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Jamaica: el fútbol es libertad

Hace una década, la selección femenina de Jamaica estaba condenada al ostracismo por su federación. Hoy afronta su segundo Mundial consecutivo entre el talento creciente y una lucha extenuante

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A finales de junio, la selección femenina de Jamaica hizo un llamamiento de ayuda. A través de dos campañas de financiación colectiva, el entorno de las ‘Reggae Girlz’ y también la fundación que lleva su nombre pedían con dos crowdfundings simultáneos un impulso económico que les ofreciera garantías para viajar y preparar el Mundial 2023. Las jugadoras también emitieron un comunicado denunciando que la Federación Jamaicana de Fútbol (JFF) no estaba ofreciendo unos mínimos en aspectos tan básicos como el alojamiento, las condiciones para entrenar y la alimentación. Nunca estuvo en duda su participación (ganada a pulso con un tercer puesto en el Campeonato Femenino de la CONCACAF), pero sí una aclimatación previa acorde con la magnitud del escenario que en pocos días iban a pisar.

La noticia, en semanas de aumento exponencial del interés generado por la Copa del Mundo de Australia y Nueva Zelanda, pronto corrió como la pólvora, lo cual no sólo se tradujo en titulares, sino también en donantes. Entre ambas iniciativas ya suman casi 100.000 dólares recaudados. Ver a la mejor selección del Caribe en esta tesitura, reclamando unas condiciones dignas, confirmaba una realidad que nos asaltará, muy probablemente, en algunos duelos de la primera fase del torneo: a más selecciones compitiendo, a más riqueza geográfica, más desigualdad. Paliar este desequilibrio deportivo, que responde en gran medida a una brecha económica general entre países que se sigue ensanchando, es uno de los mayores retos del fútbol femenino, en un punto clave de su profesionalización y popularización.

El riesgo es dejar por el camino al mucho talento incipiente que empieza a surgir en cada vez más rincones del planeta.

Y, con todo, Jamaica fue la primera selección caribeña en jugar un Mundial en 2019 y ahora es la primera en repetir. Un liderazgo regional que nadie tenía razones para prever hace algo más de una década, cuando en 2010 la federación jamaicana decidió que, ante las dificultades, lo más sencillo era sacrificar al equipo. En plena preparación del #Panenka130, el monográfico que dedicamos al campeonato que empieza este jueves, el periodista de la sección de deportes del Jamaica Gleaner Daniel Wheeler nos dio algo más de contexto desde el país centroamericano. Aunque ya no se trata del debut, las expectativas son, si cabe, más altas que hace cuatro años. El propio Wheeler, vestido para la ocasión con la elegante camiseta de la selección, nos lo confirma: se espera que las jugadoras de Lorne Donaldson (en el cargo desde hace un año) puedan ir un paso más allá. Su objetivo será conseguir el ansiado triunfo mundialista, que se resiste desde que los ‘Reggae Boyz’ derrotaron a Japón (2-1) en Francia’98, en la única participación del combinado masculino.

Las ‘Reggae Girlz’ pedían con dos crowdfundings simultáneos un impulso económico que les ofreciera garantías para viajar y preparar el Mundial 2023. Las jugadoras también emitieron un comunicado denunciando que la federación jamaicana no estaba ofreciendo unos mínimos

“Ganar un partido sería algo muy grande. Pasar de grupo sería enorme. Pero, lógicamente, con Francia y Brasil como rivales, es muy complicado. El segundo encuentro, contra Panamá, es en el que tenemos que conseguir los tres puntos, y luego hacer lo que podamos para sacar un buen resultado contra las brasileñas”, calcula Wheeler, que, sin embargo, destaca que la clasificación ya es en sí misma una noticia excelente. “Es magnífico que por primera vez nos hayamos mentido en dos Mundiales seguidos. Eso no lo puede decir el equipo masculino. Esperemos que sirva para que más empresas se animen a patrocinar a la selección. Pero es difícil, porque la federación siempre ha estado en conflicto, y esto hace que muchos posibles patrocinadores no se fíen de ella”, aclara.

FOOTBALL IS FREEDOM

La conversación siempre vuelve al mismo punto, al conflicto constante de la federación con su fútbol (principalmente el femenino, pero también el masculino), y a un desarrollo incipiente que, si empieza a dar sus frutos, es gracias a un impulso que ha tenido por fuerza que venir por caminos alternativos. El más relevante es el que tomó Cedella Marley, cantante, diseñadora, escritora, empresaria e hija de Bob Marley, con la que hablamos en nuestro número especial sobre el Mundial 2023.

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Después de que la federación decidiera desmontar al combinado nacional femenino, que había jugado su primer partido en 1991, Marley asumió en 2014 la responsabilidad de llenarlo de vida. Fue, de hecho, un paso más allá, y lo reorganizó para hacerlo competitivo y usarlo como ejemplo para el desarrollo del deporte en el país, especialmente entre las chicas jóvenes. Rodeada de expertos y fieles a la causa, la hija mayor del icono del reggae se encargó de buscar patrocinadores y profesionales que permitieran poner orden en la preparación, que dieran visibilidad a las ‘Girlz’, que no descuidaran aspectos como la nutrición y que trazaran un calendario de viajes y campos de entrenamiento. La historia, por lo menos en lo meramente deportivo, es de éxito. Pero Marley se queda con lo que ha supuesto en términos de crecimiento personal y colectivo de las futbolistas. “Algunas jugadoras que conocí cuando eran adolescentes, como ‘Bunny’ [Khadija Shaw, del Manchester City], ahora son profesionales. Las que ya no juegan se dedican a entrenar, están formando una familia o dirigiendo sus negocios. ¡Me emociona ver cómo han crecido!”, explica Marley en su entrevista a Panenka.

El proyecto ha evidenciado la simbiosis del fútbol y la música en la isla.“Mira, su padre es una leyenda, es la razón por la que el reggae se toca en todo el mundo. Y le encantaba el fútbol, créeme. Jugaba al fútbol entre concierto y concierto. Para los Marley, el fútbol y la música siempre han estado conectados. Debido a esa historia, no es una sorpresa que Cedella diera el paso. Fue Bob Marley quien dijo que ‘el fútbol es libertad’”, apunta Wheeler. Tampoco sorprende, pues, que la iniciativa lanzada por su hija mayor en 2021 se llamara así, ‘Football is freedom’. Busca lograr con el fútbol base femenino del país lo mismo que con la selección. Es la única vía para que no caiga en saco roto el territorio conquistado por estrellas como la propia ‘Bunny’ Shaw, salida de un entorno humilde, marcado por la violencia, en el que, además, el fútbol no fue nunca ‘cosa de niñas’.

TALENTO JOVEN Y EXPORTACIÓN

Aunque el objetivo se ha vuelto a cumplir, las vibraciones de 2019 son muy distintas a las de 2023. “La clasificación de 2019 nos dejó una sensación de alegría y emoción. Alcanzar el Mundial por primera vez validó a las chicas y a todos los que las apoyábamos. Habíamos demostrado que se merecían estar ahí. En 2023 ha sido diferente, porque hemos nadado a contracorriente. Ya han tirado abajo muchas puertas, pero detrás siempre les espera otra”, explica Marley, que resume la fatiga que provoca ver que, pese a que las jugadoras crecen y aunque la FIFA reparte más dinero que nunca, siempre hay problemas para asegurar unas condiciones dignas, acorde con los triunfos alcanzados.

La cadena no se debe romper. “La federación debe asumir sus obligaciones; porque si no, las ‘Reggae Girlz’ no podrían crecer. El camino a la Copa del Mundo ha sido caótico, con inestabilidad y varios cambios de entrenador”, explica Wheeler, consciente de que el sendero a recorrer aún es largo. “Si hablamos puramente de fútbol, este equipo es mucho mejor que hace cuatro años. Pero si nos referimos a la situación como un todo, aún tenemos mucho camino por delante. Justo ahora hemos podido acabar la liga local. Y por lo que dice el seleccionador, Lorne Donaldson, aún tardaremos cinco años en ver a jugadoras de esa competición en la selección”, señala. El recambio generacional, sin embargo, llega por otras vías. Algunas representantes de la selección sub-20 que jugaron el campeonato de la CONCACAF ya han actuado con la absoluta.

Después de que la federación decidiera desmontar al combinado nacional, la hija de Bob Marley asumió en 2014 la responsabilidad de llenarlo de vida. Lo reorganizó para hacerlo competitivo y usarlo como ejemplo para el desarrollo del deporte en el país

La lista de 2023 se ha rejuvenecido. De hecho, con una media de 24,9 años, es la quinta selección más joven del Mundial. La portera Liya Brooks o la delantera Kameron Simmonds, de 19; la todavía más joven Solai Washington, centrocampista de 18, o la también mediocampista Peyton McNamara, de 22, son algunas de las nuevas figuras del equipo caribeño. Todas ellas no sólo representan una esperanza futbolística, también son el ejemplo que dibuja un camino a seguir. “Ahora tenemos un fútbol femenino en edad escolar en el que las chicas ven que hay, de verdad, una vía a las selecciones sub-17, sub-20… Ven que eso las puede llevar a la universidad, a conseguir una mejor educación académica, a llegar a la selección, a tener una carrera profesional… Es el gran cambio, han crecido viendo que el fútbol femenino aumenta su popularidad”, explica Wheeler. Aun así, la cosecha de kilómetro cero se ha reforzado con exportaciones, principalmente, de hijas de la diáspora jamaicana de Inglaterra (como la portera Rebecca Spencer o su compañera en el Tottenham, la polivalente Dew Spence, entre otras) o de Estados Unidos (como la propia Brooks o la otra guardameta, Sydney Schneider, además de las citadas McNamara, Simmonds o Washington, por nombrar a algunas).

Aun así, a la principal estrella del equipo sigue siendo ‘Bunny’ Shaw, nacida en 1997 en Spanish Town, la tercera ciudad del país. Quién mejor que ella para llevar en Oceanía la bandera de una selección que ha desafiado al conformismo caótico de su federación a base de entusiasmo. “Había mucha incertidumbre [antes del Campeonato de la CONCACAF]. Con todo lo que había pasado, justo después de un cambio de entrenador, ¿íbamos a tener opciones de clasificarnos? Pero las jugadoras fueron a México y completaron el trabajo”, recuerda el periodista.

Ahora buscan sorprender a base de armas futbolísticas. Espera Francia. “Creo que veremos a un equipo organizado, con más talento que hace cuatro años. Pero lo que más me gusta es la influencia de las jugadoras jóvenes. Han supuesto una inyección de cualidades, sobre todo en ataque, que ayudarán al equipo a mirar arriba”, analiza Wheeler, que relata que el día que los ‘Reggae Boyz’ vencieron en Lyon, hace 25 años, él aún estaba en la escuela. Hoy, ya adulto, se le adivina una sonrisa igual de ilusionada cuando piensa en lo que supondría para el país volver a ganar en un Mundial.


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Fotografía de Getty Images.