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El orgullo de las colonias

De padre francés y madre francoguayanesa, Raoul Diagne hizo historia al ser el primer futbolista negro en jugar para la selección francesa

El otro día, mientras mis ojos vagaban por una estantería casi vacía y desordenada buscando matar el tiempo, topé con un libro en francés titulado ‘El hombre negro de África, de América y de las Antillas’. La portada estaba ilustrada con los retratos de algunos personajillos algo conocidos como Nelson Mandela, Patrice Lumumba, Barack Obama o Bob Marley. El libro se sumergía en las biografías de algunos de los negros más influyentes de la historia. Al llegar a la página 21, un encorvado mestizo de largas jambas me miró de reojo y yo me quedé prendado. Vestía la indumentaria de la selección francesa de fútbol: calcetines rojos, pantalón blanco subido hasta el ombligo y camiseta azul de manga larga con un desproporcionado cuello abotonado.

Se trataba de Raoul Diagne, un futbolista que así, a bote pronto, puede no sonar a nada, pero que cambió el devenir del fútbol europeo. Él fue el primer jugador negro en disputar un partido internacional con Francia, y el primero en hacerlo en cualquier selección de Europa.

Se trataba de Raoul Diagne, un futbolista que así, a bote pronto, puede no sonar a nada, pero que cambió el devenir del fútbol europeo

El suyo es el típico relato de persona tocada por la varita de la excelencia más humilde y mejor equilibrada. Nació en la Guayana francesa el 10 de noviembre de 1910, donde su padre Blaise Diagne, senegalés que se encontraba allá por trabajo, conoció a Marie-Odette Villain, su madre. Llegó a París con dos años porque su padre iba a hacer historia: en 1914, Blaise Diagne fue el primer diputado de la África negra en ser elegido para la Asamblea Nacional francesa. Más tarde también ocupó el cargo de subsecretario de Estado de las colonias.

Dicen que Raoul era un buen estudiante, pero en la adolescencia lo que empezó a destapar fue su desparpajo sudamericano y potencia africana con el balón. A los 20 años, con el fútbol galo recién profesionalizado, firmaba su primer contrato como futbolista con el Racing Club de France (actual RCF Football Colombes 92, que juega en División de Honor). En el terreno de juego Diagne destacaba sobre todo por su polivalencia, amplificada por su gran envergadura. Jugaba de defensa, y aun así, suyos fueron los dos primeros goles del club parisino en un Campeonato de Liga.

Su padre, que había puesto muchísimo esfuerzo por dar a Raoul una educación de nivel en los centros más prestigiosos, no estaba de acuerdo con el camino que estaba tomando la carrera de su hijo. De hecho, jamás asistió a un partido suyo. Un año después llegó la llamada que le iba a llevar a los libros de biografías: estaba convocado por Francia para jugar un partido amistoso contra Checoslovaquia. Fue el 15 de febrero de 1931, en el Olímpico de Colombes, y los galos perdieron por 2-1. Lo más curioso de ese partido es que Diagne lo jugó de portero. Un tiempo antes, su compañero de equipo André Tassin se había lesionado y fue Raoul quien le suplió bajo palos durante cuatro meses.

En 1936 el Racing Club de France, que había cambiado su nombre ya a Racing Club Paris, ganó el que hasta ahora ha sido su único Campeonato de Liga. Raoul Diagne era uno de los ejes de ese conjunto, lo que le valió para volver a hacer historia y ser convocado con Francia para el Mundial que se iba a jugar en casa. Para el anterior, que se disputó cuatro años antes en la Italia de Mussolini, no fue citado.  La selección gala cayó eliminada en cuartos de final por la azzurra, que acabaría llevándose su segunda Copa del Mundo consecutiva.

Su último partido con el Racing se jugó justo cinco días antes de la invasión alemana. Fue en la final de Copa de Francia que ganaron contra el Olyimpique de Marsella y que pudo jugar gracias a un permiso de excepción del ejército francés. Era su tercera Copa de Francia con el conjunto parisino. Las dos anteriores las consiguió en 1936 (doblete de Liga y Copa) y 1939. El inicio de la Segunda Guerra Mundial le hizo dejar la ciudad que le vio crecer y encontró refugio en Toulouse. Ese mismo año también finalizaba su carrera con la zamarra bleu después de 18 convocatorias.

Diagne más tarde pasó por el FC Annecy y el International Nice para finalmente hacer la inmigración a la inversa y retirarse en el club de la isla que dio a luz a su padre: el US Gorée, de Senegal. Para entonces a Raoul ya le había picado el gusanillo de entrenar y así es como acabó dirigiendo a la Selección de Senegal a principios de los 60. De hecho, en los Jeux de l’Amitié (un torneo inventado por Francia para sus colonias africanas) del 63 los senegaleses batieron a la selección amateur francesa por 2-0 en la final. Allá se le conoce como el ‘abuelo del fútbol senegalés’.

La ‘Araña negra’, que es como se le apodaba, murió en 2002 y pudo ver cómo los países a los que tanto amó triunfaban. Pudo observar como la Francia black, blanc, beur (negra, blanca y árabe), que él indirectamente impulsó, ganaba mundiales. Y de ver cómo esa misma Francia sucumbía en el Mundial del 2002 ante la Senegal que maravilló al mundo y sobre todo ilusionó a África entera. Raoul Diagne representa el orgullo y el amor de aquellas colonias que tanto dieron a Francia y a las que tanto quitaron y les seguimos quitando.