debe ser ya un profesional de celebrar goles. Marcarlos es un arte, sí, no lo dudamos. En eso también es muy bueno, pero una cosa lleva a la otra. Escueto, sosegado, caballeresco. Su nivel como goleador está a la altura de su naturalidad a la hora de celebrarlos. Ni un mal gesto, ni un recuerdo raro. Apenas rabia en un partido disputado. Es su deber, lo cumple, celebra y a casa que es tarde. Ojo, que tiene mérito. Por eso me chocó la escena cuando, al robar el balón a Al-Malyk y batir a Al-Owais, Lewandowski, el genio goleador, se acabara derrumbando como un niño. Después de más de 600 goles como profesional y más de 70 tantos con su combinado nacional, Robert Lewandowski había logrado marcar un tanto en un Mundial. Era un tanto feo, fruto de un error del rival, en una jugada lastimosa, pobre, triste para los saudíes. Pero Lewandowski vivía un sueño. Con la zurda y en el minuto 82 del partido, el delantero centro polaco se había quitado 200 toneladas de encima. Desde septiembre de 2008, cuando siendo jugador aún del Lech Poznan, el mítico Leo Beenhakker le sacó ante San Marino, Robert Lewandowski no sabía que, en 2022, como capitán de su selección, iba a cumplir uno de sus grandes retos y sueños. Y ni por asomo sería consciente de que iba a hacerlo también con la zurda, como el primer gol que marcaría, también con Polonia, en ese partido de debut, asistido por Smolarek. Las lágrimas, tan poco comunes en un jugador con el bagaje goleador del polaco, estaban justificadas.
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Fotografía de Getty Images.