Un dedo roto no es una excusa para dejar de luchar por un sueño de la infancia y el de toda una nación. O al menos, eso piensa Katie McCabe. 20 de julio, Irlanda debuta en un Mundial en el Estadio de Australia contra las ‘Matildas’, las anfitrionas. Antes del final de la primera mitad, McCabe sufre un golpe tras un choque. Tendida en el suelo, le comenta a sus compañeras la situación: “Creo que me lo he roto”. Ante más de 75.000 espectadores, que en su mayoría apoyan a la selección local, otra persona podría haber decidido abandonar el terreno de juego. Sin embargo, la capitana irlandesa se hizo un apaño con una venda, más que suficiente para continuar el partido. Un gesto que define a la perfección su carácter: bajar los brazos no existe en su ideario.
Katie McCabe no es una ‘novata’ en el proceso de reconvertir los males en motivación extra, ya que es exactamente lo que hizo con Irlanda en los clasificatorios para la última Eurocopa. Una derrota contra Ucrania por 1-0 dejó a las ‘Girls in green’ sin el acceso al torneo. Ante esa situación, McCabe dio un golpe encima de la mesa: “Recordamos ese sentimiento de dolor y pasar por aquellos momentos difíciles nos unió como equipo. Nos dio más ímpetu a la hora de prepararnos para la siguiente fase de clasificación, que era la del Mundial”. Dicho y hecho. Con un 0-1 contra Escocia, la selección irlandesa explotó de alegría tras hacer historia y quitarse de encima un peso emocional. Se emocionó tanto que incluso la FIFA multó a la federación por los cánticos a favor del Ejército Republicano Irlandés, es decir, el IRA, que sonaron al concluir la gesta.
Para otros países y profesionales, el hecho de estrenarse en el torneo más importante podría ser más que suficiente. Para Irlanda y Katie McCabe no, ya que si de algo presumen tanto el país como su capitana es de orgullo. “Sabemos que somos debutantes, pero sabemos lo que queremos hacer. No sólo queremos ser felices por estar aquí. Queremos competir”, declaró McCabie en rueda de prensa. McCabe entiende que, al representar una nación pequeña, la República de Irlanda cargue con la etiqueta de ‘underdog’. No obstante, eso no es un justificante para desprestigiarla en ningún ámbito: “Somos una pequeña isla que ha tenido que luchar por todo. ¿Hablas mierda de Irlanda? No te creemos. Incluso si eres de la otra punta del mundo, si escuchas ese acento te fijas en esa gente, porque son irlandeses”, afirmó en The Players Tribune.
“Somos una pequeña isla que ha tenido que luchar por todo. ¿Hablas mierda de Irlanda? No te creemos. Incluso si eres de la otra punta del mundo, reconoces nuestro acento”
Katie McCabe sabe cuál es el verdadero objetivo de su selección: “Nosotras, como equipo, no sólo queremos crear historia. Queremos dejar un legado”. La capitana irlandesa tiene claro que esa debe ser la meta final porque entiende que es una manera de pasar el mismo testigo que una vez le dio la guardameta Emma Byrne. Con sólo 12 años, Byrne firmó a McCabe una entrada gratuita de un partido de su selección. Fue una relación recíproca basada en la atención, ya que le dio a una niña la atención que ella misma le prestaba observando sus partidos cuando muchas personas todavía miraban el fútbol femenino por encima de los hombros. Después de años brillando en el Raheny United y una gran Eurocopa Sub-19 en 2014, llamó la atención del Arsenal. El mismo equipo que admiraba por su querida Emma le ofreció un contrato que no dudó en firmar. Su ídola se convirtió en su padrina durante su primera etapa en el norte de Londres.
De todas maneras, la adaptación de Katie McCabe no fue sencilla. Más que el físico, la irlandesa sufrió el mayor dolor posible: el emocional. La frustración de no jugar, la lejanía con su familia, las dudas sobre ella misma. De hecho, tuvo que marcharse cedida al Glasgow City en 2017 para reencontrarse con sus mejores sensaciones. Pero incluso en esos momentos, McCabe halló alicientes para seguir peleando. Todo llegó con una llamada, la del seleccionador Colin Bell. Le propuso ser capitana con sólo 21 años del combinado nacional. La ‘Gunner’ no se lo creía: ni por el rendimiento que tenía en aquel momento ni por el hecho de ser la elegida ante compañeras de equipo que superaban las 50 internacionalidades. Ella misma lo confesó: “No tenía confianza. Estaba en una situación bastante difícil”.
No se conforma con defender con orgullo a su equipo, también protege con la misma intensidad a sus aliadas. “¿Ese golpe a Lena Oberdorf? Nadie derriba a mi compañera de equipo y se sale con la suya”. Katie McCabe es puro carácter
“Honestamente, me sentía una impostora. Pero la capitanía lo cambió todo. No tenía opción: no podía fallar. No podía decepcionar al país que amaba tanto. Tenía que cambiar mis hábitos en el Glasgow City y tenía que jugar en el Arsenal. Simplemente, debía ser la mejor Katie posible”. Gracias a aquella decisión de Bell, McCabe se reencontró tras convertirse en la capitana más joven de la historia de Irlanda. Con su selección mostraba la futbolista de gran calibre que es, la que domina la banda izquierda como quiere independientemente de la posición. Fue a partir de ahí cuando pudo recuperar su mejor versión, la de la selección, y llevarla de vuelta a Londres para mostrarla semana a semana como ‘gunner’. Gracias a ese particular renacer, la irlandesa ha ganado una FA Women’s Cup y otra FA Women’s Super League, rompiendo en la liga una sequía de siete años.
Katie McCabe representa a la perfección la máxima de “quien tenga miedo a morir, que no nazca”. Ella no se conforma con defender con orgullo a Irlanda y el Arsenal, sino que también protege con la misma intensidad a sus aliadas. “¿Ese golpe a Lena Oberdorf? Nadie derriba a mi compañera de equipo y se sale con la suya. ¿Los duelos ocasionales con Ella Toone cuando jugamos contra el United? Es solo rivalidad sana”, bromea. A los nombres de Oberdorf o Toone como rivales de la irlandesa podrían incorporarse los de la ‘citizen’ Alex Greenwood o la ‘Matilda’ Hayley Raso. Entre goles como el anotado contra Canadá, asistencias, cambios de ritmo, tackles y tarjetas amarillas, la capitana reivindica constantemente que el verbo rendirse no entra en su vocabulario. Especialmente cuando sabe que detrás suya pueden llegar otras jugadoras que experimenten gracias a ella lo mismo que ella sintió con su referente: “Sé que muchas niñas pequeñas nos verán este verano, igual que yo veía a Emma Byrne. Espero de todo corazón que algunas de ellas piensen: ‘Un día lo haré’. Si eso sucede, ya habremos ganado”.
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Fotografía de Getty Images