Tiene bastante de Kompany. Su apodo (el ‘nuevo Kompany’), su club (el Manchester City), su posición en el campo (defensa central), sus habilidades (fuerte, rocoso, bueno técnicamente), su origen (una familia ‘mixta’ de Bruselas) y ahora también el hecho de remplazarlo en el combinado nacional. Os presentamos a Jason Denayer, un guerrero que se formó con los pies descalzos.
Aunque probablemente él prefiera hacerse un nombre por sí mismo, Denayer no puede negar que las comparaciones con su compatriota están bastante justificadas. Cuando llegó cedido al Celtic en 2014, el propio club escocés lo presentó con orgullo como el “nuevo Kompany”. Aunque solo el tiempo dirá si Denayer sigue los pasos del último capitán de la selección y acaba convirtiéndose en uno de los mejores zagueros de la Premier League. Este último curso, el futbolista de 20 años jugó como cedido en el Galatasaray, pero este verano regresará al Manchester City con el objetivo de hacerse un hueco en los planes de Pep Guardiola.
Denayer no es tan expresivo como su ídolo. Por el momento destaca más por su timidez, su tranquilidad y su amabilidad, aunque su carácter ya es fuerte y competitivo. Cuando tenía cinco años, su padre lo llevó a Ganshoren, uno de los equipos locales de Bruselas, pero el entrenador lo rechazó porque era demasiado joven. “Estaba tan devastado que todavía me acuerdo de ese día”, dijo Denayer recientemente. “Pero vi a Junior Malanda – nacido en 1994 – entrenando en el terreno de juego y eso me motivó. Tenía claro que quería unirme al club un año más tarde”.
La Academia, sin embargo, le salvó de la calle, de las drogas, del mundo del crimen y de todo el resto de problemas que tendría que afrontar cualquier otro chico de su edad
Denayer tuvo un progreso bastante rápido. A los 11 años, pasó una prueba con el Anderlecht, el club más grande de Bélgica. Pero ese día los compañeros no le pasaron demasiado el balón, así que al salir de los vestuarios le dijo a su padre que no quería quedarse en ese conjunto. “Quiero volver a Ganshoren”. Pero cuando el Anderlecht volvió a llamar a su puerta 12 meses más tarde, entonces sí que accedió a unirse a ellos, aunque a la postre no duraría demasiado tiempo en la entidad.
Los ojeadores de la recién fundada Academia Jean-Marc Guillou vieron que ese chaval de solo 13 años tenía aptitudes para ser delantero. “Uno de mis mejores amigos estaba de prueba en la Academia”, recuerda Denayer. “Me dijo que jugaban al fútbol durante cuatro horas todos los días, y eso me fascinó”. En el último de los cuatro días de prueba en la academia, sin embargo, Denayer estaba hecho polvo físicamente. Alguien le sugirió entonces que probase como defensa. Y el experimento funcionó.
Después del entreno, Vincent Defour, uno de los técnicos, se acercó a él y le preguntó: “¿Quieres tener una carrera profesional o no?”. Denayer sabía que tal vez de delantero tendría las cosas más difíciles, porque tendría que luchar por un puesto con arietes más bajos y habilidosos que él, así que aceptó la decisión de quedarse y de convertirse en zaguero. A partir de ese momento ya no volvería a mirar atrás. Firmó un contrato con la Academia JMG, y dio su sueño por empezado.
El fundador de su nueva institución, Guillou, había sido en su día uno de los ojeadores estrella de Arsene Wenger, y se le reconocen los descubrimientos de los hermanos Touré, de Gervinho, de Emmanuel Eboué, de Salomon Kalou y de muchas más perlas surgidas del fútbol africano. Más tarde, quiso replicar su exitoso método en Tongerlo, cerca de Amberes. Un movimiento que fue recibido con una gran cantidad de quejas por parte de los clubes profesionales belgas, que se sentían amenazados al no poder garantizar la continuidad de sus mejores jóvenes valores.
Los métodos de entrenamiento en la Academia, además, no eran para nada convencionales. Sus futbolistas aprendían a perfeccionar sus habilidades técnicas jugando descalzos, priorizando el tacto de sus pies. “El plan era muy duro y durante las primeras semanas tenía mis dudas de que aquello pudiera funcionar”, recuerda Denayer. “Mi día empezaba a las siete de la mañana y terminaba a las once de la noche. Solo tenía una hora y media antes de acostarme para llamar a mis amigos o a mi familia. El resto del día me lo pasaba jugando a fútbol, estudiando, comiendo, durmiendo… Yo tenía 14 años, con lo que ya estaba un poco más preparado para aguantarlo, pero ahí también entrenaban chicos de nueve o diez años, y para ellos era mucho más duro. Recuerdo que todos, cuando llegaba el lunes y tocaba volver a la Academia, se pasaban el viaje en bus de Bruselas a Tongerlo llorando”.
La Academia, sin embargo, le salvó de la calle, de las drogas, del mundo del crimen y de todo el resto de problemas que tendría que afrontar cualquier otro chico de su edad. Su familia -su padre es belga, su madre congoleña – se había trasladado al barrio Anneessens, una de las zonas más desfavorecidas de Bruselas. Denayer solía pasar mucho tiempo en la calle. “Había que ir con cuidado. Incluso cuando estabas jugando al fútbol “, dice el central. “Una entrada tonta podía provocar que se generara una atmósfera explosiva. He conocido a chicos que tenían más talento que yo, pero que acabaron escogiendo otro camino. Ese es el peligro que tiene crecer en un barrio tan difícil”.
Cuando tenía 18 años, Denayer ya se había convertido en un defensa muy solvente. Le ayudó mucho su físico, puesto que a muy corta edad ya era grande y fuerte, aunque al mismo también destacaba por ser rápido e inteligente, con lo que podía driblar y empezar las jugadas desde atrás con confianza. Lierse, club que tenía un convenio con la Academia, quiso atarlo como semi-profesional, aunque él prefirió tener paciencia. Rechazó la oferta y se marchó a Inglaterra.
Hizo una prueba con el Liverpool, pero equipo y jugador nunca llegaron a un acuerdo. Su siguiente estación fue el Manchester City. “El club tardó meses en tomar una decisión, y la verdad es que fue la espera más larga de mi vida. Pero cuando firmé el contrato, estaba súperfeliz. Podría entrenar con el primer equipo”, rememora Denayer.
Y así fue. Durante el verano de 2014, se incorporó con el conjunto de Manuel Pellegrini para hacer una gira de pretemporada por Estados Unidos, aunque en esa aventura solo jugaría algunos minutos. “Mi agente me dijo que el técnico del Celtic (Ronny Deila) había visto algunos partidos del City y que estaba interesado en mí. Entonces me pregunté a mí mismo: ‘¿Glasgow? ¿Una ciudad donde el sol brilla sólo una semana al año?’ Pero el entrenador me llamó y me acabó convenciendo. Estaba eufórico y nervioso al mismo tiempo. Antes de llegar a los vestuarios, durante el paseo que hicimos por el estadio, mi padre me dijo: “Jason, una vez entres por esa puerta, pasarás a ser un jugador profesional. Y tendrás que comportarte como tal”.
En su primer partido en Celtic Park, contra el Dundee, anotó el primer gol de su trayectoria. Solo necesito cuatro minutos para lograrlo. Más tarde se proclamaría campeón de Escocia, ganaría la Copa de la Liga y sería elegido como Jugador Joven del Año en la liga. Su primera temporada en la élite, desde luego, fue un éxito rotundo.
Por cierto. Hubo un muchacho que hace un tiempo también tuvo una primera campaña espectacular en la Jupiler Pro League. Su nombre: Vincent Kompany.
Kristof Terreur | | Het Laatste Nieuws