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Hacer posible lo imposible

Esta es la historia de Harvey Esajas, un futbolista poco talentoso que, de la mano de su buen amigo Seedorf, acabó consiguiendo aquello con lo que todos sueñan

“La increíble historia del hombre que hizo posible lo imposible”. Cuando alguien define su propia vida de esta forma es que tiene algo interesante que contar. Y a fe que Harvey Esajas será un abuelo con batallitas entretenidas con las que embelesar a sus nietos. ¿Su gran hazaña? Haber sido futbolista profesional con un don especial: destacar por no destacar en nada… Ni por su técnica ni por su poderío físico. Esajas, con orígenes en Surinam, nació hace 42 años en Ámsterdam. Aun no se sabe muy bien cómo, pero algún ojeador le abrió las puertas de la prestigiosa cantera del Ajax. Sin embargo, este defensa no tardó en engrosar ese grupo  de futbolistas a los que nadie tiene en cuenta para subir al primer equipo. Algo muy distinto le pasaba a su mejor amigo de vestuario, Clarence Seedorf, que ya había debutado como profesional a los 16 años. Sin hueco en el club ajacied, Harvey decidió irse a Rotterdam para probar suerte en el Feyenoord, el eterno rival del Ajax. En ese momento, tuvo que despedirse de Clarence, que con los años se convertiría en su ángel de la guarda.

 

Seedorf, que por aquel entonces cumplía su tercera temporada en el Real Madrid, le invitó a irse a España y convenció al presidente Lorenzo Sanz para que le hiciera un hueco en el filial

 

En el verano de 1993, el ángel de la guarda del Helderse Selectie, combinado de futbolistas aficionados, estaba de vacaciones cuando se topó con Harvey en un amistoso de pretemporada ante el Feyenoord. Esajas era un recién llegado al club de Rotterdam. Tan ilusionado como sobrepasado de peso, se tomó el partido con tanto ímpetu que en un lance del juego le rompió la mandíbula a Schouten. Después de aquel incidente, Harvey debutó en Primera con el Feyenoord, pero sus apariciones se fueron difuminando como un azucarillo. La exigente afición de De Kuip, que no le veía ninguna cualidad especial, tampoco le perdonaba su procedencia ajacied. Después de tres temporadas en Rotterdam, la última en blanco, pasó al Groningen donde también tuvo un protagonismo escaso. Buscó sitio en Segunda en clubes modestos como el Cambuur y el Dordrecht’90. Allí tampoco le querían. Era el año 1999 y parecía estar más fuera que dentro del fútbol hasta que Seedorf volvió a entrar en su vida.

harvey-esajas_677oqtrrf1w1etemant89c0rClarence, que por aquel entonces cumplía su tercera temporada en el Real Madrid, le invitó a irse a España y convenció al presidente Lorenzo Sanz para que le hiciera un hueco en el filial. Seedorf lo arropó en su seno, le pagaba sus gastos e incluso su ficha. Sin embargo, el traspaso de Clarence al Inter de Milán unos meses después frustró su aventura en Madrid. Sin su padrino, Harvey se tuvo que buscar la vida en equipos modestos como el Zamora o el Móstoles. Tras una grave lesión, decidió colgar las botas en 2001 y empezó a trabajar como friegaplatos.

Algunas fuentes dicen que tuvo un efímero paso por la liga de Surinam, pero lo cierto es que Esajas estaba trabajando en un circo en España cuando, en marzo de 2004, recibió otra llamada de Seedorf, que ya hacía dos años que se había mudado al AC Milan. Su amigo del alma le invitaba a ir a Italia para hacer unas pruebas con la Fiorentina y el Torino. En ese momento, pesaba 100 kilos y ambos clubes le rechazaron. Seedorf habló con su técnico, Carlo Ancelotti, y le preguntó, medio en broma medio en serio, si quería a un buen defensa a coste cero. Un escéptico Ancelotti acabó aceptando que entrenara en Milanello. Harvey perdió 15 kilos y en enero de 2005 tuvo su recompensa, jugando cinco minutos en un partido de Copa ante el Palermo. Ese día, Harvey alcanzó el cénit. Ya no se le volvió a ver más con la zamarra rossonera. Los humildes Legnano y Lecco fueron sus últimos clubes antes de retirarse en 2006. Seis años después, Esajas ha probado suerte trabajando en algunos programas de la televisión holandesa. Seguro que mira cada día su móvil esperando esa llamada de Seedorf que, quien sabe, tal vez pueda a volver a revolucionar su vida. No hay dos sin tres, ¿no?