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La cerveza más cara del mundo

Jofre Mateu cierra la segunda temporada del blog que ha escrito desde la India, y lo hace contando una historia muy peculiar sobre fútbol y cerveza

El día de Mahadma Gandhi, nada de alcohol. El día de la Independencia, nada de alcohol. El día que Jofre visita Ahmedabad por primera vez y se juega el clásico Barça-Madrid, nada de alcohol. En Ahmedabad, la capital de Gujarat, estaba decretada Ley Seca por vete tú a saber que festividad. Es una norma frecuente, no sólo en la India, sino en países con población musulmana, que las celebraciones vayan acompañadas de prohibición de consumo de alcohol.

Nada de nada es un decir… Difícil de encontrar sí es, porque la mayoría de gente no consume y lo respeta. Pero algunos de los no musulmanes, algunos extranjeros y los borrachos (como el chiste), se lo buscan. Y lo encuentran en lugares muy particulares: o bien hoteles de lujo dónde se alojan personas que no están para prohibiciones, o bien en licorerías, pero no en todas, solo en algunas. Y para poder comprar, si eres de fuera te exigen una autorización firmada por el hotel dónde estás alojado. O eso creía yo.

 

Lo primero que nos encontramos fue que la licorería estaba escondida. Nos resultó difícil dar con ella porque tenía una especie de ubicación clandestina dentro del parking

 

Una vez terminé mi participación en la tercera edición de la Indian Super League, decidí por varios motivos personales que no vienen a colación, quedarme unos días más en la India. La mayor parte de tiempo en Goa, un viaje corto a Bombay, y otro a Gujarat. En éste último iba a acompañar al equipo sub-16 de la Anantapur Sports Academy, el equipo de la Fundación Vicente Ferrer con la que colaboro desde hace algún tiempo. Era el día 3 de Diciembre, y el plan era, una vez acabado el partido que jugaban a las 14:30, volver al hotel y encontrar un buen sitio para ver el clásico. Miquel-el míster-, Say-su mano derecha-, y un servidor. El partido se disputaba a las 20:30 hora local en La India, o sea 4 horas y media más que aquí, que se conoce que quieren abrir mercado por aquellos lares.

Llegamos al hotel cansados, porque al partido se le sumó el viaje de ida y vuelta en rickshow más las horas de espera por prevención al viaje en rickshow bajo un sol de justicia (por cierto ese viaje daría para otro post). Así que preguntamos en el hotel donde podíamos encontrar unas cervezas para posteriormente ver el partido como se merece. Sólo había un lugar en toda la ciudad, que pequeña no es, pero por suerte no nos quedaba lejos. Era otro hotel, el Metropole, que tenía en sus instalaciones una de esas licorerías incluida. Porque encontrar un hotel de esos donde los huéspedes no están para prohibiciones en Ahmedabad está difícil. Esta vez escogimos Uber, y llegamos al hotel con tiempo suficiente para lidiar con los augurados contratiempos que adivinábamos posibles. Pero nos quedamos muy cortos.

El permiso de alcohol de Jofre en la India.
El permiso de alcohol de Jofre en la India.

Lo primero que nos encontramos fue que la licorería estaba escondida. Nos resultó difícil dar con ella porque tenía una especie de ubicación clandestina dentro del parking. Eso ya debió ponernos en alerta y no ir tan relajados como íbamos. Bajamos, y de los 5 que trabajaban allí, como no, sólo uno estaba autorizado a autorizarnos. Esperamos nuestro turno y entonces nos dijo que debíamos conseguir una autorización firmada por el hotel donde estábamos alojados por ser foráneos. Subimos a la recepción a pedir si nos dejaba llamar al hotel para que nos la mandaran por mail o fax y recibirla allí. No fue posible porque tenía que ser la original. Le explicamos que acabábamos de venir de allí y que para evitar el tráfico y ahorrar tiempo si nos podía hacer una de su hotel comprobando si quería con el nuestro que estábamos alojados en la ciudad. Tampoco fue posible. Después de largas negociaciones decidimos que, para saltarnos todas las pegas que nos estaban poniendo, lo mejor era alojarse en el hotel. Ahí también apareció otra pega porque si solamente se alojaba uno, los otros dos no estaban autorizados a entrar en la habitación. A todo esto, ya tuvo que ser en una habitación porque el salón que tenían en el hotel también estaba reservado (para nadie como comprobamos después…). La cuestión fue que me alojé y conseguimos la autorización. Ya justos de tiempo porque iban a cerrar la licorería y todo el trámite estaba cerca de ser en balde. Y además se acercaba la hora del partido.

Nos bajamos al parking, donde todavía vendían. Tras volver a esperar nuestro turno, el encargado puso todos sus esfuerzos en no vendernos las cervezas. Primero alegó que si viajaba más tarde no podía porque si me paraban las autoridades en el aeropuerto, y pensaban que iba borracho, iban a buscar la procedencia del alcohol. Después dijo que si no estaba un mínimo de 24 horas en la ciudad no podía. Y ya al final alegó que el tono en el que le hablé no fue correcto. No se equivocaba, y suerte que no me entendía, que sólo cogió el tono. Pero es que no nos cansamos de explicar que lo único que queríamos era comprar unas Kingfisher para ver el partido. Que podíamos habernos alojado a nombre de cualquiera de los tres, dos de los cuales se quedaban allí ocho días más. Y que si hubiéramos pedido el papelito de los huevos en nuestro hotel al salir tendríamos las botellas cerca de tres horas atrás. ¡¡O no!!

Una bonita manera de cerrar esta tercera etapa en India. Muy propia del país, muy acorde con ese sentimiento de querer y al rato desesperar que te despierta. Y una manera también de darle el  valor que tiene, en este caso un pelín más, a tomarse una buena Kingfisher en ese lugar con esa gente.

Hasta pronto India.