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Ana Frank somos todos

El fútbol italiano ha lanzado una campaña en respuesta a los fotomontajes que los ultras fascistas de la Lazio pegaron en el Estadio Olímpico con la cara de Ana Frank

“Veo que el mundo se transforma lentamente en un desierto, oigo el trueno que se acerca y que algún día nos destruirá también. Siento el sufrimiento de millones de personas. Y, sin embargo, cuando miro hacia el cielo, de alguna manera siento que todo va a cambiar para mejor, que esta crueldad también terminará, que la paz y la tranquilidad volverán una vez más”. Estas palabras del Diario de Ana Frank fueron las escogidas por la Federación Italiana de fútbol para contestar al fotomontaje que los ultras fascistas de la Lazio propagaron, en el que aparecía Ana Frank vestida con una camiseta de la Roma que pegaron en las instalaciones del Estadio Olímpico. Una oscura creatividad para hurgar en un ‘insulto’ tristemente habitual en algunos sectores de las gradas italianas, ‘judíos’. Ayer, por primera vez, libros y fútbol se unieron en los prolegómenos de un partido italiano. Mauro Icardi, capitán del Inter, fue el encargado de leer las palabras de la niña alemana que murió bajo el terror nazi en campo de Bergen-Belsen, en 1945, y cuyo Diario, un testimonio de los más de dos años que pasó en Holanda ocultándose de los nazi junto a su familia. Una medicina contra la banalización del holocausto en forma de cultura. Como reza la campaña: “Ana Frank somos todos”.

Además de la lectura, el capitán interista y de la Sampdoria, Fabio Quagliarella también repartieron libros entre los niños que los acompañaban antes del encuentro. No solo del Diario de Ana Frank, sino también de otra de las obras imprescindibles de esa literatura contra el olvido: Si esto es un hombre, de Primo Levi, químico y escritor italiano que fue uno de los pocos judíos italianos deportados a Auschwitz que seguían vivos cuando el campo fue liberado.

Esta iniciativa tendrá continuidad durante toda la semana (en la que se disputan dos jornadas). Una forma de decir basta a la impunidad de ciertos sectores ultras que, además, son reincidentes, a través de la cultura. Unas actitudes que el propio presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, calificó de “inhumanas”, y que ha despertado a la opinión pública y europea.

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