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La Máscara FC

Sidebottom, una de las estrellas más peculiares en la historia del pop, pasó toda su vida escondido. Personaje entrañable, el fútbol fue su otra pasión

Este reportaje está extraído del #Panenka94, un número que sigue disponible aquí.


 

El crítico musical Mike Middles, autor de la imprescindible biografía Frank Sidebottom Out of His Head, afirma que ya nació siendo dos personas a la vez, Chris Sievey y Frank Sidebottom. Chris
(y Frank) llegó al mundo el 25 de agosto de 1955 en Ashton-on-Mersey, un pueblo en las afueras de Mánchester, a poco más de tres kilómetros de Timperley, la pequeña ciudad en la que creció y vivió durante toda su vida. En una de sus avenidas principales luce una preciosa estatua de Sidebottom. De Timperley también es el cantante de The Stone Roses, Ian Brown. Y es el hogar, durante la temporada de torneos en el hemisferio norte, del golfista sudafricano Louis Oosthuizen, el ganador del British Open de 2010. Ya está, nadie más interesante ha nacido o ha vivido en Timperley. Bueno, el batería de The Fall Paul Hanley y el eterno actor secundario Roger Ashton-Griffiths son también de Timperley. Y más allá de los delirantes tours turísticos que organizaba Frank Sidebottom (en uno de ellos intentó superar el Récord Guinness de más gente concentrada en una oficina de Correos y en otro organizó una sentada en una tienda de animales), tampoco ha pasado nada realmente interesante en Timperley en los últimos… 563 años. El hecho es que Chris Sievey (y Frank Sidebottom) siempre quiso ser una estrella del pop y no pensaba renunciar a su sueño. Para que entendáis cómo deseaba ser un nombre importante en el mundo de la música, os explicaré que ya con 15 años se plantó frente a las oficinas londinenses de Apple Records, la discográfica que habían montado los Beatles, una empresa ruinosa (fue uno de los motivos de su separación) que acabaría quebrando en 1975. Pero aquella mañana de 1971 el sello aún existía y Chris (y Frank) fue de Mánchester hasta la capital inglesa haciendo autostop porque, fan irredento de los de Liverpool, quería convertirse en uno de los artistas de su catálogo. Sentado frente a la puerta del edificio exigió ver a uno de los ‘Fab Four‘ para poder tocarle sus canciones. El miembro de seguridad que aquel día estaba de turno se lo intentó sacar de encima a patadas, pero la tozudez de Chris (y Frank) era mucho más fuerte e intensa que la voluntad del guardia por hacer su faena. Se acabó montando tal follón que finalmente Tony King, cazatalentos de la disquera, accedió a escucharlo. Medio sorprendido con lo que oyó, pero solo medio, accedió a cederle el estudio de Apple Records durante unas horas para que pudiera grabar sus mejores temas. Aquello fue un fiasco. Si las canciones tenían algo especial, perdieron todo su encanto en aquella sesión. En Apple Records lo despacharon a la mínima que pudieron. Ajeno al desaliento, Chris (y Frank) envió la demo a decenas de discográficas. Todas las respuestas que obtuvo fueron negativas. Pero ya os lo he dicho, Chris (y Frank) quería ser una estrella del pop. Así fundó su propia discográfica, Razz Records, con la que bajo el nombre de Chris Sievey (Frank Sidebottom ya existía en su interior pero aún no se había manifestado) publicaría dos álbumes en formato casete: Girl in My Blue Jeans (1975) y All Sleeps Secrets (1976) y un single con el tema Baiser en la cara A y Last en la B. No sucedió nada. Pero Chris (y Frank) no desistió porque de verdad, de verdad, de verdad que lo que más quería era ser una estrella del pop. Entonces montó un grupo de proto post-punk. Lo llamó The Freshies. Le acompañaban el batería Martin Jackson, quien poco después militaría en los Magazine del ex Buzzcocks Howard Devoto (con los años también marcaría el ritmo en los no menos importantes The Chameleons y The Durruti Cloumn), Rick Sarcko, bajista que venía de los Nosebleeds (banda especialmente recordada por ser la primera experiencia como cantante de Morrissey) y el guitarrista Billy Duffy, que lo acabaría petando con The Cult. The Freshies estuvieron cerca de conseguirlo. Pero solo cerca. Especialmente con el single I’m in Love with the Girl on the Manchester Virgin Megastore Checkout Desk, tema basado en una experiencia real de Chris (y Frank) que publicaron en 1980 alcanzado el número 54 de las listas de éxitos británicas. Pocos meses después fue publicado en Estados Unidos bajo la protección de la multinacional MCA. Fue en esa época cuando Sidebottom empezó a cobrar protagonismo.

NUNCA ENSAYAMOS

Siempre que le preguntan sobre el personaje, Jon Ronson afirma que muy probablemente Frank Sidebottom es la estrella del pop más rara que ha habido jamás. Ahora Ronson es un afamado guionista responsable del libreto de films como Los hombres que miraban fijamente a las cabras, Okja y Frank, la excepcional película protagonizada por Michael Fassbender en la que se reconstruye la peculiar vida de Chris Sievey (y Frank Sidebottom). Ronson sabía de lo que escribía. Durante una época fue el teclista de la banda de Sidebottom. Todo aquello empezó en 1987. Por aquel entonces Ronson tenía 20 años y era miembro de la delegación de espectáculos y artes escénicas del sindicato de estudiantes de la Universidad de Wetsminster de Londres. Un día, estando en la oficina de la agrupación, sonó el teléfono. Jon lo descolgó y, sin casi intercambiar un saludo, una voz al otro lado del teléfono le explicó que aquella misma noche Frank tenía un concierto pero que su teclista acababa de dejarlos tirados. La misteriosa voz preguntó si había alguien por ahí que tuviera nociones de tocar el piano. Ronson respondió que él podía encargarse. Y así, sin más, la voz le pidió que se presentara en la sala un poco antes del inicio de la actuación. “No me sé vuestras canciones, ¿podríamos quedar dos o tres horas para ensayar un poco?”, sugirió el futuro guionista. “No ensayamos nunca. Pero no te preocupes, mientras sepas tocar un ‘do’, un ‘sol’ y un ‘fa’ no habrá ningún problema”, respondió la misteriosa voz. La noche fue inesperadamente bien. Tan bien que, unas semanas más tarde, Ronson recibió una segunda llamada de aquella especie de mánager que se encargaba de poner un poco de orden al caótico mundo de Frank Sidebottom. Esta vez la propuesta era que se uniera de manera definitiva al grupo. Ronson siempre había querido ser una estrella del pop. Así que no se lo pensó dos veces, dejó los estudios, hizo las maletas y pilló el primer vuelo de Londres a Mánchester. Llegó una noche fría. Fuera del aeropuerto le esperaba una Ford Transit medio desvencijada pilotada no por Chris Sievey sino por Frank Sidebottom, el artista que ocultaba su identidad bajo una inmensa cabeza de papel cuché. Se llegaron a crear muchas leyendas en torno a su identidad. Incluso los había que aseguraban que era Midge Ure, el cantante de Ultravox, que siempre y abiertamente se había declarado fan, pero lo cierto era que tras Sidebottom siempre estuvo Chris Sievey.

 

En 1990 le cantó al Mundial de México (?) y fundó un club para poner su rostro
en el escudo

UN SALUDO A FREDDIE Y KYLIE

Frank Sidebottom es en realidad una creación de un fan de los Freshies. Eran los años del punk y del do it yourself, por lo que Chris (y Frank) no solo era el principal motor creativo de los Freshies en lo estrictamente musical, sino que también se encargaba de todo lo referente a su imagen, incluidos los videoclips. Videocámara en mano, ponía imagen a sus canciones. Historias protagonizadas en muchas ocasiones por seres sugeridos por sus seguidores, como el caso de Frank Sidebottom, una propuesta de uno de esos fans que le invitó a crear una figura que fuera una especie de gris empleado de la banca. Sievey le añadió la cabeza de papel cuché que acabaría caracterizando a un personaje que debería haber tenido una vida efímera pero que acabó por devorar a la persona que en ella se escondía. Frank Sidebottom era una criatura fascinante cruce entre eso, un empelado de la banca venido a punk, un cantautor deliciosamente perturbado como Daniel Johnston, el presentador de un programa infantil al estilo Pee-wee Herman (de hecho, a inicios de los años 90 tuvo su propio programa de televisión llamado Frank Sidebottom’s Fantastic Shed Show) y un artista surrealista en la línea de René Magritte. Lo mismo que su música, una mezcla de post-punk juguetón y la sintonía de una serie de dibujos animados, todo ello tocado con instrumentos destartalados y medio desafinados. Sí, Chris (y Frank) era un Peter Punk que se resistía a crecer, autor de canciones con títulos tan delirantes como Frank Sidebottom Salutes the Magic of Freddie Mercury And Queen And Also Kylie Minogue (You Know, Her Off Neighbours). Un artista de culto admirado por muchos de sus compañeros de gremio con una discografía para nada exigua y que protagonizó giras por el Reino Unido llenando salas para más de 1.000 personas. Un tipo que quería ser una estrella del pop pero que siempre que tuvo la oportunidad de dar el salto al gran público se saboteó a sí mismo. Como aquella vez, en 1989, que le ofrecieron telonear a la boy band Bros en, nada menos, que el estadio de Wembley. Sidebottom irrumpió en escena perpetrando versiones insoportables del repertorio de los protagonistas de la noche, los hermanos Matt y Luke Goss. Los adolescentes que llenaban el icónico estadio londinense lo corrieron a botellazos a los cinco minutos. Curiosamente, hubo una época, a mediados de los 90, en la que Sidebottom intentó profesionalizar su propuesta. Lo recuerda Ronson explicando que un día, Chris o Frank, uno de los dos, qué más da, le pidió que fuera a su casa a ensayar. Una petición que le pilló totalmente fuera de juego ya que nunca, nunca, nunca antes habían ensayado. Cuando llegó, se encontró con que Sidebottom había reformado su banda de acompañamiento. Él era el único superviviente de la antigua formación, el resto eran competentes músicos de sesión. Paradójicamente, con esta nueva alineación de instrumentistas profesionales, a sus conciertos cada vez empezó a ir menos gente. Hasta que un día ya no fue nadie.

LOS PANTALONES LARGOS DE TIMPERLEY

La otra gran pasión de Chris (y de Frank) era el fútbol. Era un enfermo del fútbol. Tanto le gustaba el fútbol que el día que a inicios de los años 80 le invitaron al mítico programa de televisión Match of the Day lo recordaría como uno de los más felices de su vida. Una experiencia para él única e inigualable de la que acabaría saliendo uno de los grandes clásicos de su repertorio, Guess Who’s Been on Match of the Day?. No sería su única composición de resonancia futbolera. En su disco 5:9:88 nos encontramos con otro incunable balompédico de su cancionero como Six All-time Great Footballing Chants. No solo eso, sino que dos años más tarde publicaría World Cup Mexico 90, EP conceptual sobre el Mundial del 1990 en… ¿México? Sí, claro, ya lo sabemos, aquel año la Copa del Mundo se celebró en Italia, menos para Frank Sidebottom, y ahí justamente reside la magia de un personaje que reinterpretaba la realidad a través de su filtro calidoscópico. En cuestiones de colores, el principal y gran amor de Chris (y de Frank) siempre fue el Altrincham FC, un equipo semiprofesional de la población homónima (una ciudad de 50.000 habitantes que forma parte del área metropolitana del Gran Mánchester) que actualmente disputa la National League North, una liga de 22 equipos en la que la temporada pasada terminaron en la quinta posición. Los ‘Robins‘, como se les conoce popularmente, fueron noticia hace justamente un año por jugar diversos partidos con una camiseta con las franjas arcoiris en protesta por la homofobia en el fútbol. Los domingos que Chris (y Frank) no iba a Moss Lane, el estadio del Altrincham FC, seguramente lo podríamos encontrar en Maine Road, el antiguo estadio del Manchester City, el otro equipo al que solía animar (aunque, alma pura ajena a todo sentimiento de odio, también se divertía con un partido del United). Pero si hubo un club al que realmente amó, este fue el Timperley Big Shorts FC, entidad que él mismo fundó en 1990. Camiseta a rayas verticales rojas y negras con el escudo del club bordado en el lado derecho del pecho (blasón en el que destacaba la característica y perenne máscara de papel cuché), el Timperley Big Shorts FC rápidamente destacó como uno de los equipos punteros de la tercera división de la dominguera Manchester Publicity Sunday League. Infrafútbol no, lo siguiente. Un club con una sala de trofeos más vacía que un colegio en pleno agosto, pero con el honor de haber estado fundado por una de las estrellas del pop más singulares de todos los tiempos.

A mediados de la primera década del nuevo milenio, Frank Sidebottom intentó retomar su carrera musical. Ahora actuaba solo, acompañado de su guitarra acústica y de un teclado, siempre escondido, evidentemente, bajo su máscara. Era finales de 2010 y Jon Ronson fue a verle a un concierto en Londres, donde se había instalado desde hacía un tiempo. Recordaron viejos tiempos. Ronson explica que aquel día lo vio especialmente bien de ánimos y con buen aspecto. Pocas semanas después Ronson abrió la edición digital de su diario de cabecera y leyó la noticia: era el 21 de junio de 2010 y Chris (y Frank) había muerto de cáncer de laringe.


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Fotografía de Alamy.