El rellano parece solitario, aunque acogedor si se tiene en cuenta lo que viene luego. Que se abra la puerta. Que reciban con una sonrisa a los protagonistas y en un cínico saludo te inviten a sentirte como en casa. Y no hay más remedio que avanzar. Porque la jaula ya está abierta. Porque no hay más remedio que salir al circo londinense. Hay vítores. Hay silbidos. Apoyos y malos deseos, a partes iguales, prodigados por seguidores sedientos de goles. Ay, Irlanda del Norte. Wembley te recibe. Wembley te espera. Pero esas poco menos de 25 mil personas que se acomodan en sus asientos y que te sonreían en el rellano, ya no esbozan esa mueca en el rostro. Ahora se relamen.
Y salen al ruedo. Conscientes de que morir con las botas puestas implica conservar la dignidad a costa de la vida. Pero esa es la única salida, precisamente, para salir del estadio por la puerta grande. Así lo hicieron frente a Letonia y Luxemburgo. Y cayeron ocho goles a favor y ninguno en contra. Irlanda del Norte se crece, resopla y vislumbra la posibilidad e ilusión de competir en la cita mundialista de 2023. Y, sin embargo, antes de llegar a Australia y Nueva Zelanda hay que cruzar Inglaterra.
Las once protagonistas se sitúan en sus posiciones. Se miran las unas a las otras y esperan a que la jueza de la contienda haga sonar el silbato. Y, tras el estridente ruido, se despiertan las leonas. Porque es un derbi e Inglaterra juega en casa. Wembley se enciende como en las grandes citas e Irlanda resiste. Los primeros 45 minutos acaban en empate a cero, el griterío se impacienta y las inglesas tienen ganas de hincar el diente. Pero la presa se escurre. Veloz, tenaz, resiste los embistes del conjunto entrenado por la histórica Sarina Wiegman. Pero toda resistencia tiene un límite y la técnica holandesa encuentra la del equipo norirlandés.
Beth Mead pisa el césped en detrimento de Daly. Tan solo unos segundos le bastan a la delantera del Arsenal para encontrar el punto débil de Irlanda del Norte. Inhala la ‘Gunner’. Exhala con la mirada clavada en el fondo de la red. Allí, en ese punto exacto, sitúa el balón. Y Wembley se levanta. El estadio celebra y la presa hinca la rodilla. Y en ese instante ya no hay nada que hacer. Han sido 64 minutos de igualdad hasta que las anfitrionas rompen las filas rivales. En apenas 14 minutos, y tras el zarpazo de Mead, Inglaterra anota tres goles más para alegría de su afición.
England hace el segundo y Mead anota dos más, para completar un triplete en menos de un cuarto de hora y sentenciar las esperanzas de sus rivales. Y el encuentro llega a su final. Las ‘Lionesses’ han vuelto a someter a sus rivales y endosan una nueva goleada. Ocho le endosaron a Macedonia. Una decena a Luxemburgo. Otra ayer a Letonia. Y una carro cargado de ilusión a la afición que observa desde sus localidades. Porque Inglaterra gana. Convence. E invita a sus rivales a visitar su casa. Y les muestra lo que les esperará en cuanto el verano llegue a Londres.
Porque la estación calurosa del año viene cargada de fútbol. Se viene Eurocopa tras un año de parón por la pandemia y el próximo jueves se celebrará el sorteo que colocará a los diferentes integrantes en su grupo. En Inglaterra ya vienen preparándose desde hace tiempo. Su liga ha ido mejorando exponencialmente y las ‘Lionesses’ han crecido considerablemente en los últimos años. El esfuerzo y la inversión de la federación en su competición doméstica buscará culminar el próximo 31 de julio en Wembley. Ese será el escenario final. Allí se coronarán las próximas reinas de Europa.
Al igual que Irlanda del Norte, todas ellas saben que más pronto que tarde se verán en ese rellano. Conscientes de que se abrirá la puerta y allí estará esa sonrisa inglesa
Y hasta allí quieren alcanzar las pupilas de Wiegman. Desde la inauguración del campeonato, allá por 1984, el combinado británico ha tenido un balance irregular. Fue finalista en la primera edición para orgullo de Lily Parr y se colgaron la plata del cuello. Parecía que el éxito no tardaría en llegar, pero Noruega las heló en la siguiente edición. No superaron la cuarta posición y ese sería el último campeonato europeo hasta 1995. En esta edición, tan solo participarían cuatro selecciones y las inglesas cayeron en ambos partidos. No lograron el pase a la final y quedaron en última posición.
Sin embargo, con el cambio de formato también llegó el crecimiento de las ‘Leonas’. Entrados en el nuevo milenio, Inglaterra comenzó a pisar por Europa. Unos primeros pasos tímidos que ni siquiera dieron para superar la primera fase de los torneos. Pero ahí estaban. Clasificadas año tras año. Hasta que en 2009, tantos pasos llevaron al último tramo del sendero. 25 años después de la primera edición, Inglaterra regresaba a la final de una Eurocopa y, sin embargo, el rodillo alemán pasó por encima endosando un contundente y doloroso 2-6.
Tras una nueva edición en el ostracismo en la fase de grupos, en 2017 se esperaba un buen papel del cuadro inglés. Tras superar a Francia en cuartos de final, se desató la alegría en la escuadra inglesa. Pero de nuevo llegó otro jarro de agua fría en forma de goleada. Porque Holanda, con Sarina Wiegman como ejecutora, les endosó un 3-0 que las apeó de la competición. De nuevo, en la penúltima fase del torneo. Y dicen aquello de ‘Si no puedes con el enemigo, únete a él’. Algo parecido han hecho en la federación inglesa. Tras desvincularse la técnica de la ‘Oranje’, Wiegman ha recalado en el banquillo inglés con el objetivo de repetir el mismo resultado que obtuvieron en 2017. La entrenadora, que fue nombrada Caballera de la Orden de Oranje-Nassau tras su victoria, ha sido contratada con la intención de repetir hito.
Nueve meses son los que quedan para que nazca esta nueva edición de la Eurocopa. Todavía muchos días por delante para que el balón comience a rodar sobre el césped de Old Trafford. Las selecciones de alrededor del continente siguen preparando sus tácticas. Siguen afinando sus detalles en cada entrenamiento o, también, en los duelos clasificatorios para la próxima copa mundial. Cada gol es un halo de esperanza para futbolistas que desean consagrarse en una de las mayores fiestas del fútbol. Aficiones que se ilusionan pensando que igual sí. Igual este es el año.
Al igual que Irlanda del Norte, todas ellas saben que más pronto que tarde se verán en ese rellano. Conscientes de que se abrirá la puerta y allí estará esa sonrisa inglesa. Sabedoras que, con el pitido inicial, once futbolistas que juegan en casa saldrán a tumba abierta a por la victoria. Y que de ellas depende asaltar la jaula. Se espera una buena Eurocopa, desde luego. En Inglaterra ya están ultimando los detalles y preparando cada una de las estancias. El objetivo: que cada selección se sienta como en casa. Salvo que no lo están.
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Fotografía de Imago.