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2015: Una pelota bordada con palabras

Antes de despedir el año, el escritor Miguel Ángel Ortiz nos explica qué es lo mejor que nos ha dejado la literatura futbolística en este 2015

Se acerca el final de 2015 y, como cada año por estas fechas, toca hacer balance. Inevitablemente, empiezan a aparecer las listas de los mejores libros, o de los más vendidos, o de los mejor valorados por los críticos, que ya sabemos que no es lo mismo. En fin. Que, entre sorbito de cava y mordisquito de turrón —cuidemos los excesos—, con un solo clic, cualquier lector puede disfrutar de todo tipo de listas. Aquí va una más, para esos a los que les apasiona jugar con una pelota bordada de palabras: la de los libros futboleros de este 2015.

Buscando la esencia

«Los deportistas están poco cultivados, y los hombres cultivados son poco deportistas», dijo. «Yo soy una excepción»

El periodismo de Pier Paolo Pasolini te redimía del mal fútbol. Él siempre defendió un fútbol justo, que permitiese a los chavales del arroyo evitar la violencia de la vida. Pasolini jugó al fútbol, y lo hizo durante toda su vida. «Los deportistas están poco cultivados, y los hombres cultivados son poco deportistas», dijo. «Yo soy una excepción». Por eso, la recuperación en un volumen con sus textos deportivos —fútbol, ciclismo, boxeo—, junto con su última entrevista, es un libro imprescindible en esta lista. Sobre el deporte (Contra) recoge recuerdos de aquellas inolvidables tardes que Pasolini pasó jugando al fútbol, al igual que sus brillantes teorías sobre el fútbol-poesía o sentencias que han pasado a la historia: «El máximo goleador es el mejor poeta del año».

Al fin en castellano

No de poetas, sino de entrenadores, trata Maldito United (Contra), de David Peace. En concreto cuenta la historia de Brian Clough, futbolista al que una lesión apartó de los terrenos de juego, y que decidió convertirse en entrenador del Derby County, en la segunda inglesa. La novela de David Peace narra su gesta: ascender meteóricamente desde los hostiles campos de la segunda inglesa hasta lo más alto de la First Division, en solo tres temporadas. Ascenso contado en un desquiciado monólogo que deja al desnudo la ambición del joven Clough.

Dos en catalán

En catalán, dos títulos hablaban de ese otro fútbol que se juega alejado de los focos: la primera, Camp de terra (Pagès Editors), de Llorenç Bonet, un puñado de historias reales vinculadas a esos partidos que llagan codos y rodillas, a ese fútbol amateur, el que se juega por colores y pasión. En la misma línea, La sala d’estar és un camp de futbol (ARA Llibres), de Josep Maria Fonalleras, convierte, como dice el título, el salón de casa en un campo de fútbol, y los Madelman y el Scalextric y los soldados de papel en recuerdos inolvidables que han marcado la vida de toda una generación. Dos novelas en las que el fútbol funciona como núcleo de la memoria colectiva.

Fútbol y terror

En la memoria de todos quedará para siempre este 2015 como el año en que el terrorismo amenazó al fútbol. El ataque yihadista, por suerte frustrado, en el Stade de France mientras jugaban Francia y Alemania, ponía en duda que, de ahora en adelante, se pudiera volver a jugar un partido amistoso. Días después de los atentados de París, cuando todavía resonaba La Marsellesa que entonaron los aficionados mientras evacuaban el estadio, llegó a las librerías Los Caballos de Dios (Alfaguara), de Mani Binebine. Una novela que ahonda en las raíces del terrorismo a través de unos niños y su pasión por jugar a la pelota.

Nostalgia, novela negra y realidad oscura

Este año también nos dejó otro título que añadir a la biblioteca de Hooligans Ilustrados: El celta no tiene la culpa (Libros del K.O.), de Alfonso Armada. El fútbol que se jugaba en los colegios de curas le sirve a Armada para repasar los últimos años del franquismo, sus relaciones con su padre o las tardes épicas que vivió en Balaídos.

celtaTambién Philip Kerr publicaba Mercado de invierno (Editorial RBA). La trama, clásica: el director técnico del London City aparece asesinado en su propio estadio, y en el enigma de su muerte se entremezclan mareantes cantidades de dinero con los tejemanejes de turbios magnates. Una novela que se adentra en el lado más oscuro del mundo del fútbol, esa mitad del campo en la que «no se puede jugar bajo los focos sin que haya sombras».

El fútbol moderno, y sobre todo los números que maneja, cada vez levantan más sospechas y resentimientos. Este 2015 también pasará a la historia como uno de los años más corruptos. Son muchos los libros que indagan en las turbias relaciones que se dan entre el deporte rey y las altas esferas de poder. En Los cuerpos del poder (Córner), Orfeo Suárez husmea en las estrechas relaciones que mantienen el deporte, la política y la cultura. Ya se dijo que el fútbol es otro de los brazos de la política, y ese tema trata Fifa Mafia (Córner), de Thomas Kistner, en cuyas páginas serastrean los negocios más sucios y oscuros que orbitan alrededor del fútbol mundial.

La vida de Zlatan

Una biografía que no dejará indiferente a nadie es Soy Zlatan Ibrahimovic (Córner). El propio Zlatan, ayudado de la pluma de David Lagercrantz, cuenta su infancia de inmigrante en los conflictivos barrios de Malmö, su crecimiento como persona, y su ascenso futbolístico, pasando por la mayoría de clubes grandes, hasta convertirse en uno de los mejores jugadores del mundo. Y de los más espectaculares y polémicos. En fin. Un libro que, como algunos ya sabéis, los bigotudos de Panenka regalan por suscribirte a la revista y que espero que muchos de vosotros hayáis leído. Y si no, a pedirlo por Reyes.

Yo, en mi carta, les pediré que la pelota siga bordándose con palabras. Y que el fútbol, no el que se ve en la tele ni se lee en los periódicos, sino el que se juega con las botas puestas, siga consiguiendo que muchos niños acaben las Navidades dándole patadas a un balón nuevo.