Javier Arizmendi (Madrid, 3 de marzo de 1984) dio sus primeros pasos en el mundo del fútbol en las categorías inferiores del Atlético de Madrid. Gregorio Manzano le hizo debutar en Primera División, Joaquín Caparrós fue el hombre que apostó por él y Luis Aragonés le brindó la oportunidad de vestirse de corto con ‘La Roja’. En 2014 llegó el momento de colgar las botas. Y con 32 años, ya lejos de los terrenos de juego, sigue vinculado al deporte rey asesorando a jóvenes futbolistas.
¿Qué “caprichos” puedes permitirte ahora que no podías hacer entonces?
Tener el fin de semana para ti y para tu familia. Con el fútbol no era así, entre viajes y concentraciones no podías disfrutar de ello como haces ahora.
¿Cómo se produce el paso de futbolista a otro sector alejado de la élite? ¿Debes prepararte académicamente para dar este salto?
Mientras jugaba, y siempre que el tiempo me lo permitía, procuré seguir formándome. Durante mi carrera deportiva terminé Administración y Dirección de Empresas y cuando vi que el fútbol terminaba hice un MBA (Máster en Administración de Negocios), con el fin de ir preparándome para dar el salto a otro sector profesional. Con 30 años te queda toda la vida por delante y para sentirte útil y realizado tienes que buscar alternativas.
“De todas las experiencias, buenas o malas, debes sacar lo positivo”
Actualmente trabajas en la empresa Tressis asesorando a deportistas profesionales, ¿en qué situaciones puede ayudar un exfutbolista a alguien que está en la élite del deporte?
En el mundo del fútbol siempre se tiende a mirar a corto plazo; la exigencia de la competición y el entorno del jugador hacen que se olviden aspectos que, a mi juicio, son importantes, como el saber que la carrera acabará tarde o temprano y que los ingresos que tienes ahora, difícilmente los tendrás en el futuro. Ahí es donde entramos nosotros a asesorar en una planificación patrimonial que permita al jugador mantener un nivel de vida adecuado a los compromisos que va adquiriendo, como una hipoteca o un préstamo.
¿Qué consejos les darías a los jóvenes que empiezan a destacar en un deporte?
Que tengan ilusión, que disfruten y se diviertan, porque están en la edad en la que tienen que hacerlo. Aunque nunca está de más pensar en el día de mañana y, de alguna forma, poder darle continuidad a estos años pese a no estar relacionado con el mundo del deporte.
EL CAMP NOU, ESCENARIO DEL DEBUT
15 de febrero de 2004, el FC Barcelona de Frank Rijkaard recibe al Atlético de Madrid en la 24ª jornada de liga. Ni unos ni otros pasaban por un buen momento. Los azulgrana completarían su quinto curso consecutivo sin levantar un título, un dato que Ronaldinho y compañía se ocuparían de resolver. Por su parte, los colchoneros estaban de vuelta en Primera División después de confirmar su ascenso en 2002 y luchaban por entrar en competiciones europeas. Ese mismo día, un chico de 19 años aguardaba su momento en el banquillo visitante. Corría el minuto 74 de partido, ya con el 3-1 final en el marcador, cuando Iván Romero cedía su lugar en el césped a Javier Arizmendi.
¿Con qué recuerdos te quedas de tus inicios en el fútbol profesional?
Me quedo con el debut en el Camp Nou con el Atlético de Madrid o también cuando te dicen que vas a jugar de titular en un partido en Primera, que es por lo que estás luchando durante tanto tiempo.
Luis Aragonés te dio la oportunidad de debutar con la selección en 2007 ante Inglaterra, después de una buena temporada en el Deportivo. ¿Fue ese tu mejor año como futbolista?
A nivel individual fue mi mejor año. Me consolidé en el equipo, tuve la oportunidad de jugar casi todos los partidos, tenía un entrenador que me dio mucha confianza y fruto de ello tuve la oportunidad de jugar un partido con la selección. Si tuviese que elegir uno, me quedaría con ese año en el Deportivo.
En el Valencia conquistaste tu único título como profesional, la Copa del Rey. ¿Qué momento guardas con especial cariño de esa competición?
Fue un año muy difícil, con muchos temas extradeportivos que hicieron daño a la plantilla y al club y ahí queda esa Copa del Rey, que es el último título que tiene el Valencia. Recuerdo que Morientes marcó el 1-3 y me eché al suelo porque fue un momento muy emocionante. Empezamos 0-2, pero se nos complicó el partido y ese gol nos hizo tocar la copa con las manos. Fue una gran liberación.
AVENTURA CAÓTICA EN SUIZA
El Neuchatel Xamax fue el único club extranjero en el que jugó Javier Arizmendi. A finales de la temporada 2010/11, el empresario checheno Bulat Chagaev anunció la adquisición de la entidad suiza y en el mercado veraniego desató un proyecto ambicioso con Joaquín Caparrós en el banquillo. Junto al técnico utrerano llegaron Arizmendi, Víctor Sánchez y David Navarro para reforzar la plantilla, pero su aventura suiza duraría menos de lo esperado.
Poco después de iniciarse la temporada, Víctor Muñoz sustituyó a Caparrós después de un enfrentamiento contra el presidente y la polémica acompañó a Chagaev y al club durante los meses siguientes. Los malos resultados del equipo coincidieron con un sinfín de problemas administrativos. Los retrasos en el pago de los salarios, la falsificación de documentos oficiales y otros altercados en la gestión provocaron que el Neuchatel Xamax fuera expulsado de la liga suiza en enero de 2012.
¿Qué pasó para que, lo que parecía un proyecto ambicioso, acabase de tan mala manera? ¿Te arrepientes de no haber tenido otra aventura fuera de la liga española?
Era un proyecto ambicioso que se radicaba en Suiza, que en cuanto al ámbito jurídico y la seguridad te da confianza a la hora de tomar una decisión. Lo pasamos mal, fueron momentos duros y no fue una etapa agradable. Pero después, con perspectiva, te das cuenta de que te ha servido para madurar y que de todas las experiencias, sean buenas o malas, debes sacar algo positivo.
Con Joaquín Caparrós coincidiste en La Coruña, Neuchatel y Mallorca. ¿Es el entrenador que más te ha marcado en tu carrera?
Es uno de los que más. Pero quizá no hubiera llegado a Primera División si no hubiera confiado en mí el entrenador del Atlético de Madrid B en su momento o, también, Gregorio Manzano, que me hizo debutar. Pero es verdad que Caparrós apostó por mi cuando asomaba la cabeza para ser un futbolista de Primera División.
Durante tu carrera pasaste por diferentes equipos de Primera y Segunda División española, pero en ninguno pudiste estar más de dos temporadas consecutivas. ¿A qué se debe tanto cambio? ¿Tan complicado es asentarse en un club al máximo nivel?
Hubo circunstancias que no me permitieron estar muchos años en el mismo club. Al fin y al cabo surgían cosas más interesantes, como llegar al Valencia, que es un tren que pasa una vez y es un club que iba a jugar la Champions League. Y en otras circunstancias, quizá porque era un momento propicio o porque el club lo consideraba oportuno. De ahí esa movilidad, que te permite conocer a más compañeros, más formas de trabajar y ciudades; pero tiene la parte negativa de no poder echar raíces en un club. Estoy orgulloso de la carrera que llevé.
DEPORTIVO, EL ÚLTIMO CAPÍTULO
Después de volver a Getafe tras su paso por Suiza, Arizmendi aterrizó en Mallorca a petición expresa de Joaquín Caparrós. En las Baleares disfrutaría de su última experiencia en la máxima categoría del fútbol español, en un año complicado para el equipo que no pudo sellar la permanencia en Primera. Las puertas del Deportivo se abrían de nuevo para Javier en el verano de 2013 y los gallegos certificaron el retorno a la Liga BBVA. Pese al éxito grupal de esa temporada, Arizmendi vio que tocaba colgar las botas.
¿En qué momento llega la decisión de retirarse con solo 30 años? ¿Te quedas con la sensación de que aún tenías más fútbol en tus botas?
El último año en el Deportivo fue difícil al jugar poco y por una lesión que me frenó. Perdí un poco la ilusión, esa es la realidad. Me gustaría haber seguido con una experiencia en el extranjero pero no se dio.