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Mongolia: “Las únicas banderas que nos gustan son las de equipos de fútbol”

Compartimos café y risas con los amigos de la revista Mongolia. Una charla con Darío Adanti y Edu Galán en la que mezclamos fútbol, política y humor


Darío Adanti (Buenos Aires, 1971) y Edu Galán (Oviedo, 1980) son las caras visibles de la exitosa revista Mongolia. Entre espectáculos musicales, páginas de humor satírico y colaboraciones en televisión, han encontrado un hueco para sentarse con nosotros y desgranar, con su estilo punzante, lo que representa el fútbol para ellos y para nuestra sociedad. 


¿Sois aficionados al fútbol?

Darío : Yo no entiendo nada de fútbol pero mi chica es muy aficionada y en casa se ve al Real Madrid todo el rato. Vemos los partidos con bufandas puestas. Yo creo que lo hago para no perder a la pareja (risas).

Edu: Antes era mucho más futbolero de lo que soy ahora. Fui árbitro durante muchos años, empecé a los 13 y estuve hasta los 23 años, llegué a estar de asistente en Segunda B con Piñeiro Crespo, que se acaba de retirar. Lo que pasa es que para mí el fútbol ha ido perdiendo interés a medida que se ha ido ‘sálvamelizando’: cada vez me aburre más y cada vez me interesan menos jugadores. Me pasa como con el cine: antes había actores que tenían vida detrás. Ahora no te encuentras a un Mágico González, a un Prosinecki que fumaba en la banda, a un Ángel Cappa…

D: ¿Eso no será que nos estamos volviendo viejos?

E: No, no, yo lo que creo es que las cosas son cíclicas y no tienen porqué ir a mejor. Eso lo hemos hablado tú y yo muchas veces.

D: Es cierto. La gente tiende a pensar que lo que vendrá será mejor, pero no: la República de Weimar fue mejor que Hitler, que vino después, por ejemplo.

 

“El deporte es ese lugar donde nos podemos permitir mostrar identidades”

 

Darío, como argentino, ¿tampoco te enganchaste al balón en tu infancia?

D: Tuve una mala experiencia. Un día, jugando a fútbol, me caí y se me rompió un diente. Entonces a partir de ahí me quedé jodido y perdí cierto interés. Pero, obviamente, hay un componente de cultura popular en el fútbol que me gusta mucho: la mística de Boca, en un barrio pobre de inmigrantes, la hinchada… Aunque una vez de joven casi me dan una paliza (risas). También me gusta la épica del fútbol, me gustaba leer cuentos de Osvaldo Soriano que tienen que ver con eso. El fútbol tiene un relato que va variando dependiendo del partido pero que siempre tiene que ver con la épica que me gusta. Digamos que solo nos gustan las banderas cuando están relacionadas al fútbol, cuando son fuera del fútbol ya me tocan los cojones. Pero ahí me gustan porque me parece que es su lugar. Así como me parece que el humor es la ficción donde nos podemos permitir ser cabrones, me parece que el deporte es ese lugar donde nos podemos permitir mostrar identidades.

E: Yo también lo pienso. Hay que defender que el fútbol no es solo lo que ocurre en los 90 minutos de un partido. Hay mucho más: se juega a identidades culturales contra identidades culturales. Hay un sentido de pertenencia acojonante que se basa en el juego. Hay un libro muy interesante que se llama Citius, altius, fortius, que habla del olimpismo y de la construcción de identidades deportivas. Del fútbol, siempre me ha interesado más lo que pasa fuera del juego. Como árbitro también tenías esa sensación de estar fuera, tratando de administrar justicia. La del árbitro es una figura necesaria pero es imposible que sea totalmente justa, ni siquiera la justicia puede ser cien por cien justa. Pero en el caso del arbitraje, está pensado para ser subjetivo: es imposible ceñirse únicamente al reglamento. Siempre se ha dejado un gran espacio a la interpretación del árbitro. La arbitrariedad del árbitro es inherente al juego.

Entonces, Edu, igual que el fútbol moderno no te interesa tanto, ¿no te parecería bien la implementación de la tecnología?

E: No me interesa nada. Me parecería un horror sustituirnos por máquinas. Leía el otro día ‘Cuando éramos los mejores’, que es un libro magnífico: Que el gol de Míchel en el ’86 haya sido ‘no’ gol, a mí me da igual. Me interesa mucho más que exista la emoción de la injusticia, porque al final se va a compensar con el tiempo. Me interesa más que el árbitro no viera la agresión a Luis Enrique -no porque fuera Luis Enrique- (risas). Me interesa esa parte del juego que creo que se está perdiendo. Se está volviendo todo más milimetrado, con futbolistas más preparados y, por el contra, lo que rodea al juego se está volviendo cada vez más verraco. Casi prefiero ver Jugones, a ver si se pegan de una puta vez, que ver un Madrid-Barça, y eso es terrible.

D: Es interesante esa simbología. Para nosotros, que hacemos un arte popular como es el humor, todo lo que sea arte popular nos interesa por lo que representa. Realmente, en nuestro país, el arte popular por excelencia es el fútbol. El gol de Maradona con la mano tenía una simbología increíble: un pibe de un barrio de chabolas, de un país subdesarrollado, vence a un país europeo con la mano. Ese tipo de simbología me gusta. De todas formas, prefiero el fútbol de clubes que el de selecciones, porque ahí se despiertan los sentimientos nacionales. En los clubes hay jugadores de muchas procedencias y estamentos sociales jugando para la misma camiseta y en las gradas pasa igual, se da una especie de identidad no nacional que es muy bonita. En España ves mucha animadversión con el mundo árabe y luego tienes a Zidane como héroe del Madrid. Se considera que Zidane es el moro bueno.

Volviendo a vuestro terreno del humor satírico. Vosotros hacéis humor de todo: de política, de sociedad, de religión… ¿Con el fútbol hay un tabú o, simplemente, no os interesa tanto?

E: Si no hemos metido tanto el dedo en la llaga con los deportes es porque no nos sentimos tan cómodos. Teníamos una sección de dos páginas en la revista dedicadas a chistes de deportes y la hemos reducido a una porque como es un sector que nos interesa cada vez menos y hacer sátira con cosas que te interesan menos cuesta más, estás poco acertado, vuelves a lugares comunes y yo creo que fue una decisión acertada. Es cierto que cuando hemos hecho alguna cosa sobre fútbol se ha armado revuelo. Lo que sí nos interesa es meternos con Villar o con la Federación.

D: Sí, ahí sí que nos interesa entrar. Como también con los temas de Hacienda de Messi o Cristiano, pero eso ya traspasa lo futbolístico. Para hacer humor te tienes que colocar de determinado lado. Hacer humor de fútbol puede ser tan jodido como hacerlo sorbe religión: si haces un chiste sobre el Barça se te vienen encima todos sus aficionados.

E: Justo el mes pasado hicimos un póster central metiéndonos con Cristiano y Messi. Pero en realidad a nuestro lector no le interesa mucho, porque el que lee sátira prefiere reírse de la Gürtel, de Catalunya, hay otras mil cosas.

Póster central revista Mongolia de octubre

¿Descartáis que algún día veamos una portada, como ha hecho Charlie Hebdo en alguna ocasión, con algún protagonista de fútbol?

E: No lo descartamos, lo que pasa es que Charlie Hebdo es semanal, y siendo mensuales, vosotros lo sabéis bien, no podemos tener tanta variedad de portadas. Hay que ceñirse a lo más destacado, a lo más importante del mes. Siendo semanales seguramente hubiéramos tenido alguna portada con la FIFA o temas así.

D: A mi me pasa que no me mola centrarnos en la crítica al jugador, porque ellos muchas veces son utilizados a nivel prensa o a nivel político. Ellos tienen talento para jugar al fútbol pero en lo demás generalmente siempre terminan siendo utilizados por terceros. Por eso me da respeto meterme ahí. Me da asco la utilización que se hace de los pobres chavales jóvenes que muchas veces no tienen culpa. Por eso yo prefiero hacer sátira de los dirigentes que de los jugadores.

Preferís no reíros del futbolista pero, ¿y del aficionado? Ese aficionado que es consciente que hay corrupción y que se evaden impuestos pero prefiere mirar hacia otro lado. ¿El aficionado también es criticable y podría ser objeto de la sátira?

E: Sí. Se ha criticado mucho que los satíricos digamos por ejemplo que los votantes del PP son gilipollas. Cuando es una característica de la sátira hacer esto. Es decir, increpar, no para que ellos reaccionen porque quién vota al PP vota al PP, sino para señalar comportamientos que nos parecen aberrantes. El fútbol se utiliza muchísimo para tapar las miserias políticas y económicas. Entonces, decir por ejemplo que Manolo el del Bombo es un borrego y es tonto perdido también sería una sátira justificada en mi opinión.

D: A mí me gusta el fútbol como cosa histórica y social. También me divierte ver partidos buenos y con emoción pero no tengo esa pasión por un equipo, tal vez porque he sido trasplantado de país, pero no me comería un partido aburrido porque me guste el equipo. En el caso de Argentina ’78, por ejemplo, con la dictadura, que estaba desapareciendo gente y el Gobierno Militar hizo lo posible para que Argentina ganara el Mundial y la gente terminó saliendo a la calle con banderas argentinas mientras mataban a sus conciudadanos, me parece una utilización típica de los políticos. Los aficionados fanáticos que no son capaces de plantearse que pueden llegar a ser manipulados y que se dejan arrastrar son perfectamente satirizables y terminan convirtiéndose en algo que hay que criticar.

 

“El fútbol sirve a las élites y al poder, con el humor pasa todo lo contrario”

 

¿Podríamos decir que el fútbol es un instrumento que utiliza la derecha igual que el humor es un instrumento que utiliza la izquierda?

E: El fútbol sin ninguna duda responde a muchos intereses de las élites. No hay más que ver quien dirige a los equipos: Florentino con sus intereses, Bartomeu, Jesús Gil, Carlos Slim… Es una táctica propia de la derecha el utilizar el fútbol para ganarse a la gente, en ocasiones se usa como instrumento de poder. Ahora bien, el humor o la sátira somos una puta vergüenza. ¡A quién vamos a movilizar! A veces, cuando alguien te da la razón siendo satírico, yo me cago en su madre. Cuando alguien me dice ‘soy fan vuestro’ sospecho que es imbécil. Esto es contrario al fútbol que quiere más y más fans, con un discurso cómodo, de derechas, sin meterse en ningún lío y así existe un verdadero instrumento de poder. Lo del humor es justo lo contrario.

D: Hasta los años 60 hubo un gran desprecio por parte de intelectuales de izquierdas hacia los fenómenos populares. Y eso es algo elitista y burgués. Después empezó a haber escritores como Osvaldo Soriano que reivindicaron el fútbol. De alguna manera, a partir de los 60, la intelectualidad de izquierdas también empezó a ver el fútbol o la música como instrumentos interesantes. Hablamos mucho de pueblo pero después despreciamos lo que le gusta al pueblo. Los de izquierdas hemos dejado que la derecha nos coma ese terreno. El caso del Real Madrid  es un ejemplo: está extendido que es un equipo de fachas y en cambio era el equipo republicano, antes de Franco. Quizá después eso se corrigió y ya pocos piensan que es poco intelectual que te guste el fútbol.

E: Estoy de acuerdo. Pero a mi me toca los cojones que haya escritores que claramente busquen un estilo emocional sobre el fútbol, pretendidamente intelectualoide.

¿Creéis entonces que el fútbol se considera cultura como pueda considerarse el cine, el teatro o la música?

D: Es complicada esa relación. Hay que diferenciar al fútbol como deporte y al fútbol como cultura. Cuando pasan ciento y pico años en los que perdura algo popular se producen fenómenos culturales. En el fondo, que haya un Ministerio de Cultura y Deporte ya te indica que hay una diferenciación. El fútbol a nivel gubernamental no necesita apoyo porque ya por sí mismo genera muchísimo dinero y en cambio la cultura sí lo necesita. El deporte extranjero no le come terreno al nacional. Pero, si tú no proteges la industria del cine español, el cine americano anula a la industria local. A veces, la izquierda se vuelve elitista con la cultura, a nosotros por ejemplo nos han criticado desde la izquierda que apoyemos la bajada del IVA cultural. Creer que el minero es obrero y la actriz no lo es gilipollas y demagogo. Creo que el fútbol necesita menos apoyo que otros estamentos de la cultura. Si quieres construir una marca de país, debes cuidar la cultura.

Se tiende a respetar mucho cuando un humorista o un actor se manifiesta política o ideológicamente y, en cambio, se critica cuando un futbolista o entrenador lo hace. ¿Qué opinión tenéis sobre ello?

E: A mí me parece estupendo que Piqué o Guardiola se posicionen. Pero es que en el fútbol hay un control tan grande de los clubes, de sus patrocinadores, etc. que cuando alguien dice algo que se escapa de la línea marcada tambalea todo. Pensemos que tenemos un presidente de la LFP que es un fascista de libro. Los principales medios de comunicación son todos de determinada tendencia.  La mayor parte de la opinión publicada tiene una misma opinión, entonces, al futbolista que se desmarque de esa tendencia mayoritaria no se le permite hasta que no esté retirado, y ni aun así. Hay algunos jugadores que aparte de jugar al balón tienen ideas propias y saben pensar. No hablamos, obviamente, de Sergio Ramos.

D: A mí también me parece genial que los futbolistas se posicionen. Es una cuestión de libertad de expresión.