Mientras Barcelona y Atlético se medían en uno de los platos fuertes de la jornada, miles de jóvenes especulaban a través de las redes sociales sobre quién podía ser Enigma69, la nueva incorporación de la Kings League, un torneo de fútbol-7 donde futbolistas amateurs, streamers, creadores de contenido y exjugadores profesionales dan forma a una liga con un reglamento pasado de vueltas y un seguimiento, hasta el momento, más que exitoso.
El caso es que la identidad de Enigma se convirtió rápidamente en la gran comidilla del domingo, pues los organizadores juraron que se trataba de un jugador en activo de Primera División, solo que debidamente disfrazado para evitar ser reconocido. La expectativa, que en los tiempos del multitasking y la dispersión es lo más parecido al Santo Grial, creció de forma exponencial, hasta el punto de que durante el estreno del profesional oculto -una suerte de ‘Birdman’ culón con máscara de lucha libre- empezaron a salir nombres, rumores y pistas varias que alimentaron, como es lógico, la atención del choque.
Los partidos de la Kings League, además, tienen su particular normativa. De hecho, están más próximos al Mario Strikers de la Switch que a cualquier torneo regido por la noble y respetada International Board. Y no es ninguna crítica. Tanto en el fondo como en la forma, prima el entretenimiento: como cuando -y ya perdonarán que este boomer regrese a Nintendo- el líder destacado de una carrera en el Mario Kart se ‘come’ un caparazón azul en la última vuelta y, de golpe, se igualan las fuerzas. La Kings League no permite el tedio. Ha nacido para dinamitar los viejos parámetros del juego. Y luego hay fútbol, claro. Goles y paradas. 20 minutos por parte. Gritos desde la cabina. Acciones encapsuladas, listas para un reel de Instagram.
Cuando terminó el choque en el Metropolitano -un 0-1 algo descafeinado, sin más, vibrante a ratos, ok- me pregunté si al día siguiente, o sea este lunes de regreso a los aulas, los chavales censurarían, en el patio del colegio, el partido de Reinildo y la velocidad de Kessié, o en cambio alimentarían el hype de este nuevo espectáculo futbolístico dominical, de consumo rápido y emociones fuertes, prescrito por los streamers más populares (cada uno dirige un equipo), en el canal de moda, Twitch, y liderado por dos figuras de peso en este nuevo eje fútbol-entretenimiento: Gerard Piqué e Ibai Llanos.
Si los hábitos de consumo se transforman con tanta rapidez, ¿cómo no va a estar en riesgo el fenómeno deportivo más global, por muy musculoso y asquerosamente rico que parezca?
La duda, como es lógico, ofende. ¡Seguro que nadie en el instituto se saltó el partido del ‘Cholo’ para seguir el de DjMario! Quizá me equivoque, pero nunca había percibido tan nítidamente cómo lo tradicional se agota, se derrumba, se apaga. Será la edad, pero yo sigo necesitando certezas; no vaya a venir el azar a convertirme en el protagonista de una película de Cesc Gay. Me atrevería a decir que a los 40 yo solo le pido certezas: los lunes piscina, los viernes pizza y el fin de semana mi equipo en la Liga. Pero, ¿y las nuevas generaciones? A lo mejor estaban esperando este show y no lo sabían. Y no lo sabíamos.
Un amigo, director de un programa de deportes, me preguntaba hace un par de años si creía que dentro de 100 existiría el fútbol. Creo recordar que mi reacción fue decirle que sí, tan rápido que pareció que convertía su reflexión en una estupidez. Probablemente pensé que su reflexión era una estupidez, pero hoy no tengo tan clara la respuesta. Puede que el fútbol que nos gusta deje de gustar. Y que cambie, como es lógico, al gusto de las nuevas generaciones (porque el gusto de los que mandan ya no contenta a todos los clubes). O que ya no guste más, como dejó de gustar ir al cine o al quiosco.
Si los hábitos de consumo se transforman con tanta rapidez, modulan nuestras expectativas y plantean retos cada vez más complejos a las grandes compañías que pugnan por nuestra atención, por saciar nuestra sed de entretenimiento y ocio, ¿cómo no va a estar en riesgo el fenómeno deportivo más global, por muy musculoso y asquerosamente rico que parezca?
Si antes el fútbol me parecía poco más que una verdad universal, hoy solo veo un enigma cada vez más difícil de descifrar.
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