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Baptista: “La decisión de ir al Sevilla cambió mi vida”

El exfutbolista brasileño compitió en seis ligas diferentes a lo largo de su carrera y tras retirarse emprendió una nueva aventura como entrenador. Hoy dirige al Real Valladolid Promesas

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Júlio Baptista era un futbolista brasileño nacido para jugar en Europa. Un futbolista polivalente, físico, pero también técnico. Una bestia o un confidente a quien reconocer que nunca has jugado al tenis. La carrera de Júlio se desarrolló a lo largo de tres continentes, en los que compitió en seis ligas diferentes. El resultado fue un amplio abanico de experiencias que a todo jugador le gustaría vivir.

Comenzó a jugar al fútbol con 5 años. Desde niño, siempre estuvo con un balón en los pies o bajo el brazo, y contó con el apoyo de su familia, a pesar de causar algunas pequeñas molestias, propias de la pasión por el esférico. “Tenía amargada a mi abuela porque le daba tantos golpes a la pared con la pelota que muchas veces se le soltaba la primera capa”, recuerda a Panenka. Baptista ingresó en una escuela de fútbol y allí vivió “una etapa muy bonita” que recuerda con cariño. La etapa donde primaba lo lúdico, la de crecer jugando con amigos primerizos.

A medida que pasaron los años, Júlio Baptista empezó a destacar y recibió la llamada del São Paulo, donde comenzó en fútbol sala y posteriormente pasó a jugar en el césped. Fue el punto en el que el fútbol comenzó a ser algo más que un juego y se lo tomó más en serio. Así, escaló categorías y llegó a debutar con el primer equipo en 1999. “Es bonito todo el proceso que tuve. Era el equipo del que era aficionado. Tuve dificultades en el camino, pero tengo una cosa clara: para alcanzar lo que quiero debo basarme en el esfuerzo”.

 

“Tenía amargada a mi abuela porque le daba tantos golpes a la pared con la pelota que muchas veces se le soltaba la primera capa”

 

Una vez en el fútbol profesional, tuvo que amoldarse a otro rol. “Cuando empecé era delantero y me cambiaron la posición a centrocampista. Ahí se dio un cambio muy importante en la forma en la que yo interpretaba el juego”. Comenzó a acudir a las categorías inferiores de la selección brasileña y se le empezó a mirar de forma diferente. Aun así, el jugador no terminaba de encontrar estabilidad en el Tricolor Paulista. Fue entonces cuando de la mano de su agente, Juan Figer, apareció la opción de firmar por el Sevilla. “Creían que mi fútbol estaba mucho más volcado para Europa que para Brasil y realmente fue así. La decisión de irme al Sevilla cambió mi vida”.

Cambio de aires y, de nuevo, cambio de demarcación. “Caparrós me volvió a cambiar de posición, pero no para volver a ser delantero, sino para ser mediapunta. Aquí en España han tenido la paciencia adecuada para ver las mejores cualidades que tenía para situarme mejor en el campo”. En su primera temporada con el conjunto de Nervión, Júlio Baptista fue el jugador revelación de la competición. Anotó 20 goles y se quedó a las puertas del Pichichi, galardón que se llevó su compatriota Ronaldo Nazario. En la temporada siguiente, ante las dudas de si Baptista sería un ‘one season wonder’, volvió a desplegar un gran juego y se apuntó 18 dianas en liga. En total, durante sus dos campañas en Sevilla, disputó 83 partidos y vio puerta en 50 ocasiones en todas las competiciones.

Después de dos cursos de ensueño, llegó la llamada del Real Madrid. Una oportunidad única, pero que se desarrolló con claroscuros. “Vivimos un año de estabilidad. No conseguimos los éxitos requeridos con los galácticos”. Tras marcar 8 goles en su primera temporada en el club ‘merengue’,  Fabio Capello llegó a los banquillos del Santiago Bernabéu y Júlio Baptista salió cedido al Arsenal. La experiencia en la Premier League fue muy enriquecedora. “Fue un aprendizaje muy bueno. La pasión de los aficionados y el respeto que tienen a la competición y a los jugadores es algo que no he visto en ningún otro sitio en el que haya jugado. La liga inglesa es una liga muy bonita y tuve la suerte de que me entrenara Arsène Wenger, aprendí muchas cosas de él”.

Después de su préstamo a los Gunners, estuvo una temporada más en el Real Madrid y puso rumbo a Italia en busca de una nueva aventura en la AS Roma que duró dos años. Fue entonces cuando el futbolista fichó por el Málaga CF. Un movimiento realmente sorprendente y una nueva realidad para Baptista: la de un equipo que lucha por la permanencia. Debido a las lesiones, solo pudo disputar once partidos, pero participó activamente en la salvación del conjunto andaluz con nueve dianas.

 

“En España tuvieron la paciencia adecuada para ver las mejores cualidades que tenía para situarme mejor en el campo”

 

Fue entonces cuando sucedió el milagro. Bajo la dirección de Manuel Pellegrini y con la incorporación de algunos nombres impensables (Cazorla, Toulalan, Isco, Joaquín, Monreal, Buonanotte o Van Nistelrooy, entre otros), el Málaga alcanzó la cuarta posición y se clasificó para la Champions League. “La clave fue cómo Pellegrini entendía el fútbol. Los jugadores entendimos fácil su idea y el equipo jugaba muy bien”. Pero el éxito no solo se entiende por el ámbito deportivo, también a nivel de vestuario. “Hoy lo veo desde el punto de vista del entrenador. Tienes que conocer bien los perfiles de los jugadores para poder juntarlos”. En aquel Málaga, todas las piezas encajaron a la perfección, incluso las que venían de sitios muy diferentes. “Por ejemplo, Joaquín fue jugador del Betis y yo del Sevilla. Nunca pensamos que se juntarían en el Málaga no solamente jugadores tan buenos, sino también buenas personas. Primero viene la persona y luego el deportista. A veces nos olvidamos. El equipo estaba por encima de todo, no había individualidades”.

El sueño de los ‘Boquerones’ se prolongó un año más con la magnífica actuación del conjunto andaluz en Europa. Los de Manuel Pellegrini alcanzaron los cuartos de final y fueron eliminados – con polémica – en el Signal Iduna Park. “Nos sentimos perjudicados en los cuartos de final contra el Borussia Dortmund, pero fue un éxito haber llegado tan lejos con un equipo que no tenía la costumbre de verse en esa situación”.

Tras su regreso a España, volvió a Brasil, aunque esta vez para vestir la camiseta del Cruzeiro, club con el que conquistó dos campeonatos de liga consecutivos. En 2016 llegaría un nuevo cambio de aires, el penúltimo. Júlio Baptista fichó por el Orlando City de la MLS. “Me fui a Estados Unidos por un plan de carrera. Quería aprender inglés y no quería seguir en la dinámica de autoexigencia en la que me tuve durante casi 15 años. Quería priorizar mi familia y el aprendizaje en otra cultura mientras el fútbol me acompañaba”. En esta etapa, el brasileño ya veía cerca su retiro. “Es importante para un jugador darse cuenta de que las cosas deben seguir su curso natural”. Y, tras un breve paso por el CFR Cluj de Rumanía, Baptista puso fin a una carrera repleta de experiencias.

Durante su etapa como futbolista, también fue habitual en las convocatorias de la selección brasileña. Fue bicampeón de la Copa América y de la Copa Confederaciones y coincidió con “una de las mejores generaciones de la historia” en un país en el que el fútbol siempre ha estado en primer plano. “Un día visité el edificio de la CBF y vi mi nombre en la pared un  poco por debajo del de Pelé. Una persona que trabajaba allí me dijo que muchas veces nosotros no le dábamos importancia a lo que representamos para la gente”. Para Júlio, formar parte de la ‘Canarinha‘ fue un sueño cumplido, con un pequeño ‘pero’. “Significó mucho para mí jugar en la selección durante mucho tiempo. A veces me dicen: ‘Pero no tuviste tantos minutos’. Pero yo cuando tuve la oportunidad y jugué, di mi nivel. Y si no jugaba era porque delante de mí estaban los mejores del mundo. Y yo estaba ahí. Me quedó la espinita de no ganar un Mundial”.

 

“Un día visité el edificio de la CBF y vi mi nombre en la pared un  poco por debajo del de Pelé. Muchas veces no le damos importancia a lo que representamos para la gente”

 

En una trayectoria así, es prácticamente imposible quedarse con un solo momento, por eso el brasileño los aprecia todos por igual. “Cada momento tiene su particularidad y no me podría quedar con uno. Todos los momentos los guardo con mucho cariño y en ellos he crecido como profesional y como persona. Todo lo que he vivido es lo que me hace ver y entender el fútbol como lo hago hoy en día”.

Y, con esa visión, emprendió una nueva aventura. Esta vez, desde los banquillos. Tras sacarse el carnet de entrenador, recibió la propuesta de hacerse cargo del juvenil B del Real Valladolid y fue escalando hasta el filial, el Real Valladolid Promesas. Si algo tenía claro desde el principio era que quería vivir sus propias experiencias. “No quería estar detrás de nadie. Aprendiendo con el error es como mejor se aprende”.

En sus cinco años en la cantera del club blanquivioleta, se ha llevado a cabo una revolución en el sistema de formación. Un sistema que ha dado frutos con jugadores como Iván Fresneda, David Torres, Mario Maroto o Álvaro Aveces, entre otros muchos. Hasta 14 futbolistas entrenados por Baptista han llegado a tener minutos con el primer equipo. “Tanto yo como el resto de trabajadores del club hemos puesto mucho cariño en este proyecto para que los jugadores estén cada vez más formados. A día de hoy, el Real Valladolid es referente en cuanto a cantera y tiene mucha presencia en las categorías inferiores de la selección”. Nuevas promesas como Arnu o Víctor Fernández están llamadas a seguir por esta senda.

En cuanto a su futuro, Júlio mira con ambición al horizonte, pero también con paciencia. “No me he marcado plazos para llegar al fútbol profesional, pero sí que quiero llegar ahí. Estoy haciendo kilómetros para estar listo cuando me llegue la oportunidad. Lo más importante es que estoy disfrutando del camino. Para mí, lo conveniente no es llegar rápido, sino llegar lo más preparado posible”.

 


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Fotografía de Rubén de la Fuente (Real Valladolid).