En pleno debate sobre la pérdida de valores tradicionales en el fútbol y sobre el protagonismo que han adquirido el dinero y el negocio en el deporte, ha comenzado la segunda edición de la Liga Genuine. Una competición en la que los viejos cimientos del juego siguen estando muy presentes, donde sí abunda la ilusión, el compañerismo y el amor por defender unos colores. “Aquí todo se toma con humor. Da igual el resultado. No importa perder o ganar. Cada día aprendes algo. Esto muestra el deporte en su pura esencia”. Así explicaba en Marca David Sangrà, miembro del equipo técnico del Reus CF, la magia de este torneo.
La Liga Genuine es una iniciativa pionera a escala mundial, que busca la integración y la normalización de personas con discapacidad intelectual (DI). David Bley, responsable de comunicación del Espanyol Special, nos comenta: “El problema es el enfoque de la sociedad, son personas completamente normales, que trabajan y son autosuficientes. Uno es chofer, otro está contratado en un ayuntamiento…. no hay que tener ninguna diferencia con ellos”. El proyecto comenzó a mediados de 2017 con la propuesta que llevaron a la Liga Rubén y Álvaro, dos jugadores del Nàstic Genuine. Le transmitieron a Tebas su deseo de fundar una liga profesional que englobara al colectivo DI. David Bley explica cómo se llevó a cabo el proceso: “La Liga contactó con los clubes porque quería crear una nueva competición a partir de su fundación, quería instaurar una liga potente con los equipos de Primera y Segunda División. La única excepción era el Mallorca, que aunque estaba en Segunda B, lo consideraban un equipo histórico que debía de formar parte de esto. La federación lo lanzó como una iniciativa para el fútbol inclusivo”.
En la primera edición participaron 18 equipos y más de 300 jugadores. Se trata de conjuntos mixtos de ocho jugadores, los encuentros se juegan en cuatro tiempos de diez minutos. Para participar, los únicos requisitos son tener más de 16 años y una discapacidad superior al 33%. Hay dos campeones de liga, uno por lo estrictamente deportivo y otro que se lleva el premio a la deportividad En la pasada temporada quien quedó en primera posición fue el Espanyol. El equipo se creó dos años antes del nacimiento de la liga, cuando la directiva se marcó el objetivo de apoyar a personas con discapacidad intelectual. David Bley indica lo que significó para los jugadores del Special: “Los futbolistas solamente jugaban algunos torneos con el Espanyol. Pasar de eso a disputar una liga nacional les llenaba de ilusión” . También comenta sorprendido el recibimiento de los demás clubes cuando ganaron la competición: “Al llegar al hotel, todos los equipos nos recibieron a grito de ‘¡Campeones!’. Nuestros jugadores lo celebraban con los demás, no existe una rivalidad competitiva como en la élite, son una familia. Hay amistad y compañerismo, en el comedor los equipos se aplaudían mutuamente. Les hace ilusión ganar pero lo importante es como lo hacen. Era un premio al colectivo y al gran ambiente que había creado el equipo.”
Por otro lado, el premio al fair play fue para el Athletic. Esta mención tiene sus propias reglas. Al final de cada partido, el equipo rival y el árbitro deciden cuantos puntos otorgarle al adversario. El máximo son 30, y esa norma está pensada para recompensar el buen comportamiento y el respeto. “Cuando nos dieron el premio fue un orgullo tremendo. Vinieron cantidad de entrenadores a darnos un abrazo y a decirnos que ese era el verdadero premio. Ellos habían captado el mensaje de La Liga en cuanto a lo que se perseguía”, explicaba Esteban Feijóo, entrenador del Athletic Fundaziao. David Bley describe también este compañerismo dentro de los terrenos de juego: “En el campo hablaban con sus rivales con total naturalidad. Son un ejemplo en espontaneidad. Deberíamos de aprender de ellos. Ojalá todas las relaciones humanas fueran así”.
Antes del último partido de la pasada temporada, La Liga tuvo un detalle con cada jugador. Les regalaron unas botas con su nombre y una fase de motivación. “Eso les hacía sentir como verdaderas estrellas del fúbol”, indica David Bley. En el caso del Espanyol, Alberto Ariza -director del Área Social- es el encargado de hacerles sentir importantes, de que sean conscientes de que están representando al club en una competición por toda España. El capitán del equipo siempre cuenta una anécdota: “Antes me miraban por ser discapacitado, ahora por jugar en esta liga”. Esta es la importancia que tiene para ellos la Liga Genuine, dejar de ser para la sociedad una persona que pertence al colectivo DI para pasar a ser alguien que merece reconocimiento.
El sábado comenzó un nuevo reto para ellos, en el que el respeto, la deportividad y la tolerancia volvieron a estar presentes. Más de 500 jugadores y 30 equipos jugarán la competición esta temporada. Seguirán habiendo cuatro fases, pero se desarrollarán en seis sedes distintas. La fase inaugural fue en Tarragona, en las instalaciones del Nastic. En la segunda y la tercera habrán dos anfitriones por etapa, Cordoba CF y el RC Deportivo y Atlético de Madrid y Rayo. Finalmente, la cuarta y última tendrá lugar en Valencia. David Bley explica que aunque la más mágica es la última fase, en realidad son bonitas las cuatro por la actitud de los equipos: “Todas las etapas son muy especiales porque hay algo común: un ambiente sano. Hay competitividad, sí, pero es saludable. La clave es la armonía y el buen rollo”. Así es la Liga Genuine: entusiasmo y emoción por el fútbol antes de disputarlo, respeto al jugarlo y compañerismo al finalizarlo . Pero sobretodo, lo más importante es que la apuesta por la normalización está obteniendo sus frutos; la sociedad deja de observar a estos deportistas como personas distintas y comienza a admirarles por los valores que demuestran diariamente. Esta es la verdadera esencia de la liga.